De cazadora a cazada.

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Me miré en el espejo, había pasado la época de los complejos, me gustaba lo que veía. Cogí el sujetador de encajes negro y lo coloqué en mi espalda, metiendo las manos por las tirillas lo subí hasta mis hombros, metí las manos hasta las axilas y elevé mis tetas dentro del sujetador haciendo una imagen perfecta. Decidí no ponerme bragas, eso hacía que el hombre que se le ocurriera meter mano se volviera loco. Escogí una falda corta, justamente por debajo de mi abultado y prominente culo, mis piernas aunque cortitas estaban bien torneadas y con unos buenos tacones, realizarían mis curvas.

El top caía justo encima de mi ombligo?, con un pequeño escote, que dejaba ver el canal entre mis tetas, hay que reconocer que mi potencial es mi poderoso culo.

Hacía cuatro años que me había separado y como la mayoría de los españoles separados, un fin de semana me toca los niños y lo que ello conlleva y al siguiente toca ligar.

Cada fin de semana libre, escogía al azar una ciudad, cogía mi coche y me trasladaba a ella, no quería que nadie me reconociera.

Conduje durante tres horas, llegué a Valladolid a las 23:15 hora, caminé hasta que encontré el sitio perfecto, la luz era tenue y la música era suave. 

Me dirigí a la barra, vi que las banquetas de la barra eran muy cómodas ya que me dejaba apoyar la espalda al tiempo que mis pies quedaban bien colocados dando realce a mis contorneadas piernas. Pedí un gin-tonic, lo primero era ponerme agustín, para así dar rienda suelta a mis fantasías.

Visualicé todo el bar, habían un par de grupos de hombres, todos muy metidos en sus juegos, unos jugaban a las cartas, otros al futbolín, al fondo habían dos jugando al billar.

Uno de los que jugaban al billar me gustó, tenía el culo como a mi me gusta, prieto y alto. La espalda era ancha, llevaba puesta una camiseta de deporte negra que dejaba al descubierto su fornido y depilado pecho, sus brazos dibujaban casi una obra de arte. Entre tanto músculo mi mente viajó, adentrándose como sería ser cogida con semejante macho.

 Tuve que apretar mis nalgas, ya que empezaba a mojarme, mi calentamiento florecía a la primera de cambio.

Miré al susodicho,  que se había quedado solo, bebí de mi copa, al ver que me miraba, posé la copa en la barra y pasé mi lengua por mis labios lentamente, quería que notará rápidamente mi insinuación, estaba muy caliente para preliminares, había que aprovechar que su amigo no estaba.

El tío era rápido, no se dejó rogar, se acercó a mí, no dejando de mirar mis labios, los cuales yo seguía mojando con la punta de mi lengua.

Mis pulsaciones estaban a cien, casi jadeaba de excitación. Cuando ya estaba lo bastante cerca cogió un sorbo de mi copa, lo saboreó, metió un dedo en su boca lo chupó y directamente me lo metió en la mía,– saborea muñeca, que veo que te gusta mucho saborear.

Chupé y saboreé como si de un manjar se tratase, vi como cerraba los ojos, le estaba gustando. Me atreví  y posé mi mano en su paquete, ummmmm, era duro, grande, ummmmm, prometía la cosa,– vamos a mi hotel, te prometo que no te arrepentirás.–le dije.

– Que no me arrepiento es un hecho,–me dijo, mientras pegó su boca a la mía y sin previo aviso la hizo toda suya con su ardiente lengua.

De camino al hotel nos fuimos comiendo a besos, hasta que metió la mano por debajo de mi falda,– ¡coño, si no tienes bragas, no se si puedo esperar hasta llegar al hotel!– dijo jadeante.

– No te apresures, que me tienes para toda la noche, ya casi estamos, vete pensando cómo y de cuántas maneras me vas follar, soy toda tuya, bombón.

Llegamos a la puerta del ascensor donde no paraba de magrearme y sobarme por todos lados. Cuando la puerta se abrió me empujo hasta el fondo, me levantó la falda y observó mi monte de Venus– joder, pues si que nos lo vamos a pasar bien.

Seguimos a lo nuestro, estaba súper mojada y cachonda hasta tal punto que no sentí que el ascensor se paró y que la puerta se abrió, hasta que sentí una voz, una voz conocida....

– Hola Putita o mejor dicho señorita Yohana, llevo tanto tiempo detrás de tí que me parece mentira que lo haya logrado. Valencia, Logroño, Bilbao, Santander, etc, etc.

Hace dos años fui a pasar un fin de semana a Jerez, estaba con un grupo de amigos, cuando te vi entrar, al principio dudé, pero me quedó claro que eras tú. Te he estado siguiendo fin de semana tras fin de semana, estoy obsesionado contigo, putita.

Cuando llego el lunes al trabajo, me da ganas de llamarte a mi despacho y allí mismo hacerte mía, pero cuando te veo entrar con esa ropa insulsa se me baja toda la vaina. Así que por eso estás aquí, a este le pago por horas y parece que ha sido buen reclamo.

 

No me lo podía creer, mi jefe. Me había quedado muda, sin argumentos,–mire usted, don Carlos, esto no tiene explicación, pero no quiero que usted crea...–dije casi tartamudeando, al tiempo que me bajaba la falda y apartaba al jilipollas del boys.

–No te acicales tanto y súbete la falda, Yohana, que no estoy para monsergas.

Hice lo que me dijo, mis manos temblorosas subieron mi falda.–date la vuelta, quiero ver ese hermoso culo,– me dijo. Me di la vuelta y sin más me dió dos buenas nalgadas.

–Cuanto he deseado hacer esto, jajajajaja, ¿tienes el arnés que le pones a tus presas para llevarlos a la habitación?.

– ¿No pensará que yo me ponga  eso, verdad?.

– Y sin rechistar. Ayuda a esta putita a ponerse el arnés Iván y después que se ponga a cuatro patas y que nos guíe hasta la habitación.

      Continuará...

 


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