Kafka

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Enviado el , clasificado en Amor / Románticos
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No podía. No podía verles juntos. No podía hacerme la idea de que lo había perdido para siempre. Simplemente, no podía. Era como si me estuvieran perforando el corazón una y otra vez. Era algo insoportable. Ver como la miraba. Ver como le brillaban los ojos o como sonreía nada más verla. No podía resistirlo. Me dolía. Me dolía saber que a mi, nunca me miraría así. Cuando nos invitó a cenar, nunca pensé que era para presentarnos a su novia. Lo recuerdo tan bien que todas las noches antes de dormir aparece automáticamente. Aparece perturbado el sueño. Ella, es bajita, morena, de ojos claros y sonrisa perfecta. Es simpática, divertida, quiere conseguir sus metas. Quiere superarse. Es el prototipo de chica perfecta. La odiaba. Esa noche. No cene, no podía. Tenía el estomago cerrado. Belén lo noto. Me pregunto indiscretamente pero le mentí. Todo la noche fingí. Él, estaba tan ilusionado. Tan contento. Estaba vivo. A mi, solo me importaba su felicidad. Aunque su felicidad sea mi total destrucción. Esa noche cabo mi tumba y yo me metí en ella y cerré con llave. En nuestro grupo de 4, se convirtió en uno de 5. No estaba de acuerdo. No estaba cómoda. Me dolía mucho verles juntos. Poco a poco deje de salir con ellos. A veces salí con Belén y Bruno pero estaba de sujeta velas y me iba. Pero les agradecía que me sacaran de casa. El otro día, María, la que tanto odiaba, se presentó en mi casa. Pidiéndome explicación de porque ya no salía con ellos. Porque parecía que le caía mal, etc… No podía decirle la verdad. No podía decir que me gusta su novio. No podía decirle que no les podía ver juntos. No fue necesario decirlo, ella, ya lo sabia. Se me notaba tanto que todos lo sabían. Fue demasiado grande mi sorpresa cuando dijo que no era su novia. Que era una amiga que le hacía el favor de comprobar si la chica que le gustaba también sentía algo por él. Cuando lo supe se me quito un peso de encima. Esa opresión que sentía en el pecho ya no estaba. Parecía una tonta pero me daba igual. Mi sistema nervioso echaba chispas de la contenta que estaba. No tardó mucho y el chico de ojos penetrantes y sonrisa perfecta se acercaba a mi muy decidido. No paro, estampó sus labios rosados y perfectos contra los míos… 


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