24 HORAS EN TIJUANA III

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Volvimos a la Avda Revolución, que no resulto estar tan lejos, durante el camino el niño se quito el hambre con una bolsa de Sabritas. Nos dispusimos a buscar hotel, ya que habíamos decidido quedarnos por la noche. No llevamos nada para aseo, eso no fue inconveniente porque nos iríamos echando leches nada más levantarnos; además yo estaba recién pelao, palante, por lo que no haría falta fijador, le contaba; que habría sido indispensable en otro momento para que nos dejaran entrar en la frontera USA recién levantados, el asentía.

 

 

Nos hospedamos en el _OTEL NEL _ON. Mejor obviar detalles. La ventana daba a la Avenida, enfrente del Hard Rock Café; justo debajo de ella se había instalado un mariachi que estaba en stand by, de vez en cuando alguno tocaba una melodía, entre ellas alguna que me pareció de Julieta Venegas. En la acera de enfrente había otro grupo, con los instrumentos enfundados, lo que le daba más aspecto de “gansteres” que de músicos. También se divisaba la explanada de la entrada de la Garita, la del arco, que se había convertido en un río humano. El DIA caía, era el momento de acercarse a la Sexta.

 

 

 

 

Eran las cuatro de la mañana cuando comuniqué a mi hijo que pasaba de él, que me iba al _OTEL. Lo deje charlando con un grupo de canadienses, con los que coincidimos en Grand Canyon, mientras sonaban los Tijuana Five y Los Tucanes. El camino al _OTEL no fue conflictivo. La mayor dificultad consistió en sortear gringas borrachas en todas las posiciones y ,al parecer, con los pies muy grandes para zapatos tan pequeños. Al llegar a la habitación tuve que decidir entre abrir la cama o echarme sobre ella. Decisión siempre difícil en este tipo de sitios y en el _OTEL NEL _ON aun más. Me dormí enseguida. Me pareció oír llegar al niño que se quejaba de algo, pero no le preste la menor atención; ventajas de ser padre adoptante.

Nos despertamos tarde. Miré el reloj alarmado; porque en la puerta había un cartel que advertía que a las 13 horas se fumigaría la habitación y, por lo dramático del texto, concluimos que se haría sin bichos o con bichos dentro. Entramos al baño, por saludar más que nada y enseguida a la calle.

 

 

 

 

Caminábamos por el “only pedestrian” cuando el niño leyó, en un cartel, que si alquilábamos una bicicleta, pasaríamos la frontera por el carril bici, evitando molestas colas. La molesta cola iba por la marca de 10minutos hasta el control, el precio del alquiler era como si lo hubieras hecho para todo el día, el trayecto en bici era de unos 3 minutos, ahorraríamos 7 minutos, teníamos por delante 1440 minutos sin nada que hacer y era gana de tocar los c....... a los gringos. ¡Joder que te he dicho que no!.

 

Pues que si. Allí estábamos, subidos en unas famélicas bicicletas, con una bolsa de basura, con las compras de ultima hora, en la mano y el pasaporte en la boca. Había que subir una ligera rampa, pasar por un espacio cubierto, donde estaría el control, e inmediatamente se iniciaba el descenso hacia USA.

 

El ultimo tramo de ascenso tenia algo más de pendiente y al pisar el acelerador se salió la cadena, tuve que recurrir a sustituir el pedal por el suelo. En la zona cubierta, en el centro, se veía la figura de un “USA patrol border” de dos metros de altura, 120 kilogramos de peso e impecablemente vestido, el sargento de la Chaqueta Metálica parecía Manolo Guardia Urbano al lado de éste. Y allí estaba yo dirigiéndome hacia el, con la p... camisa gris, pelao palante, sin peinar, en una mini bicicleta y haciendo punta-tacón en lugar de pedaleo. Mi hijo, que me había adelantado, le enseñaba el pasaporte y éste le daba paso sin más tramite, en lugar de una patada en los h...... A mi me daba paso desde lejos. Al llegar a su altura, me sentía tan empequeñecido que no descarto que le pasara por debajo de las piernas. Inicié vertiginoso y relajante descenso y no me había dado tiempo, aun, a frenar cuando un chicano me descabalgaba de la montura con suma habilidad. Se ve que habia mal rollo entre las diferentes empresas de alquiler. O que algun wet-back aprovecha la cuesta abajo para no parar de pedalear hasta Santa Bárbara. No hablamos hasta llegar al aparcamiento.

 

 

Cogimos el coche en dirección a S. D. Oíamos la emisora la ponderosa cuando empezó a sonar el “asereje”. Luego pusimos Shaman de Santana que yo había comprado calentito en México. En un momento ya estábamos en la terraza del hotel, tomando tacos de pescado con Budweiser. Antes de tomarnos la tercera, es decir con la segunda, le advertí que para esa tarde, CONMIGO, tenia cuatro planes posibles:

 

1.- Quedarnos en este mismo lugar y en esta misma postura.

2.- Cambiar la terraza por otra, del centro, y tomar helado.

3.- Pasear por el Zoo, ¡como sabes, uno de los mejores del mundo!

4.- Esfumarte.

 

Ninguna de las cuatro. Acabamos en Sea World. De éste solo recuerdo, hoy, el stand de los pingüinos, tan fresquito, con su cinta transportadora que te hacia el recorrido, tan graciosos. Dimosle tres pases. Le compré, de despedida, un pingüino de peluche en el shop-park.

 

Ya en el avión, se durmió en la pista de aproximación hasta que las cinco ruedas tocaron España. Yo no dormí casi. Recordar los veinte días por la Alta, Media y Baja California, me había reproducido la p..... sardonia.

 

Jmpm 2012


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