En la oficina (1ª parte)

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En la Oficina (1ª parte)

Nos hemos encontrado en el pasillo esta mañana. Nuestras miradas se han cruzado por unos instantes. Hoy estás especialmente bella con esa faldita ajustada y esa blusa que marca a la perfección tus lindas tetitas. Ufffff, siempre me has gustado, pero al verte hoy lo único que pasa por mi mente es encontrar la forma de follarte, de metértela duro, de hacerte gozar como la puta que eres y acabar dentro de ti, llenándote entera con mi semen. Y a tenor de tu mirada pícara creo que eso es también lo que tu deseas, así que tendré que pasar a la acción.

Conforme me acerco a tu mesa noto que tu mirada se hace cada vez más insinuante. Te comento algo sobre unos expedientes que hay que terminar y me invitas a sentarme a tu lado. Uffff, eso ya me ha puesto en alerta, especialmente en mi entrepierna. Acerco una silla a la tuya y me siento a tu derecha. Mientras lo hago giras la tuya, mostrándome tus torneadas piernas sin que esa mirada de loba caliente se borre de tu rostro.

Junto la silla a la tuya. Pego mi pierna también a la tuya, mientras mi mirada se centra en tus tetas. Lo primero que advierto es que, efectivamente, tal como me había parecido antes al cruzarnos, hoy vas sin sujetador. Eres una auténtica putita y te gusta provocar, a que sí?

Tus pezones se marcan perfectamente en la blusa. Me encantaría tocarlos ahora, pero de momento debo conformarme con rozarlos con mi brazo al coger la carpeta con el expediente que tienes a tu izquierda. Al hacerlo los restriegas contra mi brazo sin disimulo. Noto como se clavan en él como estiletes y cuando vuelvo a mirarlos compruebo que se han puesto más duros aún. Parecería que quisieran traspasar la tela, de tanto como se siluetean en ella.

Te miro a los ojos. Muerdes tus labios. Estás cachonda. Se te nota. Y al comprobarlo noto como mi verga empieza a bullir bajo mis pantalones. Mi deseo de tomarte es cada vez mayor.

Ya no puedo contenerme y coloco mi mano izquierda sobre tu muslo. Tu respuesta es inmediata. Vuelves a rozar una y otra vez tus pechos contra mi brazo, como gesto de aprobación. Mi mano acaricia tu muslo lentamente. Afortunadamente, desde nuestra posición es difícil que nuestros compañeros puedan ver lo que hace mi mano, que ahora recorre tu muslo sin disimulo alguno, subiendo por él muy despacio, pero con decisión.

Bajo los pantalones mi excitación es evidente. Mi verga empieza a crecer de tamaño, marcándose toda su silueta cada vez más, un detalle que a ti no se te escapa y que te hace relamerte con cara golosa. Ahora mismo solo piensas en tocarla, en sobarla, en llevártela a la boca, en sentirla dentro. El bulto es cada vez mayor y eso te excita.

Abres tus piernas para facilitar el acceso de mi mano hacia tu sexo, que ya notas como empieza a humedecerse, a la vez que tu mano derecha se apoya en mi muslo y comienza a subir también por él buscando alcanzar la enorme polla que se adivina bajo el pantalón. La alcanzas. La abarcas por completo con toda tu mano. La aprietas. La notas gruesa, pero creciendo a cada momento. Palpitante.

Mi mano está ya en tu ingle. Noto el calor húmedo  que desprende tu sexo. Rozo tu coño por encima de las braguitas con la yema de los dedos. Tus bragas están ya húmedas. Se nota que tienes ganas de sexo. Te abres aún más, echando tus caderas hacia adelante, tu mano aferrada a mi polla. La empiezas a sobar al mismo tiempo que mis dedos lo hacen sobre tu coñito caliente. Tu mano va de un extremo al otro del paquete y mis dedos recorren tu rajita arriba y abajo sobre la tela de las braguitas. Tu coño te arde de ganas y se humedece a pasos agigantados, provocándote los primeros gemidos de placer.

Mojas tus labios, relamiéndote. Los muerdes mientras me miras con cara de vicio. Estás muy excitada. Te gustaría sacarla ahora mismo y comértela. Tu mirada de puta caliente así lo indica.

"Vamos al baño", te susurro al oído. "Te espero allí".


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