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Estoy en una pradera, la hierba es verde y amarilla a un tiempo. El viento sopla en mi cara. Un sendero me lleva a una montaña. Cuando me quiero dar cuenta estoy cruzando un bosque negro, plagado de árboles retorcidos, de arbustos quemados y plantas que se hunden en la carne. Miedo, frío y sudor. Corro. No se adonde voy pero tengo que llegar y tengo que llegar ya. Tropiezo y me caigo. Al levantarme estoy en una ciudad enorme y sucia. Todo crece por momentos y me agobia, me rodea, gira y me roba el aire, da vueltas y me aplasta. Un mundo de gigantes y yo pequeño. La gente es afilada, manchada de aceite y mellada. Solo puedo agacharme y gemir, gemir como un perro en el rincón de la ciudad gigante. Lloro y lloro, pero de repente me doy cuenta de que no tengo porque, de que yo soy mas grande y mas fuerte y mas listo, de que puedo hacer lo que quiera y soy el dueño del mundo y todos lo saben. Entonces decido dejar la pequeña ciudad, escapar de la miseria y del olor a humanidad podrida; de los gigantes enanos que me persiguen intentando hundirme en su podredumbre, que tratan de agarrarme con sus pequeñas manos afiladas y alistarme en su ejército de uniformados. Descubro la montaña, alta y majestuosa, fría y solitaria, bella y atrayente, poderosa, irresistible. Escalo, ya no soy un gigante, soy parte del mundo. Mis huesos son piedra y mi carne arena, y sin duda mis ojos estrellas. La cima, lo veo todo, ahora todo esta claro. Ahí abajo esta la ciudad con las pequeñas figuras, con sus pequeñas palabras y sus enormes problemas. Se mueven, se besan, disfrutan, se odian, se matan. Yo mientras tanto miro al cielo. Amanece y el cielo se inflama de millones de tonos rojos. Me siento abrumado por la belleza. Es enorme y me oprime. No la resisto y me lanzo al barranco.

Me levanto y ahí estoy frente a mi con un sombrero de copa y una capa. Llevo patines.

Me acerco a mi mismo y me atraganto, hablo en un idioma increíble y lleno de imágenes, me cuento el cuento más grande, las palabras me golpean y me hacen entender. Empiezo a ver la locura acechando, intentando entrar. Se agarra a las piernas, se enrosca y me fustiga. Finalmente se cuela por mi oreja y se hace fuerte. Ahora todo cambia de color, el mundo es un caleidoscopio. Cada persona es distinta, el mundo esta plagado de magia. Es imposible parar de sonreir; todo es fantastico, tiene sentido. Ya nada es imperfecto y no hay tontos, el mundo es genial y cada uno somos una pieza del mecanismo, un mecanismo que cambia y se adapta, que se mueve y gira y hecha humo. La idea de volver al mundo antiguo es insoportable, es como pasar a ver todo en blanco y negro y con dos dimensiones, solo pensarlo me hace entristecerme y agacharme y encogerme.

           Me sacuden, vuelvo a estar en mi habitación. Ella esta a mi lado y me sacude. Me he caido al mundo otra vez desde el cielo.

-         ¿Qué te pasa, estabas balbucenado y tenias una cara rara…, estabas soñando?

-         Creo que si

-         parecias muy feliz…

-         lo era

-         ¿y que soñabas?

-         Soñaba contigo y lo mucho que te quiero

Me di la vuelta y segui durmiendo.


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