VISITANDO A LA SEÑORA POLÍTICA 1

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A finales de los años 90, a consecuencia de una devastadora crisis económica, yo estaba a punto

de caer en el paro.

Entonces una vecina de mi calle que pertenecía a un partido político de centro-derecha me instó

a que me inscribiedse en dicho grupo ya que según ella con toda seguridad éste me facilitaría

un trabajo seguro.

Animado ante esta espectativa, pero a la vez escéptico de su ideología, no tardé en asistir a sus

reuniones.

Mas enseguida pude apercibirme que aquel partido en el que habían distintas personas

provinentes de cualquier rincón de la Península, se comportaba como una secta laica puesto que

lo único que le importaba era desbancar a su adversario político que gobernaba el municipio de la

localidad con peyorativas críticas para  alcanzar el Poder; aunque yo intuía que debido al talante

nacionalista de los habitantes de aquel lugar aquel grupo tenía pocas posibilidades de ganar las

siguientes Elecciones.

Los miembros del partido idolatraban a sus carismáticos líderes, y repetían sus frases como si

fuesen plegarias, o sapienzales máximas que tuvieran que estar grabadas en una roca sagrada,

sin ninguna discusión; por lo que se advertía que dentro de aquel partido el sentido democrático

y de debate brillaba por su ausencia.

Se puede decir con toda propiedad que aquel colectivo vivía en una dimensión bastante ajena a la

del resto de la población; pues en una de aquellas reuniones que se celebraban en el patio interior

de una casa de planta baja me llamó la atención el hecho que los miembros de aquel partido

llevaban unas indumentarias, así como tenían una conducta muy propia de los años 60 o de los 70

por lo que me dio la sensación que de un momento a otro sonaría una romántica pieza musical

del cantante Adamo, y todos se pondrían a bailar como en uno de aquellos guateques de antaño.

En la actualidad, hay muchos prestigiosos analistas sociales que dicen que el modelo político

actual, tanto los partidos de derecha, como los de izquierdas está agotado puesto que todavía

tienen la mirada puesta en la época industrial, y no andan desencaminados. Aunque desde mi

punto de vista, a tenor de lo que he visto en aquellas reuniones, la política en sí misma es sólo

la punta del iceberg; la parte práctica y administrativa de un estilo de vida que está caducado, y

por tanto poco puede dar de sí.

Recuerdo que en una de aquellas vehementes reuniones en las que siempre se hablaba de lo

mismo de un modo obsesivo, se me ocurrió preguntarles a los cabecillas del grupo con la

intención de buscar su lado más mundano para compensarme de la aridez de las tácticas políticas:

- Bueno todo lo que decís está muy bien. ¿Pero os gusta el cine?

- ¡Oh sí! Nos encanta el cine. Nosotros somos como cualquier persona. ¿Qué te crees? - me

respondió una mujer ataviada con un elegante vestido de color negro, y de su cuello colgaba un

collar de perlas, queriendo aparentar que ella y sus colegas a pesar de todo se solidarizaban

con el ciudadano común; aunque yo no me creí ni una palabra-. ¡Pero hace mucho tiempo que

no voy a ver ningún espectáculo porque la política me absorve mucho - añadió.

Al final todo quedó en nada. Aquel partido político no tan sólo no me ofreció ningún trabajo, por lo

que yo me borré del mismo, sino que además sacó un mal resultado en las Elecciones

Municipales, y fue arrinconado en una oscura Oposición

Unos años más tarde en medio de otra crisis económica mucho más cruel que la anterior,

trascendió en los medios de comunicación que la cúpula de aquel partido político en el que yo me

había metido pero que gobernaba a la nación, estaba de corrupción hasta las cejas. Debido a ello

como es natural muchos ciudadanos se sintieron engañados y estafados.

Este terremoto político coincidió con una esupenda charla sobre ética que la dio una catedrática

de dicha disciplina en la Biblioteca Municipal del pueblo en el que resido.

Y siempre recordaré que cuando entré en la sala de aquel sitio público en el ,que se iba a celebrar

aquella disertación me costó mucho trabajo encontrar un asiento disponible, ya que se puso en

evidencia que el personal tenía una gran necesidad de ampararse en un principio ético 

gubernamental que parecía haberse esfumado.

 

 

 


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