HOMBRE DE BIEN

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El amanecer me sorprenderá intentando encontrar un

camino entre la multitud.

Los dedos rosados de la aurora,se deslizan entre los 

últimos jirones de la noche,que claudica con cierta

resistencia pasiva,hasta desaparecer como por encanto.

Busco desesperadamente,por donde huir de mis

semejantes,cualquier hueco me valdrá,por ahora.

Pero estoy solo,en medio de la ventisca que me zarandea

de un lado para otro.

No veo nada mas allá de mi mano y aun esta de vez en

cuando,también desaparece.

Debería abrir los ojos,pero no quiero tener que

arrancármelos,ya no puedo con lo que ocurre  a mi alrededor.

Tanta iniquidad y codicia,imperios levantados sobre cementerios

de vidas y ilusiones,tan profundos y escondidos,que nadie

parece saber que existan de verdad.

Guerras basadas en creencias que predican la paz y el amor entre

los hombres de buena voluntad.

Millones de refugiados,hacinados en campos,donde son pastos

de los iluminados del lugar,del hambre,de la sed,del sol,de las

moscas y de la indiferencia de los habitantes de este primer 

mundo,dejando que nuestra vergüenza se ahogue a solas en

un lugar bien apartado de nuestra conciencia.

Estoy perdido y la multitud me lleva,con su baile frenético a través

de mis edades,como un muñeco desarticulado,sin voluntad propia.

Intento desesperadamente remontar la corriente y cada vez es mas

difícil avanzar.

La masa enloquecida no tiene voluntad,solo creen lo que ven,no conocen

mas,que la idea mezquina y retorcida de la avaricia congénita.

Siento como me clavan sus uñas en el corazón,ese que lucha por escapar

de la maldita sensación de ser cómplice,de los desmanes de este mundo.

A veces tengo ganas de arrancarme la piel,para poder lavarla y frotarla hasta

que reluzca al sol,pero estoy condenado a ver sufrir a otros hombres,mujeres y

niños,sentado en un sillón de mi casa,como si fuera un reality show y mi

obligación fuera indignarme, mientras estoy cenando, como un cerdo.

Cada vez me parece mas absurda la idea de la felicidad, cimentada sobre las

tumbas, que con muestra desidia y indiferencia, se van

llenando de hombres, mujeres y niños anónimos, invisibles, etéreos,

demasiado lejanos, para poder tocarnos con sus esqueléticas y hambrientas manos.

Siento en mi garganta el sabor agrio del vomito reprimido y podrido,

que lucha por escapar y contaminarlo todo.

Ojos anegados de lagrimas de sangre y de dolor, ojos que nunca han

sonreído, que nunca fueron felices, que nunca verán un mañana.

Esos mismos ojos que cerramos a las imágenes y a lo que nos cuentan, por miedo o

por remordimiento, escondidos detrás de una coraza, detrás de la cual

nos creemos a salvo.

Mi corazón sangra y grita su rabia al cielo mudo y sordo, mi alma se revuelca

por los afilados cristales de la verdad, esa que nadie quiere conocer y mucho

menos abrazar, que triste futuro basado en el innoble interés y la avaricia, nos

puede esperar.

Yo os diré cual es el futuro.

La vergüenza del miedo..........de los hombres de bien.

Benjamín. J.Green.

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Alguien dijo una vez;

El mal vencerá, siempre que los hombres de bien......no hagan nada.

Y yo contesto;

¿De que sirve ser un hombre de bien.......si se tiene miedo?.



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