Intento de describir un lugar imaginario

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Ramas que salen del suelo, de la tierra, del lodo, de entre las grietas en las piedras; que se estiran hasta por encima de las nubes. Por doquier se ven estas ramas de madera. Aquí una, unos pasos más allá otra y otra junto a esta, y toda esta tierra por la que andamos está repleta. Pero de entre todos estos árboles, como los llamaríamos en mi planeta, uno, que alcanzo a ver desde aquí es el que me interesa, el que me gusta. Su copa se distingue de entre las demás; es verde, un muy verde fosforescente y se ve que está vivo, emana vida. Junto a este árbol se ve correr el arroyo que acaricia los pies de todos estos árboles. Las nubes; tan iguales a las de mi planeta, excepto que estas parecen que son de piedra sólida, de carbón o granito; es más, creo, que, en efecto, son piedras flotando; que impactan de cuando en cando con los troncos de estos árboles gigantes, partiéndose en miles de pedazos, en pequeñas piedras que quedan flotando y que se van con el aire, porque, sí parecen a la vista de materia sólida, no han de serlo al tacto.
El cielo; aquí es color durazno, casi se saborea. Y el pasto, y la tierra en donde crece el pasto, son del color de la lava ardiente. Me da miedo pisarlo, pero es inofensivo, no está hirviendo. Es cálido y en las noches cuando la temperatura baja y las piedras que son nubes se cubren con hielo, uno puede excavar un poco y cubrirse el cuerpo con la tierra y no pasar frio durante toda la noche. Eso hacen aquí las personas, los de este planeta. Y cuando por la mañana, que sale el sol, los árboles que se alzan a tantísimos kilómetros hacia allá arriba, empiezan a echar flores de todos los colores hasta el mediodía cuando dejan de hacerlo para encogerse y quedar casi del tamaño de una pierna, y así duraran más o menos hasta que empieza a oscurecer, haciendo quien sabe que, porque hasta ahora no hay nadie que nos dé explicaciones de lo que pasa aquí, y cuando se empieza a ocultar el sol el árbol se estira de nuevo hasta el cielo o quizá, más alto, hasta el espacio exterior. Quizás, me pregunto, uno de estos días me atreva, y me agarro a un árbol cuando esta encogido y espero a que crezca, y pienso que quizá se estire hasta mi planeta, hasta mi país, hasta mí colonia, y ahí me pueda bajar.


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