Hablando de sexo II

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Decidimos irnos de ese café, puesto que había ya muchas miradas curiosas, y como ya era buena hora continuamos nuestras charlas mientras tomábamos unos vinos y unas tapas en un local de cerca. Acababa de empezar la noche, y no sé por qué intuía que iba a ser una gran noche. Son de esas noches que no te esperas y que después no puedes olvidar.

Cerca había un bar de tapas al que solía ir a menudo, puesto que tenían unas tapas muy ricas y el vino era aún mejor. Como casi siempre, estaba prácticamente lleno y únicamente había una mesa libre, al fondo. No me gustaba esa zona porque hacía más calor y daba de paso al baño, pero aun así nos sentamos. Sara, aprovechando el calor, se quitó la chaqueta y un jersey fino que también llevaba y no se había quitado en el bar anterior. Y no me extraña, porque debajo llevaba una camiseta muy ajustada, que además de un gran escote dejaba entrever el comienzo de su sujetador de encaje. Yo hice lo propio aunque ni tenía tanto escote ni dejaba entrever el sujetador (por que no llevaba básicamente).

Nos pusimos a hablar de nuestras cosas,  mientras nos reíamos cada vez que un chico pasaba o volvía del baño y se quedaba embobado mirando el escote de Sara. La verdad es que a mí también se me iba la vista de vez en cuando… Lo que más gracia me hacía era una pareja que había en la mesa de al lado. La chica estaba de espaldas a nosotros, y el chico de frente, de forma que no paraba de mirarnos, sobre todo a Sara. Se estaba poniendo rojo y nervioso, aunque no sé si era por el escote que estaba observando tanta veces o por miedo a que su pareja le dijera algo. Sara me propuso insinuarnos un poco, para poner aún más nervioso al chico, pero yo la convencí de que desistiera alegando que no era ético y que ya tendríamos tiempo en toda la noche de insinuarnos.

Mientras la convencía, un chico pasó de camino al baño, mientras clavaba su mirada en mis ojos. Una mirada intensa, conocida. Me quedé pensando, puesto que esos ojos, esa cara, me resultaban conocidos. Seguimos hablando esta vez de ropa, y mientras Sara me contaba que se había comprado un vestido muy mono que quería estrenar antes de que hiciera mucho frio, yo seguía pensando de qué conocía al chico de la mirada. En esto volvió a pasar, y tras echar una breve mirada al escote de Sara me volvió a mirar. Entonces caí en la cuenta. Le conocía de una noche loca de fiesta hace como medio año. Una noche que empezó como esta y acabé follando con ese chico en un parquecito al lado del rio, y la verdad, no estuvo nada mal. Tal vez si me le encontrase luego por ahí repetiría…

Sara, viendo mi cara de despiste me preguntó por el chico, y tras contarle la historia (con todo detalle, por lo menos la parte que recuerdo) me confirmó que el chico, al margen de sus dotes sexuales, estaba de buen ver. También me confirmó que una de las últimas noches que habíamos salido juntas fue ella la que acabó bien acompañada en ese pequeño parque. Yo, casi sin pensar, la dije que tal vez hoy acabásemos las dos esa noche bien acompañadas en ese parque. Sara se rio y acabamos comentando una noche en la que nos enrollamos con dos hermanos que estaban de vacaciones y yo me tuve que conformar con hacerlo en el coche, porque sólo tenían una habitación y a suertes le tocó a Sara.

 

Otra vez, sin darnos cuenta, al igual que el bar anterior, habíamos conseguido que la gente se fijara en nuestra conversación y nos mirara de reojo. Claro que esta vez las miradas se dirigían más a nuestros escotes.

Ya después de unos vinos decidimos salir hacia algún pub más movidito, en busca de buena música y posiblemente buena compañía. Pero eso será otra historia…


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