Y se comerán el pueblo

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Un pueblo sin gente no es un pueblo, un pueblo olvidado deja de existir, un pueblo al que nadie valora pero es hermoso no tiene perdón.

Había sido un pueblo hermoso, su plaza, sus fuentes, sus casitas de piedra, su iglesia a San Roque, sus callejuelas. Pero lo que pasa en los pueblos es que se van abandonando. El día de San Roque se regresaba al pueblo en el que un día se viviò, reencontrarse con familiares que marcharon, amigos, vecinos. Pero cuando se quisieron dar cuenta había sido ocupado. Tardaron en darse cuenta, pues a primera vista parecía todo igual. Pero esos puntitos voladores, ese pequeño zumbido y en puntos estrategicos esas naves espaciales colgantes, siempre en constante crecimiento. Las viejas casas, las fuentes, hasta la iglesia habian sido tomadas. Y aquellos pequeños seres agresivos solo habían cogido lo que otros dejaban. La gente se vió obligada a irse y dejar la romería de San Roque, pues aquella nube de avispas asiaticas, estaba dispuesta a cualquier cosa. Y San Roque se quedó avandonado en la salida de la iglesía, enseñando la pierna, sin aparente miedo a estos insectos, pues èl había pasado por pestes y epidèmias, aún así, esto le venía grande.


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