BOB DYLAN EN BERLIN I

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Una gira europea más de Bob Dylan, dos incondionales nos propusoeron una escapada directa a Berlín. El Mochuelo tenía que consultar, Paco-Pico y yo lo cerramos en seguida.

Por algún cabo que atar que no recuerdo, nos reunimos los cinco en el auropuerto con mucha antelación, malo, la cerveza empezó a circular. El vuelo, directo, se nos hizo muy breve, el Mochuelo se portó regular.

Los fans iban con prisa para llegar en hora al primer concierto de los dos previstos, éste en Berlín, y 48 horas después otro en Hannover. Nosotros sólo teníamos previsto ir al segundo, así que, el “transfer” nos dejó en la puerta de la Sala, justo en la puerta de un bar en el que nos introdujimos directamente sin pedirnos mutua opinión. Una barra larga, llena de grifos de cerveza nos acogió, a lo largo de ella se distribuían, en perfecta equidistancia, vasos llenos de salzletten y minipretzels. Volvió a correr la cerveza. A través de la ventana, se veía el continuo cruce de tranvías bajo la tenue luz de las ciudades alemanas; el bar estaba casi vacío, lo que permitía oír el ruido de los trenes. Deduje, sin ningún criterio, que estábamos en la zona oriental; en realidad, la vista que allí teníamos, por encima y por debajo de la pseudocortina que recorría el ventanal, podría ser incluso de otro tiempo. Esto último no lo comenté, porque el Mochuelo no está muy viajado y es muy dado a la alarma.

Dimos un paseo por aquella zona, había llovido, lo que le daba aun más un aspecto de posguerra. Al poco, recibimos la llamada de los Dylanadictos y quedamos en un punto al que no presté atención. Cogimos un taxi, el taxista, como casi todos, conocía una zona de España donde pasaba temporadas, en este caso Mallorca; en el trayecto vimos pasar la cúpula del Reichstag, que volaba sobre los árboles de una larga avenida; nos alegramos mucho porque acabábamos ver hacer nuestra primera visita y así no perderíamos tiempo al día siguiente.

La noche, una vez juntos, fue un ir y venir a lugares diferentes y, casi siempre, en taxi, que recuerde tres: el de Denia, el de Benidorm y el que se casó con una de Ponferrada. Salimos vivos, solo en alguna zona tuvimos algún problema; era una coqueta calle, con coquetos clubs, ocupados, básicamente, por parejas y pequeños grupos mixtos, a los que no nos permitían el acceso; el motivo alegado era el de “ausverkauft”. Paco-Pico dijo que el Mochuelo había encabezado la comitiva y que parecía un turco. Lo intentamos en otro lugar con otro encabezamiento y el mismo resultado, yo no lo intenté porque parezco más que turco kurdo; La última tentativa fue reducir la comitiva a tres y encabezó Paco-Pico, el resutado aún peor.

Terminamos muy tarde, descansam,os y tansolo tres horas después ya estábamos en la calle, en la que hacía un fuerte sol. Desayunamos y cogimos un citytour que nos llevó a una zonadelmuro, checkpointcharlie, Brandenburgogate, unterderlinder... El Mochuelo, que se había levantado con los ojos extremadamente hinchados, nada más sentarse en el bus, entró en un semicoma, que solo se interrumpía en las paradas; en las que ponía cara de entusiasmo al comunicarle nuesto nuevo destino, pero solo caras, porque el cuerpo no lo seguía. Bajábamos todos del bus y él permanecía en su asiento y otros cuantos que tomaba prestados; solo lo bajamos, casi en volandas, en una parada, no recuerdo cuál, de lo que queda constancia en una foto en la que aparece bajo una gran estrella roja.

Una vez acabado el recorrido, buscamos un lugar para comer, lo encontramos sin dificultad, y al poco estábamos en una especie de sotano con una solo mea central, en el que estuvimos comiendo y bebiendo cerveza entre cinco y seis horas. Chucrut, codillo, ollas de bockwurst, fuentes de bratswurst, pelkartoffel, schnitzels y litros y litros de berliner kindl.

Al salir, noche cerrada y al hotel, allí sufrimos una conferencia magistral e interminable sobre Bob en todas sus facetas. A que no sabéis, que con el transcurso del tiempo de la música del siglo XX destacará él o solo él, como Mozart o Bach en los suyos. A que no sabéis que el concierto de Dublín del 2000 fue más largo que el de Amsterdam y el peor de todos el de Brujas. El Mochuelo ya no tenía ojos. Afortunadamente, se acabó el hielo y antes de retirarnos, planificamos la ida a Hannover en coche alquilado, ida y vuelta 400 kilómetros. Yo apunté que lo mejor era disponer de un coche con cinco plazas, si no los que fueran atrás se agobiarían, costó lo suyo convencerlos, pero al final cedieron y en eso quedamos.


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