El chico tímido (masturbándose por la webcam)

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Jordi siempre había sido un chico muy reservado y muy tímido. Pasaba mucha vergüenza cada vez que tenía que cambiarse en el vestuario del instituto. Era muy callado y apenas se relacionaba con sus compañeros de clase. Tenía dieciséis años. Su carácter muy reservado le llevaba a estar sólo. No tenía amigos. Pocas veces salía de casa. Solía estar encerrado en su habitación con el ordenador.

Sin embargo, Jordi ocultaba una faceta secreta. Sus padres trabajaban muchas horas al día y eso hacía que pasase más tiempo sólo. Pero a Jordi amaba los vídeos pornográficos. Pasaba horas visitando webs para mayores de 18 años y viendo todos los videos posibles. No obstante, tenía una muy especial preferencia por ver a otros chicos masturbándose.

Era su pasión. Tanta soledad y tan poca relación con otros chicos (no tenía amigos) causaban esta filia. Estaba sólo en casa, navegaba en internet y visitaba una página para adultos. Veía el vídeo: un chico amateur moreno se grababa mientras se hacía una paja. Seguidamente él, mientras el chico del vídeo se la cascaba, se bajaba la bragueta, se sacaba el pene y le acompañaba. Así se la cascaban los dos.

Ahora visitaba otra página. Abría el vídeo y un chaval rubio y de pelo largo se sentaba en una silla, jugaba un poco con el pene, y ale, mientras el chaval rubio se machacaba con rabia Jordi, sin despegar los ojos de la pantalla, se la machacaba también.

Pero no sólo se conformaba con pelársela viendo un vídeo grabado de otro chico. Su carácter introvertido y su marginación hacían que fuese un paso más adelante. Un día de soledad y encierro en su casa, aprovechando que no había moros en la costa, probó algo nuevo.

Se colocó sentado en su asiento, justo enfrente del ordenador, conectó la webcam y visitó un chat con vídeo. Estuvo esperando hasta que apareciese alguien por el otro lado de la cámara. Y así fue, tres chicos veinteañeros, vestidos, aparecieron al otro lado de la webcam, entre risas y cachondeo. Pero Jordi, a pesar de la diferencia de edad, porque tenía dieciséis años, no tardó en saludarlos.

Y muy seguidamente, sin que apenas estos chicos pudiesen enviar mensaje alguno, Jordi envió el siguiente mensaje:«¿Os gustaría que os mostrase mi pene?» Ellos, aunque no parecían andar por la acera por donde Jordi paseaba, quizás para cachondearse, respondieron que sí.

Entonces Jordi se levantó del asiento y de un solo tirón se bajó los pantalones y los calzoncillos a la vez, hasta quitárselos y quedarse completamente desnudo de cintura para abajo, porque arriba llevaba una camiseta de manga corta. Una vez desnudo de cintura para abajo se sentó de nuevo en el asiento donde enfocaba la webcam, para que los tres chicos pudiesen ver.

Se la movió hacia los lados, de izquierda a derecha y de derecha a izquierda, pero sin cascársela. Los chicos se reían mientras veían como Jordi la cambiaba constantemente de lugar, acariciándola mientras la movía y tocándose los huevos. Uno de los chicos envió el siguiente mensaje: «¿Por qué no nos enseñas la cara y a sí te vemos mejor?»

Jordi no respondió pero, sentado en el asiento en la misma posición, movió la webcam de forma que se le veía desde los muslos hasta toda la cabeza. Y mientras que con la mano izquierda se la movía, con la derecha envió otro mensaje: «¿Queréis ver cómo me hago una paja?»

Respondieron que sí. Jordi cogió un bote con lubricante, lo abrió y echó un buen chorro sobre el pene, que aún estaba dormidito. Volcó el lubricante por toda la longitud del pene que, a decir verdad, no era mucha. Luego con la mano se lo extendió como con una paleta, cubriendo todas las zonas en las que no estaba el gel. Echó gel también, como si se tratase de un pastelero, sobre los testículos, y con la mano lo extendió bien por los huevos, porque los tenía como duros como una nuez.

Ya embadurnado todo el pene, incluido los enormes cojones, que para su edad los tenía muy grandes, eso sí, envolvió fuertemente con todos sus dedos la punta del pene y se lo estiró todo lo abajo que pudo, pringando con el lubricante que quedaba en la mano toda la cantidad de vello que tenía el pubis, pues lo tenía muy denso y espeso para tener dieciséis años.

Una vez la mano abajo, volvió a subirla hacia arriba. Pero conforme se masturbaba, su mano ascendía y descendía más deprisa. Mientras, los tres chicos lo miraban partiéndose el culo, con grandes risas y carcajadas der ver lo que veían. Pero pronto de que Jordi empezase su paja, se cansaron ya de verlo y desconectaron la cámara.

Entonces Jordi volvió a quedarse sólo, delante de la pantalla del ordenador, con el pene tieso y lleno de lubricante. Esto fue una gran decepción para él. Pero la cosa no quedo en ese lugar, sino que su mente quiso provar nuevas maneras de excitarse...


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