Wilhelm Gustloff: el peor naufragio de la historia

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Con la llegada del Ejército Rojo a Prusia Oriental, a finales de la Segunda Guerra Mundial, se produjo una oleada de refugiados alemanes hacia el oeste. El motivo no era otro que escapar de las tropas soviéticas, ya que era bien sabido el trato que la población alemana podía recibir de estas. Ante el temor de sufrir las represalias  más de un millón de refugiados se dirigieron a Danzig y otros puertos en el Báltico con la esperanza de ser evacuados. La salvación iba a llegar en forma de buques que los llevaran a la todavía segura Alemania.

Durante la gélida noche del 30 de enero de 1945, más de 60.000 refugiados alemanes de ambos sexos se apretujaban, luchando contra el pavor y el frío, en el muelle del puerto báltico de Gotenhafen. En medio de una selva de empujones, golpes y gritos, se afanaban desesperadamente por subir al crucero Wilhem Gustloff, a bordo del cual podrían llegar a Dinamarca.

El Wilhem Gustloff  había sido utilizado antes del estallido de la guerra para recreo de los beneficiarios de Fuerza por la Alegría, una organización nazi dedicada a que los obreros disfrutaran de buenas vacaciones. De hecho, su nombre era el de un dirigente del partido nazi en Suiza asesinado en 1936.

En mayo de 1939, el Wilhem Gustloff fue uno de los cuatro barcos utilizados para repatriar a Alemania a los voluntarios de la Legión Cóndor que habían combatido en la Guerra Civil española al lado de Franco. Al comenzar la Segunda Guerra Mundial, el crucero pasó a ser empleado como lugar de alojamiento para los tripulantes de submarinos que estaban recibiendo entrenamiento y, con posterioridad, fue clasificado como barco hospital.

A esta tarea llevaba dedicado más de cuatro años cuando el almirante Doenitz, comandante en jefe de la flota de submarinos, ordenó que se utilizara para la evacuación de sus marinos.

Quizá porque se trataba de un buque que transportaba refugiados alemanes en plena Segunda Guerra Mundial, o quizá porque fue hundido por los torpedos lanzados desde un submarino soviético cuando no representaba ninguna amenaza, el hundimiento del Wilhelm Gustloff es una de las catástrofe navales menos conocidas. Lo que es cierto siempre es que los perdedores no escriben la historia. Y es quizá por ello que la mayor tragedia de la historia de la navegación ha pasado desapercibida para casi todo el mundo.

Durante la gélida noche del 30 de enero de 1945, más de 60.000 de aquellos refugiados alemanes se apretujaban en el muelle del puerto báltico de Gotenhafen. En medio de una selva de empujones, golpes y gritos, y luchando contra el pavor y el frío, aquella gente se afanaba desesperadamente por subir al crucero Wilhelm Gustloff, a bordo del cual podrían llegar a Dinamarca.

Esa noche de enero de 1945 el trasatlántico Wilhelm Gustloff zarpó del puerto polaco de Gdynia -Hitler lo había rebautizado como Gothenhafen- lleno hasta los topes, con 8.000 personas a bordo según documentos oficiales (algunas informaciones hablan de más de 10.000 pasajeros. El número exacto real se desconoce dado lo desesperado de la situación).

Sin buques de guerra para escoltarlo y con sólo 12 lanchas salvavidas colgando de los pescantes, navegaba lentamente por el Báltico, por lo que se convirtió en un blanco fácil para los submarinos rusos. A las 23.08 del 31 de Enero, uno de ellos, el S13, le lanzó tres torpedos. El Wilhelm Gustloff volcó y 2.000 refugiados de la cubierta de paseo más baja se ahogaron de inmediato. Cerca de una hora más tarde el trasatlántico se hundía en las heladas aguas del Báltico. Los buques de guerra alemanes rescataron a 960 supervivientes, algunos de los cuales morirían de frío poco después. En total perecieron unas 7.000 personas, cinco veces más que en el hundimiento del Titanic. Antes del fin de la guerra -4 meses después- los submarinos soviéticos hundieron 23 buques más.

Quizá porque se trataba de un buque que transportaba refugiados alemanes en plena Segunda Guerra Mundial, o quizá porque fue hundido por los torpedos lanzados desde un submarino soviético cuando no representaba ninguna amenaza, el hundimiento del Wilhelm Gustloff es una de las catástrofe navales menos conocidas. Lo que es cierto siempre es que los perdedores no escriben la historia. Y es quizá por ello que la mayor tragedia de la historia de la navegación ha pasado desapercibida para casi todo el mundo.


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