El embarazo

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Carmen estaba internada en un lujoso sanatorio al que había concurrido para el parto. La habitación era blanca con algunas líneas rosas, impecable.

A poco de llegar ya tenía contracciones cada 5 minutos, pero escasa dilatación del cuello.

Exceptuando el dolor agudo no tenía mayores molestias y estaba feliz. Esperaba su primer hijo o hija ya que en los 50 no se podía determinar el sexo previo al nacimiento. 

Ella pertenecía a una familia de clase media alta, que la habían hecho estudiar, además del secundario, licenciatura en comercio e inglés, idioma que hablaba a la perfección. Esto le permitió hacía más de 15 años comenzar a trabajar en la Embajada.

Ya las contracciones eran cada 4 minutos y había comenzado la dilatación.

Era simpática, agraciada y agradable de estar con ella, pero a pesar de haber tenido algunos novios, sus relaciones nunca habían progresado y se acercaban los 40 años.

El ser soltera y sin hijos en esa época y a esa edad era un grave problema personal, familiar y social.

Hasta que conoció a Enrique, gerente del Banco Nación. Alrededor de 45 años, atractivo, amable, cordial.

Congeniaron rápidamente. Las familias tanto la de ella como la de el estaban muy satisfechas, ya que también un varón no era bien visto que sea soltero a esa edad y podía generar confusión.

A los pocos meses se casaron con una gran fiesta en un salón muy lujoso y más de 200 invitados.
Ya las contracciones eran cada 3 minutos y la dilatación aumentaba.

Intentaron tener hijos, pero después de 2 años no lograba quedar embarazada. Se hicieron estudios, que eran muy primitivos por entonces, y les dijeron que probablemente él no podía tener familia.

Esta noticia les generó angustia, y conversaciones sobre la posibilidad de adoptar,

Esto rápidamente se disipó cuando ella se hizo unos análisis y ¡¡¡¡estaba embarazada!!!!

La atendía uno de los mejores obstetra de la época, el Dr. Nielsen, hombre que además de su capacidad era simpático y siempre con palabras de aliento por más que hubiera dificultades con los pacientes.

Ya que las contracciones eran cada 1 minuto y la dilatación era casi completa.

La llevaron a la sala de parto. El proceso se aceleraba, pero todo el personal estaba preparado. Algunos pujos dolorosos y comienza a salir la criatura. El Dr. Nielsen le dice que es un varón, pero su cara se puso seria y no emitía palabras como habitualmente.

Terminaron con los trabajos posteriores al parto y la llevaron a Carmen a la habitación en donde la esperaban Enrique, la madre y una hermana.

A la hora entra el Dr. Nielsen y pide que se retiren todos menos Enrique. Con cara seria les comenta que el parto había sido normal, la criatura estaba bien con la excepción de que tenía un Síndrome de Down.

Este anuncio entristeció bastante a los padres, pero como eran muy creyentes aceptaron los designios de Dios, decididos a criar a su hijo de la mejor manera y con todo el amor que podían brindarle.

El obstetra les recomienda pedir una consulta con un amigo suyo que era profesor de pediatría y se dedicaba mayormente a niños recién nacidos. Entonces acuerdan una consulta ese mismo día por la noche.

Alrededor de las 20 se presentó el pediatra y junto al obstetra se llevaron a la criatura a un consultorio y estuvieron casi 2 horas deliberando.

Pasado ese tiempo el Dr. Nielsen y el pediatra se reunieron con Carmen y Enrique.

Después de algunas palabras de tipo científico que los padres no entendían, fueron directo al asunto.

_Queríamos comunicarles luego de un minucioso análisis que la criatura no tiene un síndrome de Dawn. En realidad tiene rasgos orientales, probablemente japoneses. Carmen y Enrique se miraron sin comprender.

Enrique preguntó si podría hacerse un estudio para mayor precisión a lo que el pediatra le respondió que no le cabía ninguna duda; Esta pregunta se reiteró y la respuesta siguió siendo la misma.

Enrique se levantó salió del sanatorio sin decir una sola palabra.

Se supo que no retiró sus cosas, no se llevó dinero, nunca más volvió al banco en donde trabajaba. Jamás nadie supo nada de él.

Carmen tuvo que criar sola a su hijo y seguir trabajando en la Embajada de Japón


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