Cada mago con su truco

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         Una mañana tenía tareas pendientes de hacer. Me levanté temprano y desayuné fuerte puesto que no sabía a qué hora volvería a comer. Salí a la calle con los varios asuntos anotados en una hoja y en el mismo orden en el que los iba a realizar. Salí con tiempo para no tener que usar medios de transporte y decidí, ese día, ir a pie a todos sitios porque mi cuerpo me lo agradecería. La mañana iba fluida, hechas las gestiones bancarias, me dispuse a buscar unos zapatos para jubilar los maltrechos que llevo puestos ahora. Tomé sentido calle abajo hacia la zona donde sé que hay varias zapaterías de moda.

 

     De lejos vi un tumulto que identifiqué fácilmente porque en esa calzada es común ver a artistas malvendiendo su arte por unas monedas. Al irme acercando fui sacando algo de calderilla que tenía suelta para darle, como suelo hacer si veo que se lo merecen. Hoy no era un cantante ni un charlatán. Hoy había un mago. Me picó la curiosidad y me acerque lo suficientemente cerca para ver si era capaz de descubrir su truco. Lo primero que noté es que tenía muchas tablas para manejar al público y ya me pareció que con eso se había ganado mi "limosna", pero me hizo sonreír cuando termino su juego y no había logrado averiguar cómo pasó la cuerda corta a la mano donde estaba la larga.

 

     Me retiré un poco después de darle su merecido premio para observar de nuevo el número. Nada, no lograba ver como lo hacía. Tramposamente me situé con disimulo detrás suyo a ver si cambiando de perspectiva captaba el movimiento de sus manos. Nada, no descubría cómo era capaz de cambiarse las cintas de mano. Hasta cinco veces vi el truco antes de darme por vencido. Saqué un billete y lo deposité en su sombrero para desaparecer rumbo a la compra de mis zapatos después de hacerle una foto.

 

       De camino, fui pensando en el mago y su magia. Y, como suele ser un extraño vicio en mí, saqué las cosas de contexto y me puse a divagar sobre lo magos que somos todos en la vida. Siempre empleamos trucos para conseguir las cosas que queremos. Trucos para seducir, para conseguir empleo, para llegar con el sueldo a final de mes. Muchos lo llamarán estrategias, pero no dejan de ser vulgares trucos para conseguir nuestros objetivos. De la capacidad que tengamos para que nadie descubra los artificios de nuestras estratagemas, dependerá el éxito de las misiones que nos propongamos. Hoy, el mago, me enseñó una lección: que la gente no debe saber las privaciones económicas que tengo que hacer, los días que me siento triste y solo, las cosas que odio y debo hacer por obligación con mi mejor cara pero, sobre todo, me enseñó que nadie debe saber en qué mano tengo la cinta larga y en qué mano la corta.

 

TWITTER: @luisalserrano, @Foto_Relato
Basada en uina fotografia, de mismo título, del fotógrafo español Juan Carlos Arizmendi Garillete (@juancarlosarizmendi)


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