ROSA (continuación)

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ROSA

(continuación)

Carlota vio el ano de Rosa, en esta postura mucho mas abierto y palpitante por la excitación. ¡Como había cambiado la situación! Las tres jóvenes se olvidaron de sus diferencias y envidias en un intercambio de bondades y placer. A Carlota se le ocurrió que además del dedo dentro de la vagina de Rosa, estaría bien proporcionarle alivio al ano que se abría y cerraba. El plumero de Rosa sería perfecto, su mango era delgado y suavizado por el uso. Se lo metió en la boca para lubricarlo bien. Antes de introducirlo, dejó caer un poco de su saliva en el ano y procedió a introducirlo con mucha suavidad. No quería que Rosa se alterase por ello, quería verla disfrutar. Con movimientos circulares muy lentos, poco a poco iba entrando. Para Rosa, aquella sensación era extraña. Su impulso natural era de rechazo y al mismo tiempo de aceptación morbosa. El fino palo totalmente dentro de su culo le produjo un placer nuevo pero intenso, además del dedo de Carlota dentro de su vagina moviéndose con habilidad experimentada, la hizo llegar a un éxtasis total como nunca había disfrutado.

No menos apoteósico fue el orgasmo de Juana, que le vino al mismo tiempo que a Rosa. Empapada en sudor, respiraba aceleradamente mordiéndose el labio inferior y emitiendo gemidos entrecortados al ritmo de su respiración. Con sus manos agarraba la sábana con fuerza en un intento de alargar aquel momento. Sus piernas abiertas, con las rodillas pegadas al pecho dejaban ver por completo su sexo hinchado, dilatado y enrojecido por la excitación y estimulación de Rosa. Sin poder aguantarlo más, se corrió dejando escapar, sin poderlo evitar, un chorrito de pis al tiempo que cerraba sus piernas y exalaba el último gemido profundo y sonoro, como si su alma hubiera salido de ella dejándola sin fuerzas sobre la cama.

Carlota, sin embargo, no esperó los favores de sus compañeras de juego. La calentura que tenía encima era de tal magnitud, que sencillamente se sentó en la butaca del dormitorio, abrió sus piernas levantándolas del suelo, y se metió el dedo en la vagina con frenesí. Con la boca entreabierta, cerró los ojos y concentró sus fuerza en apagar aquel fuego que la estaba devorando. Apenas le duró un par de minutos. El leve escozor del placer del orgasmo la obligó a cerrar las piernas apresando su mano con el dedo todavía dentro, y exalando un largo suspiro de alivio.

Ya recuperadas de su fatiga y en pie,las tres jóvenes, se miraron satisfactoriamente, siendo conscientes de que la experiencia vivida marcaría un antes y un después entre ellas. Rosa, se dirigió a Carlota, puso sus manos sobre los hombros de esta y la besó tiernamente en los labios en un gesto de agradecimiento por los favores recibidos. Carlota recibió el beso con mucho agrado. Agarró a Rosa por la cintura y alargó el beso sacando un poco la lengua, sabedora de que Rosa la recibiría con gusto. Hizo lo mismo con Juana, tal como había hecho con Carlota.

Las tres repetirían su experiencia lésbica probando y experimentando nuevas técnicas. Sin embargo, no por ello, habían renunciado a su deseo de conocer al hombre con quien se casarían. Las tres se unirían para conseguirlos. Pero eso será otra historia.


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