TAQUICARDIA

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CAPÍTULO DOS.

SENSACIONES

El tiempo pasó y se convirtió en varios meses en los que me armé de valentía para hablarte. Ahora estamos sentados, los dos juntos, compartiendo la clase de Anatomía.

En ningún momento escucho lo que dice el profesor, solo observo tus labios rellenos... Y es que no puedo dejar de mirarlos. Son la tentación carnal más malévola que  pude haber descubierto en mi corta vida.

Desvío la mirada cuando me hablas y finjo prestar atención a la clase.

Por favor, en todo este tiempo, aún tu voz me endulza mis oídos. ¿Por qué eres asi? Sabiendo que es más que obvia mi escasa posibilidad de tenerte acurrucada entre mis brazos, dispuesta a amarme, te atreves a continuar con tu pequeño juego. Ese en el que usas todas tus virtudes para engatuzarme todos los dias. Te lo ruego, te lo imploro, el dia en que decidas acabar con todo esto, que no duela mucho... Que no me mate. Porque no tengo defensa alguna contra tí. 

Paso saliva al darme cuenta que no pude descifrar ni una palabra de lo que dijiste. Estuve tan ensimismado en tu belleza que no me di cuenta de lo rápido que pasó el tiempo.

Frunces el ceño y me regañas por mi falta de atención. 

- Eres muy tierna.

Me escucho decir. Al darme cuenta de lo que digo, abro desmesuradamente mis ojos, espantado. Pero, oh, por favor, ¿Por qué te sonrojas? ¡Golpéame!¡Ignórame!¡Pero no me hagas esto!. No, no, no bajes la mirada, no te quedes callada. Dime que te doy asco, que me sobrepasé.

Llevo una mano sobre mi pecho, y lo presiono con fuerza al sentirlo latir con salvajismo. 

- Me agradas.

Me dices en voz baja.

¡No! ¡Te pedí que no me mates!, Por favor, ¡No sé en qué idioma pedirtelo!.

Me quedo sin aire... Sin habla.

Soy un estúpido, mi amada musa, porque caigo en todos tus trucos. 

Y otra vez, maldigo a cupido. 

Es definitivo, estoy a tus pies. Porque me haces sentir muchas cosas. Tus largas pestañas, tus orbes grandes y llenos de vida, tu nariz, tus labios llenos y deliciosos a la vista, tu pequeña frente, tu cabello largo y sedoso, tus pequeñas manos, tu grácil cuerpo, tu encantadora y tierna personalidad, tu malvada inteligencia... Oh, todo, absolutamente toda tú adoro con un amor pasional y genuino. Me crean sensaciones que me helan la sangre, que me transportan a otro mundo... Y las odio a todas por igual, pero también las amo. Ah, me siento tan confundido. ¡Que alguien me rescate! Siento... Siento que enloquecí... ¡Ya ni se qué es lo que digo! Me duele... Mi corazón está ardiendo y duele un montón... Son todas estas sensaciones que estoy sintiendo. Se me agolpan en mi ser, y al no saber cómo domarlas, me matan lentamente...

 

 

 


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