Me cambió la vida (Séptima parte)

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Para darle un poco de respiro a mi cuerpo, y tener un poco de tiempo para tratar de recuperar mi menguada potencia no se olviden que ya no soy un pibe y cada vez se torna más difícil lograrlo- me levanté y le dije:
- vamos a tomar champagne y, sin esperar su respuesta,
me coloqué una bata y bajé hasta el refrigerador en busca de una de las botellas que siempre mantengo frías para casos como este.
Al ir bajando, recordé que había dejado la película en la puertecita del video y me dispuse a guardarla. Me llamó la atención que no estuviera salida del aparato. Me fijé y vi que estaba adentro y yo estaba seguro de haberla sacado. Alguien había estado viéndola mientras nosotros estábamos en nuestra faena en mi habitación. Y, de haber sido así, la única persona que podía haber sido era Mercedes ya que nadie más tiene acceso a mi casa.
Mercedes no estaba en los lugares habituales de la vivienda, así que subí hasta su habitación y golpeé. Al no obtener respuesta, abrí la puerta, pero no estaba allí. Después de cavilar un poco, supuse que habría llegado con alguna de sus amigas, vieron juntas la película creyendo que yo no estaba y
habían vuelto a salir.
Sin pensar más en eso, subí a mi habitación con la botella y dos copas.
Allí estaba Olga, acostada boca arriba, todavía con sólo la bombachita puesta. Entonces, ahí sí pude prestarles mucha atención a esos descomunales pechos. Calculé que únicamente utilizando las dos manos podría encerrar un
solo pecho entre ellas. Si bien, por la acción gravitatoria lógica de su peso, las tetas le caían hacia los costados del cuerpo, se mantenían bastante erguidas. Las areolas eran más oscuras y bastante más anchas que las de Mercedes, pero sin exagerar. Eran del diámetro por mí considerado
suficiente para mi gusto. De haber sido mayores quizás no me hubieran satisfecho, estéticamente hablando, claro está. Los pezones, como lo había notado al tocarlos, eran grandes y punteagudos y apuntaban hacia el techo, lo que demostraba la firmeza de esos poderosos cañones.
Al ver ese espectáculo, me tranquilicé. Estaba seguro que jugueteando un rato con esas tetas, hasta una momia volvería a la vida.
Destapé el champagne, serví las copas y, al darme vuelta para darle una a Olga, vi algo, reflejado en uno de los espejos laterales, que me llamó la atención. Disimuladamente, traté de agudizar la vista y, entonces, la vi.
Mercedes se encontraba, detrás de una cajonera, en el vestidor. Nos estaba espiando. Recordé que el día de su llegada había recorrido mi habitación e ingresado al vestidor. Seguramente, había descubierto en ese momento la
puerta que hay al fondo y que desemboca en otro tramo del corredor que da a las habitaciones. Por allí debía haber entrado la muy astuta.
Habría visto la sesión de mamada? Aunque, si no la vio, seguramente la película habría sido suficiente para excitarla tanto como para venir a expiarnos.
La nueva situación fue un nuevo condimento para mi libido. Noté que todo mi cuerpo reaccionaba, en especial mi verga, que ya comenzaba a recuperar su consistencia. Ya estaba listo para darle otro lindo espectáculo. Luz, cámara, acción.....

Me preparé para brindar el espectáculo de mi vida. En ese momento, me sentía un actor de películas pornográficas. El saber que mi sobrina Mercedes nos estaba espiando me provocó una excitación mayúscula. Mi pene iba aumentando
de tamaño rápidamente. Tan solo de pensar en la situación en que me encontraba. Sentí como si hubiera recuperado la juventud de golpe.
Olga estaba sentada al borde de la cama con la copa de champagne en los labios.
Quiero tomar de tu boca le dije.
Ella, con una sonrisa dio un sorbo y se acercó a mí poniendo su boca sobre la mía. Y bebí de su boca. Nuestras lenguas nadaron entrelazadas en el burbujeante líquido.
Tumbándola de espaldas en el lecho, derramé en uno de sus pechos un poco de bebida y lo recogí con mi lengua recorriendo cada centímetro de esa carne, hasta detenerme en el pezón. Me lo introduje suavemente en la boca, mientras
lo masajeaba con la lengua. El pezón fue endureciéndose poco a poco mientras iba creciendo tremendamente, entre los suspiros cada vez más sonoros de Olga.
- Chúpame las tetas... así, así, no pares. Mordeme los pezones... sí..., cómo me calienta, me estás volviendo loca. Estoy por acabarrrrr!!! Chupámelas así... bien fuerte!!! Ahh.... me voyyyy....
Su cuerpo parecía un terremoto. Movía la cabeza como poseída, disfrutando de ese orgasmo como si fuera el último, al tiempo que yo saltaba alternativamente de una teta a la otra cada vez con mayor ímpetu, chupando y mordiendo sin parar, mientras miraba por los espejos hacia donde estaba
Mercedes. Entre la penumbra pude distinguirla con una mano entre las piernas, mientras con la otra se acariciaba los pechos. Seguramente se estaba masturbando con lo que veía.
Oí que Olga me decía:
- Qué bien que chupas las tetas, Juan. No sabes cómo me hiciste gozar. Estabas como desesperado. Creí que me las ibas a destrozar.
- Es que hacía mucho que no veía unas tetas como las tuyas. Me enloquecen.
Mira cómo tengo la pija endurecida.
- De eso me encargo yo, querido. Ahora voy a tomar el champagne a mi manera, ya que tú lo hiciste a la tuya
Y dicho eso, tomó la botella y derramó un chorro en mi verga. Fue como echar agua helada en un hierro candente. Pasó la lengua por todo el tronco y llegó a los testículos, los que lamió con avidez. Vertía el licor y volvía lamerme. Hasta que dejó la botella y se introdujo la pija hasta el fondo de
la garganta. Evidentemente, no tenía problemas con las amígdalas. La sacaba y la volvía a meter haciendo movimientos circulares con la cabeza.
Yo la ayudaba con una mano apoyada en la nuca, mientras hacía gestos de infinito placer mirando hacia donde estaba la espiona.

 

CONTINUARÁ........

Si alguna niña desea ser adoptada por mí como mi sobrina, escríbame a fjjcogh@yahoo.com.ar

 


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