Capítulo Primero / Tiempo de Rencor-B

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cuarenta posibles nombres a escoger. Anotándolo como el número 147, dijo a todos.

-Joder, por lo menos son originales. Hacía más de seis meses que no limpiaba las telarañas de aquí detrás.

Los dos muchachos, que en un principio no entendieron nada, terminaron irremediablemente por levantar sus jarras ante todos.

El cincuenta por ciento de los nombres de aquella lista se los debían a la muchacha con más carisma del pueblo. Es así que llevara su nombre en el encabezado. “LISTADO DE NOMBRES ABSURDOS - LINDA ROY”. La noche de San Patricio del año en que cumplió dieciocho, cuando la única taberna del pueblo no cerraba sus puertas en todo el día y tras haber tomado un par de cervezas de más, se le ocurrió la fenomenal idea de buscar nombres alternativos al que ya mantenía por más de veinte años. Intentaba zanjar la manida historia que Milo contaba sobre el origen del dichoso nombre y que ya no podía aguantar oír ni una vez más.

Siempre estaba presente. Su extrovertida personalidad había calado, desde bien pequeña, en el alma de aquellos rudos marineros y agricultores. Cuando a los pocos años de vida se quedó huérfana de madre, todos quisieron ocupar el papel de protector con ella.

El único habitante del pueblo que no la conocía en persona, aparte de los dos jóvenes alemanes, estaba entrando por la puerta y oyendo el enésimo renegar de todos. Alan Takako, japonés de madre sueca, aunque nadie lo adivinaría ni enseñándole una partida de nacimiento, quien siete meses antes había incrementado el listado de Linda en la más que considerable cantidad de diez absurdos nombres, una noche tal que la de hoy, fue informado, entre risas, de la nueva cifra antes incluso de sentarse. Mirando a los dos muchachos les saludo con la cabeza y estos volvieron a levantar sendas cervezas.

Como no podía ser de otra manera, después de su contribución al listado, congenió inmediatamente con todos los del pueblo, decidiendo aparcar su errante vida entre ellos.

El Pub está situado a ciento cincuenta metros del pueblo, en la carretera de salida hacía la costa y hacia la casa faro del viejo Norman Grady, último marinero fallecido mientras faenaba, según rezaba un listado-recordatorio en el Ayuntamiento de Burban. Tras la edificación, un patio con cuatro pibotes de dos metros treinta de altura donde, contaba una vieja historia, los antiguos moradores de la zona empalaban a sus acérrimos enemigos y donde Milo almacenaba una tonelada de trastos viejos, prometiendo siempre despejar lo antes posible.

Por esa carretera, a poco más de quinientos metros, Takako había encontrado un lugar donde parar su resignado deambular de los últimos tiempos. La casa faro del viejo Grady pasó a ser su morada y nuevo y desafiante proyecto, cuando sus obligaciones se lo permitían.

Desde la mesa del rincón saludaron también al nuevo vecino, donde los cuatro amigos comenzaban la segunda ronda.

-¿Nada hoy tampoco?- Preguntó Marcus, no sin antes brindar en honor de Linda.

-No, todo sigue igual, aunque hoy no me ha llamado el agente Bartóli, sino un compañero suyo, ya que el primo de Milo tenía unos días de permiso. Y…, extraoficialmente, me ha dicho que los Estados Unidos y Francia están investigando una red de trata de blancas de Malasia que pudiera estar trabajando en el norte de Australia.

-No sé si preferiría oír que está muerta- balbuceó Hop Cassidy antes de añadir.

-El sólo hecho de pensar que pudiera estar en manos de algún árabe ricachón e hijo de puta, me revuelve el estómago.

-¿Por qué crees que son sólo árabes los que pudieran ser los receptores finales de las chicas raptadas por esas pandas de bestias?. Seguramente nos quedaríamos sorprendidos de donde se manejan los hilos de todo ese mercado humano.

-Ya Marcus, pero sigo pensando que la preferiría ver muerta y que no estuviera pasando por ninguna penuria añadida.

-Por lo menos hay alguien que se mueve. Mucho Scotland Yard, pero no hacen nada. Comentó su hermanastro, mirando a través de la ventana como corría la lluvia sobre las negras piedras.

Después de su aportación, los dos jóvenes alemanes fueron invitados por Takako a unirse a otros tres vecinos que, para tal ocasión, habían juntando dos mesas.

Finalmente, Milo, contó dos bajas y a las 21:30 horas, y de forma oficial, elevó el chubasco al grado de tormenta, comenzando a preparar otra ronda para todos, ya que sabía que iban a pasar en el Pub un laaaargo rato.


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