Todopoderoso Everest

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         Me senté en una piedra. La ascensión al Everest había tenido muchos momentos duros, pero ese era el peor de todos. Divisaba la cima como si la pudiera tocar con las manos. ¿Qué son 300 metros comparados con los 8.848 que mide? Nada, no es nada. Mi problema es el oxígeno. La bala cargada que transporto me haría llegar a la cima, pero no sería suficiente para bajar. Gran dilema si seguir o si parar. Rehago los cálculos viendo el manómetro y la cantidad de oxígeno que me queda. Vuelvo a decepcionarme. Estoy tan cerca.

            Un pensamiento me viene a la cabeza. ¿de que estoy más cerca, de la gloria o de la muerte? No me gustaría que el Chomolungma, como lo llaman aquí, fuera mi tumba. Rehago los cálculos con la esperanza de que la falta de oxígeno me esté haciendo equivocarme. La misma respuesta. La misma elección: gloria o no se sabe qué. Sé que hay una bala de oxígeno para mí en la cumbre, pero ¿y si la expedición italiana que subió la semana pasada la necesitó para sobrevivir? Su vida sería mi muerte. Empiezan a aflorarme las primeras lágrimas.

            Le digo a mi compañero de expedición que siga porque uno de los dos puede alcanzar el triunfo que llevamos años planeando. Me alegro por él y me vuelvo a sentar en la piedra. Viéndolo alejarse, saco de mi bolsillo una foto de mi mujer y mi niña de tres años ya. Mi mundo se derrumba pensando en ellas. Nunca las he echado más de menos que en ese momento y ahora, mis llantos se hacen sonoros cuando pienso en su hermana que viene de camino. Voy a ser padre por segunda vez y mi decisión, dolorosa como un golpe seco, se hace irrevocable delante de esa foto. Recuerdo, cuando en el aeropuerto, antes de salir me la guardaron en el bolsillo para que me acompañara durante mi viaje. Poco podríamos saber en ese momento que esta foto acabaría salvándome la vida.

PD: Este relato está basado en una historia real acaecida a un gran amigo mío al que, desde aquí, le reitero mi más sincera admiración por todos sus logros como alpinista, pero sobre todo, por lo buen vecino y lo gran padre que es.

 


TWITTER: @luisalserrano, @foto_relatos
Este relato está basado en una foto, de mismo título, de la fotógrafa escocesa Pippa Phillips (@applepiepippa)


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