¿Por qué no estás aquí?

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Estoy recostado en mi cama con tus fotos.

Es imposible dejar de extasiarme contigo.

Eres simplemente majestuosa. Tu rostro es de piel tersamente anacarada, tus labios semejan duraznos aterciopelados y tu mirada es acariciante, de esas en las que se hallaría cualquier sendero.

Que ganas de tenerte cerca. Suspirarte para llenar mis pulmones con tu fragancia de hembra.

Sentir una estocada en mi vientre por tu cercanía y dejar que mi pene brote urgente, boyante, duro, palpitante.

Que me sientas sediento de tu feminidad.

Que mi mirada retumbe en tu piel, te cimbre los muslos, se te meta en el vientre y te haga imprescindible, como el aire y el agua, tenerme dentro.

Acercarme a ti. Asirme de tu talle y sentir en mi pelvis la suculenta calidez de tus caderas. Que percibas entre tus piernas lo que brama por ti.

Mirarte a los ojos, pegarte a mi pecho.

Sentir tus hermosos senos de pomelo apulpadamente avellanado. Deliciosos, jugosos, trémulos.

Probar tu boca de fresa. Chupar la crema de tus dientes, saborear el azúcar de tu lengua.

Que mis manos te vayan desnudando poco a poco.

Sentir cómo tu respiración se agita, como tu piel se sobresalta, cómo te desfloras para recibirme y dejar brotar tu aguamiel. Comprobarlo con mis dedos embadurnándose con tu líquido humeante.

Dejar que mi boca vaya navegando por tus pechos, tu vientre, tus caderas; te muerda apetitosamente los muslos y llegue a tu vulva agrosellada. Dejar que mi lengua rugosa deshoje despacio tus filamentos y beba desaforadamente tu miel hasta que explotes de éxtasis y me pidas que te penetre sin contemplaciones.

Dejar que mi virilidad juguetee con tus hebras y entre pausada pero decididamente en ti. Que experimentes horcajadas al sentir como me voy abriendo paso dentro de ti, como te voy copando, como entro hasta el fondo y te hago vibrar todos los átomos de tu cuerpo.

Oscilar, balancearme, revolotear. Embestirte.

De lado, de pie, en una cama, en un sofá, en una ducha.

Por la mañana, por la tarde, por la noche.

Hasta que sepas, por fin, lo que es sentirte plenamente anhelada.

¿Por qué no estás aquí?


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