Callada sonrisa

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 En ese momento, me di cuenta de que no era simplemente un amigo como alegaba. Verlo en esa cama de hospital, enchufado a esas máquinas que le permitían seguir con vida. Ver como cada vez más, subían los hematomas, hasta verle las venas. Los dos brazos los tenia igual. Era blanco como la nieve de piel. Se le marcaban las venas moradas e rojas en los brazos. Le subían por los brazos, era como una especie de mapa que desembocaba en el corazón. Parte del abdomen lo tenia así. Mis vista, seguía clavada en su cuerpo. Se percató y se tapó con la sabana. Mis ojos buscaron los suyos. Sus preciosos ojos azules. Me perdí en ellos, tal vez nunca quise salir. En sus ojos solo encontré dolor, frustración, pesar aunque, veía como una parte de ellos se le iluminaban cuando estábamos juntos. Quizá sea la misma parte que se me ilumina ami. O eso decían mis amigas. Me acerque a él enfadada. No me quiso decir que le pasaba, no me quiso decir que si no le operaban, se iba a morir. Él, como siempre tan natural, no le dio importancia. Esa que yo si que le daba. Le dije que iba a estar siempre con él. Que si necesitaba algo que me lo dijera. No se cuantas cosas le dije más. Sólo se, que se lo dije de todo corazón. Mi corazón, cada vez que estaba cerca de él, latía fuerte. Parecía que se me iba a salir del pecho. Esas famosas mariposas, las sentía en el estomago. Lastima que él, no las sentía. Él,no sentía ni la mitad de lo que yo sentía. Ver su indiferencia, me mataba por dentro. El no poder gritar que estaba totalmente enamorada de él me quemaba cada segundo. Me perforaba una y otra vez. Fingir que estaba bien, cuando por dentro estaba hecha mierda. Fingir que todo era perfecto, cuando por dentro no podía respirar. Me ahogaba y no podía hacer nada. Nada. Sólo sonreír. Sonreí hasta que un día, espere a que todo el mundo se fuera y estampe mis labios contra los suyos. Le cogí de la nuca y le obligue a besarme. Fue un beso feroz, deseado. Mi lengua jugaba con la suya. Al principio se negaba. Poco acabó aceptando. Duró muy poco para mi gusto. Le mire a los ojos y el negó. Le dije que se callara. No lo hizo. Me destruyó y humillo. Sus palabras, sus putas palabras que siguen retumbando en mi cabeza, destruyeron lo poco que quedaba de mi ser. No podía con su rechazo. No podía seguir viéndole. No podía seguir respirando su mismo aire. Simplemente no podía seguir viéndole. No lo iba a hacer. Era tan cobarde que en vez de seguir adelante preferí escapar. Preferí dejar de sentir y eso hice.


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