DECLARACION DE INTENCIONES.-

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Al juez que corresponda quiero declarar y declaro:

Que la decisión de mi muerte es mía y que ninguna otra persona interviene ni por acción ni por inducción. Exonero a todos, por tanto, de este acto.

Que no estoy enfermo, ni arruinado, ni sufro desamor. Por ello no hay causas al uso que justifiquen mi suicidio y el pretender adjudicarlas no sería otra cosa que una lamentable pérdida de tiempo.

Que estoy en pleno uso de mis facultades mentales y, creo, mis pensamientos e ideas nunca fueron mas claras. A la conclusión de lo que debo hacer he llegado de una forma fría y desapasionada, tras un análisis razonado de mi situación.

Tengo sesenta años y desde mi primera juventud he vivido con gran intensidad. Nada me ha sido ajeno en los placeres y la conciencia nunca me molestó a la hora de tomar una decisión. He viajado a los sitios más ignotos, luchado en tres guerras, destronado a caciquesy sometido a generales. Comido los más extraños manjares, bebido el vino más exquisito y fumado todo lo prohibido. He tenido en mis brazos a las mujeres más hermosas y bajo mi mando a los hombres más fuertes. He contemplado la serenidad del Mar Muerto y he luchado a cuchillo en las selvas de Brasil. He visto morir a mi lado a gente que lucharon conmigo y he sentido el placer de quitar la vida con mis prpias manos a aquel que nos traicionó, mirándolo a los ojos y viendo como la falta de aire hacia estallar sus pulmones. También he amado sin límite, sin tope, sin freno.... exprimiendo el amor hasta la última gota y abandonando sin piedad ni pudor al ser amado cuando dejó de serlo. Nunca hice nada que no me placiera, ni busqué acomodo en la ley ni el sentimentalismo. Pagué mis errores y sufrí al caerme, pero pronto me puse en pié y permanecí así, porque siempre consideré que, aún dolorido, era mi posición natural. La vida es una y es imposible alargarla en plenitud  y yo ya la he vivido. Nunca dependí de nadie y la naturaleza me respetó. También la vida me ha respetado hasta ahora. Todos adoptamos una norma, los menos la propia, los más la impuesta. Y yo voy a respetar la mía.  A partir de ahora mi vida iría en decadencia, mi fortaleza mermaría, mi agilidad también. La enfermedad que siempre logré espantar, acudiría como buitre al acecho al verme débil y al final sería pasto de mi propia senectud. Las mujeres procurarian mi dinero más que mi cuerpo y en lucha abierta tendría que utilizar más la ventaja de la pistola que la firmeza del cuchillo. Sería vivir siempre alerta, preocupado, vigilante, porque la debilidad te hace precavido y de la precaución es fácil pasar al miedo. Y yo no quiero vivir con miedo. Prefiero morir como he vivido: En libertad y decidiendo yo......

Y ya, ligero de equipaje, solo me queda agradecerle al Cielo por concederme una vida que ha merecido ser vivida, cuando tantos vegetan más que viven. A usted decirle..... Que haga con mi cuerpo lo que sea más útil... ya que a mi de nada ha de servirme.

Nos veremos en la otra vida que, estoy seguro, será aún mejor que esta.

 

DELACH.-


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