historia de una secretaria

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Esto pasó hace dos años. Y sinceramente, no me arrepiento de nada. 

Yo empecé a trabajar en una empresa bastante famosa como secretaria. Mi jefe era algo mayor que yo, tenía treinta y nueve años y yo tan solo veintidos. Trabajaba muy feliz, ágilmente. Nunca nadie tuvo una queja de mí. Por eso mismo, cuando mi jefe me llamó para que fuera a su despacho, me sorprendí bastante. No tenía idea ninguna de qué me iba a decir. Quizá un aumento, o quizá me despidiera. En todo caso, fuí a su despacho para saberlo lo antes posible. 

Toqué un par de veces antes de entrar, el preguntó quién era y yo le dije mi nombre. Él me dijo que pasara y entré. Mi jefe se llamaba Pascual. Tenía una voz muy sexy, y era Argentino. Estaba sentado en una silla tras su escritorio, yo me senté en una de las sillas que tenía en frente de él.

-¿Qué quería? -Dije yo, amablemente, y con un poco de miedo.

-Tienes la posibilidad de recibir un aumento -dijo, yo sonreí -Pero no es regalado. Ven, acércate. 

Me levanté y fuí a su lado, observé absorta sus piernas desnudas, enseñando todo su sexo.

-¿Qué sugiere? -Le dije yo.

Él era un hombre guapo, sexy, alto, y mentiría si dijese que no me atraía. Por eso mismo no grité, por eso seguí allí.

-Bueno, simplemente, trabajos extra. No le voy a obligar. -Me dijo. 

Pero yo levanté una pierna y la coloqué en su escritorio, dejando ver mi tanga y mis medias de liga. 

No lo hacía por el dinero, lo hacía porque deseaba placer de aquel hombre.

Él me quitó la camisa, la falda y se desnudó. A los pocos minutos, estábamos desnudos.

Yo tiré todo lo que había en el escritorio y me tumbé, deseosa de placer.

Él se tumbó encima y me besó, pasó al cuello, luego al escote y por fin al pecho.

Yo gemía, gritaba, me encantaba. Pascual jugueteaba con su lengua en mi pezón y yo me dejaba hacer. 

Él siguió bajando y llegó a mi sexo. Se alzó y vió como todo el escritorio estaba mojado por mis jugos, por mi sed de sexo. Me lo comió entero. Primero poco a poco, y luego más rápido.

Pero entonces cogí el mando y lo senté en la silla, yo me arrodillé, y comencé a mamarsela. Rápido, chupando y chupando. Pegué algún que otro mordisquito que lo hizo temblar. Oímos un ruido fuera, él se puso una chaqueta de forma que no pudiera verse que estaba desnudo, como cuando yo llegué, y entró Melanie. Era una chica más joven que yo, tendría unos veinte años. Se sentó y habló algo de unos papeles.

Pascual a penas podía hablar, yo seguía mamándosela, sin importarme que hubiera alguien allí. 

Pero Melanie se dio cuenta. Se agachó y me vio en pleno acto. Yo pensaba que ella iba a gritar, iba a irse y nos denunciaría, pero no. Se agachó, me abrió las nalgas y me las lamió. Así empezó el trío. La desnudamos rápidamente, ella me comenzó a chupar el coño y él la penetraba. Me encantó.

Acabé con un orgasmo. Y con 1000€ más de sueldo.


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