A mi mujer le gustan las mujeres, (parte I ).

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Se ha encendido la luz roja del piloto que hay sobre la gran consola del estudio insonorizado de la radio, indicando que salen al aire. -Buenas noches amigos oyentes, son las 12:30 am y como cada noche, estoy estoy aquí  para escuchar vuestras  experiencias más íntimas, muchos de vosotros ya me conocéis, y conocéis mi programa, pero para los que me escuchan por primera vez, mi nombre es Roxana, y queremos brindaros la oportunidad de que podáis abrir vuestras mentes, vuestros corazones y vuestras almas, sin temor a ser juzgados. el ring. ...ring....ring...de una de las líneas abiertas a los oyentes, interrumpe la presentación de la locutora. Parece que tenemos una llamada,-Buenas noches, saluda Roxana al interlocutor. -como te llamas? ....pero no obtiene respuestas. -Hola, estas ahí? - no temas, estamos para escuchar tu historia, no para juzgarte. Por fin, una voz temblorosa responde, -Hola soy Carlos. Muy bien Carlos, que quieres contarnos?- pregunta la locutora. Carlos traga saliva y carraspea la garganta, porque las palabras se le atragantan, ejem...ejem...y lentamente empieza a contar su historia. -hace algún tiempo descubrí que a mi mujer le gustan las mujeres, dicho esto, guardó silencio, hasta que  la voz suave y sensual de Roxana interrumpió su circunspección, Carlos continúa por favor, le apremia esta. Carlos limpia su garganta nuevamente, y continúa, -hace mas o menos un mes, buscando unos documentos, descubrí  por casualidad que mi mujer tiene un diario, al principio no quise leerlo, es más, lo volví a dejar en su sitio sin siquiera abrirlo y me olvidé de él, hasta que una noche en la que no podía conciliar el sueño, encendí la lamparita, cogí un libro de los que estoy leyendo, de la mesita de noche y me puse a leer. Para entonces, Sara, mi mujer, llevaba un rato dormida, yo había avanzado unos cuantos capítulos en mi libro, cuando la respiración relajada de Sara, esa que indica un sueño profundo, se tornó acelerada, en un  principio hice caso omiso, pero Sara comenzó a retorcerse y a jadear palabras inaudibles, a mi parecer sus movimientos eran sensuales, tanto, que noté que se me ponía dura, tuve la intención de acariciarme mientras la observaba jadear y retorcerse, hasta que la oí pronunciar un nombre, un nombre!, mi excitación se convirtió en frustración, un nombre!, de repente el sueño de mi mujer se calmó. cerré el libro, apagué la lamparita,  he intenté dormir, pero no pude, pasé toda la noche dándole vueltas a la cabeza, pensado en el sueño fogoso de mi mujer, y entre cavilación y cavilación comencé a preguntarme, -por qué tiene un diario?, -con quien estaba soñando?, -será sólo un producto de su imaginación?, o tal vez de la mía?, y entre cavilación y cavilación me quedé dormido...


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