Cuando La Inercia Traiciona (Parte Dos)

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Enviado el , clasificado en Ciencia ficción
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-          Los primeros en llegar tuvieron que derribar una puerta. Encontraron la habitación absolutamente cerrada por dentro y solo estos dos en su interior. –

-          ¿Qué es eso?. – Preguntó Madi refiriéndose a la extraña y amenazante figura.

-          Un robot. – Contestó Trend. – El guardaespaldas de la víctima que, por cierto, se llamaba Checken.

Madi se acercó lentamente al robot y se quedó mirando guardando una prudencial distancia.

-          No tema. – Dijo una voz a sus espaldas. – Aún si no estuviera bloqueado, no podría hacerle daño.

-          Mete miedo. – Murmuró Madi dándose la vuelta e inspeccionando al recién llegado.

-          Esa es su función. – Respondió el Doctor en física aplicada Rubén Ardi, un simpático hombrecillo gordo con aspecto de Santa Claus.

-          Es un robot guarda espaldas. – Prosiguió Ardi. – Pero la función de protección debe desarrollarla desde el principio básico de no dañar a ninguna persona, fundamento básico para su funcionamiento. –

-          Pero me imagino que en este caso piensan que ha asesinado. – Ardi agitó furiosamente sus manos.

-          ¡Imposible, imposible!. La mera aparición de esa idea en su cerebro lo bloquearía inmovilizándolo antes de que pudiera siquiera dar un paso. Su cerebro es un millón de veces más rápido que sus sistemas de movilidad. –

-          ¿Cómo es que está tan seguro?. – Madi miraba al hombrecillo con interés.

-          Los cerebros de los robots se fabrican por separado del resto del cuerpo. Hay una sola fábrica y allí se les implanta el estamento de seguridad: “No se debe ni puede dañar a un ser Humano”. Luego se chequea dicho estamento en otro lugar y por si fuera poco el implemento se corrobora satelitalmente. Si se largase a la calle un robot adulterado los sistemas de seguridad gubernamentales sabrían su locación en un instante y, automáticamente, un batallón de seguridad acudiría al lugar a destruirlo sin más. –

-          Vaya… - Comentó pensativo Madi. – Pero este robot está bloqueado, ¿no es posible…?. –

-          No, imposible. Sé lo que está pensando, reconozco a un hombre inteligente cuando lo veo. No pudo tomar el hierro y golpear a Checken, no hubiera podido siquiera llegar a cerrar su mano. Es más, si hubiera querido matarlo, ¿para qué el hierro?, su brazo debe pesar el triple. Un simple golpe con la mano y listo. –

-          ¿Y por qué está bloqueado?. – Ardi mostró signos confusos en su rostro.

-          Eso es lo que no se…No lo entiendo. Quizás cuando podamos ponerlo en funciones los videos impresos en su cerebro nos den la respuesta. –

-          Pero, si pueden acceder a lo que vio antes de bloquearse, ¿para que estoy yo aquí?. –

-          A pedido mío, no se si voy a poder reactivar al robot y, si así fuera, me va a tomar mucho tiempo. La prensa amenaza con un escándalo y la política necesita acortar desesperadamente los tiempos. Quizás usted, no se…en su época resolvió un imposible, ¿por qué no le puede ir bien aquí también?. Puede que hasta se llegue a prohibir la fabricación de robots si se llega a la conclusión de que este asesinó a Checken. Eso sería un cataclismo económico y social. –

-          ¿Por qué social?. – Preguntó Madi.

-          Cientos de millones de puestos de trabajo perdidos junto con una sociedad mundial que tendría que acostumbrarse a la ausencia de robots. Realizan desde hace cien años trabajos que el humano ya ni recuerda como hacer…¿me entiende?. –

-          Ligeramente. ¿Qué le hace pensar que yo no concluiré que fue el robot el asesino?. –

-          Usted no concluirá eso porque no es cierto. Es un hombre muy peculiar, combina lógica con imaginación, razona libremente y piensa sin estructuras. Todo esto, que parece antagónico, lo hace poseedor de una mente muy poco común. – Madi miraba al hombre encantado.

-          Gracias por los elogios, Doctor. Espero no decepcionarlo. –

Sin más Ardi le dio la espalda y se marchó. Saltaba a la vista el agobio que le infringía la presión a la que estaba sometido. Trend se le acercó por la espalda. Madi se dio la vuelta y lo enfrentó sonriente.

-          ¡Que hombrecillo más simpático!. –

-          ¿Le parece?. Su padre fue también el de la robótica. Es un hombre clave a nivel mundial. –

-          Vaya…- Susurró Madi.

 

Luego el inspector se dedicó a dar vueltas por la extensa sala. El estado de las paredes dejaba bastante que desear, mostrando incluso los ladrillos al desnudo en ciertas partes. Calculó que la construcción tendría al menos trescientos años. Le intrigaba la presencia de algo tan viejo y derruido en medio de tanta pompa lujosa. Menos aún podía imaginarse que hacían Checken y su robot allí. Los techos eran de vigas de hierro y estaban en peor estado que las paredes. El mobiliario era viejo, quizás no tanto, pero tan destartalado como la mampostería. Madi no entendía la razón de porque su mente se enfocaba más fácilmente, fluía más cuesta abajo, en el análisis de la sala que en el escenario en torno al crimen, apenas si le había dedicado una fugaz mirada al cadáver. Decidió revertir esto y se dirigió hacia donde reposaba el caído. El mismo se encontraba boca arriba, con un tremendo abollón en la frente y su rostro enmascarado en sangre seca. Estaba con los brazos caídos a los costados y la pierna derecha levemente flexionada. No sabía porque pero lo que estaba observando no le llamaba la atención para nada. Levantó la mirada al techo y pudo ver lo derruida que estaba la viga de hierro que pasaba exactamente por encima de donde reposaba el hombre muerto, incluso en algunas secciones…


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