ECOS MISTERIOSOS 2

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- Cómo veía usted a su cuñado Andreu Giralt? - le preguntaron los detectives a  la hermana de

Mercedes en Comisaría.

-Oh. Era muy  inteligente. Entendía mucho de política- respondió ella.

- Díganos. ¿Era una persona cordial, o por el contrario era huraño?

- ¡Conmigo era muy atento!- exclamó la cuñada con una involuntaria vehemencia.

- ¿Sabe usted si  con su hermana se  llevaban bien?- quisieron saber los detectives, que habían

reparado en el  tono emotivo dela mujer.

- Bueno, supongo que como todas  las parejas tenían sus altibajos... - dijo ella ambiguamente. Y

tras una pausa añadió: - Mi cuñado no era un tipo nada fácil de llevar. Pero mi hermana jamás

lo  supo comprender.

-¡¿Ah no?! Explíquese por favor - insistieron los detectives.

- Bien. Era huraño e introvertido. No daba facilidades para congeniar con él.

- Ya. Pero usted sí que se sentía capacitada para comprenderle ¿no? Tal vez más que su hermana.

Ella se puso a la defensiva, y se irguió en su asiento.

- ¿Qué quieren decir? - expresó.

- Cómo ve usted a su hermana? ¿Se llevaban bien ustedes dos?- sigueron el interrogatorio sin

hacer caso de la alarmada actitud de la mujer.

-La verdad, es que somos bastante diferentes. Ella es más práctica que yo: en cambio  yo soy

más romántica que ella.

- Claro. ¿Estaba usted enamorada del  señor Andreu Giralt? - preguntaron los detectives sin

rodeos.

-¡Por Dios, él era el marido de mi hermana... yo  nunca... nunca...!

Las lágrimas estaban a punto de aflorar a sus ojos, y no pudo terminar la  frase.

Ambos detectives se miraron significativamente.

- Señorita, de momento no la  acusamos de nada. Sólo intentamos esclarecer los hechos- dijeron

ellos con  una forzada amabilidad.

-Entre Andreu y yo sólo había una  buena amistad. Aunque él siempre me confiaba sus cosas.

Tanto  del partido político al que pertenecía, como de naturaleza personal, ya que no  se atrevía

a confiar en mi hermana, por temor a no ser comprendido - dijo con más serenidad-. El hecho de

ser él el padre de mis sobrinos a los que he querido mucho - Aquí sollozó un poco-, no me

permitía  pensar pensar en algo más serio. Aunque sí, le amaba en secreto- admitió la mujer. 

Los deteectives comprendieron que ella anteponía la ortodoxia familiar a sus sentimientos, que

bien pudiera ser una máscara tras la  que se ocultase la clave del  misterio. No obstante los

detectives se sentían en un callejón sin salida, y no hallaron ninguna prueba a la que agarrarse

para inculpar aquella mujer, puesto que era evidente que ella no sabía nada de sustancias tóxicas.

En consecuencia no tuvieron más remedio que dejarla  marchar a su casa.

Los detectives barajaban la hipótesis de que  era posible que la hermana de  Mercedes,

enamorada del fallecido Andreu, sufriendo un arrebato de celos, hubiese intentado deshacerse

de  su hermana, o del  mismo finado. Sin embargo no había ningún  indicio concluyente que

respaldara aquella  teoría.

En días posteriores, los interrogatorios a la hermana de  Mercedes se hicieron más  constantes y

reiterativos, pero con el mismo resultado. Lo cierto era que ella no  tenía nada que ver con

aquel desgraciado incidente, y las  autoridades acabaron por  rendirse  a la evidencia.

Como es de suponer, se pensó también en el suicidio, y los  detectives visitaron  la sede del

partido político del  fallecido con el  objeto de encontrar algún otro motivo de  su muerte, al

margen del ámbito doméstico. Y se supo que aunque él había sido un hombre conflictivo con la

dirección del partido, no había tenido ningún grave problema que le indujera a cometer ningún

acto criminal. Otro tanto sucedía con su  trabajo que funcionaba con normalidad, sin ningún

problema  económico.

Los detectives cada vez más  desorientados, consiguieron el permiso del juez para hacer un

registro  a la  casa  del suceso, en busca de  nuevas pistas que dieran un poco de luz a aquel

insondable misterio. Una de las cosas que hicieron fue  que llevaron un gato para que probara

restos de alimento de aquel fatídico día. Si al animal no le pasabaa nada, es que el veneno

sólo había sido destinado a la ración de Andreu y familia, puesto que a los abuelos nada les

había ocurrido y por tanto se afirmaría la intencionalidad del crimen.

El  experimento dio el resultado esperado, porque el gato al ingerir un  poco de comida, siguió

con su vida  tranquila, sin ninguna clase de alteración  orgánica.

Pero la Justicia seguía tan a ciegas como  al principio, porque si  no había habido ningún accidente

fortuito, ni  había  habido ningún motivo aparente de suicidio, ni nadie sospechoso en la casa

excepto la cuñada  de Andreu, que era inocente, ¿qué había  pasado?  ¿Quién era el asesino?

Los detectives tenían  la sensación de que quien fuese se estaba riendo de  ellos.

El oscurantismo de aquel caso llegó a trascender a la prensa de  aquellos años, y mientras tanto

como es  de imaginar, quienes más sufrían eran Ramón y su mujer  Carmen.


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