El Dragón de Malaquita (parte 3 y final).

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Llegué a casa y al entrar lo primero que hice fue mirar la chimenea, un resoplido de alivio emano de mi ser, y mi cuerpo entero tembló relajándose; el dragón no estaba allí, el día termino lentamente sin percances, y logre sacar y acomodar muchas de las cosas que aun seguían en sus cajas, aunque la caja que guardaba a la bestia, se hallaba bastante lejos de mi, tras un día de acomodo y reubicación de las cosas, cené ligero como todas las noches y me dispuse a descansar, pero seguía sin poder hallar aquella cama cómoda, y como las noches anteriores decidí ir a por leche tibia a la cocina, al salir del cuarto me detuve un segundo, recordé la noche anterior cuando el dragón aun estaba en la chimenea, y un leve temblor me recorrió la espalda, pero - el dragón no podía estar allí, si lo he sacado-, me dije calmándome y continué mi viaje a la cocina, al regresar con el vaso en mi mano, una imagen sacudió mi ser, y fue tal el temblor que el vaso que llevaba en mis manos callo al suelo; allí, sobre la chimenea, se hallaba una figura envuelta en papel marrón, y a través de las aberturas se podía ver unos reflejos verdes; la figura era el dragón, se hallaba nuevamente en su lugar, aunque recordaba claramente esta ves no haberla sacado, me aterraba demasiado para volverla a colocar, pero allí estaba. Nuevamente entre en mi cuarto y atranqué la puerta, no podía creer lo que mis ojos habían visto, pero si.... allí estaba la figura, fue al otro día cuando la luz del sol me protegía y velaba, que vi con mis ojos a aquella funesta figura colocada por si sola en su lugar, con asombro y temor, me senté a mirarle en mi mesita, mis ojos desbordados miraban impávidos aquella escena imposible, nuevamente coloque sin dudas a la figura en su caja, pero esta vez la envolví en cinta y coloque la caja debajo de un buen peso, aquella fiera no podría salir. El día trascurrió con nerviosismo y temor, temía volver a mi casa y hallar a aquella figura que por si sola se colocaba en su lugar.

Lentamente trascurrió la noche, y yo no podía dejar de pensar en que si la estatua estaría o no sobre la estufa, miraba la puerta cerrada de mi cuarto, y un deseo de mirar se entrelazaba con el pánico de hallarle allí, lentamente pasaban las horas hasta que por fin me arme de valor, apoye mis pies en el frió suelo, y lentamente me acerque hasta la puerta... dude un minuto en si tomar el pestillo, pero así lo hice... demore unos minutos mas en abrirla, pero lo hice 

lentamente, mis mandíbulas apretadas y mis rodillas temblaban, despacio abrí la puerta, y mi pecho se estrujo al ver, allí, sobre la chimenea, el paquete que contenía el dragón, por toda la sala se veían los restos de la caja y la cinta en donde lo guardaba a modo de cripta, cerré la puerta en un total estado de shock, y me acosté como si en un trance me hallara.

Al día siguiente me levante decidido a romperla, en mil pedazos la romperé, me dije, pero recordé el relato de aquella mujer que habiéndole dado muerte a su infiel esposo, ordeno romperla en mil pedazos, y como apareció muerta en su cama...

Aun no se porque estoy desenvolviendo esta vieja y rara estatua que me a sido regalada aquella noche, durante el eclipse de Luna.

¿Fin?


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