RAUL Y DIANA (septima parte)

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--¿Qué quieres que le diga?. No pienso decirle nada de lo que no sea trabajo. ¿Por qué?--

--Ahora sí que tienes un lio, No puedes tenernos a dos. – sonreía con gesto travieso Diana – Tendrás que elegir ¿No?.

Un gesto de preocupación apareció en el rostro de Raúl. De inmediato Diana con una carcajada, lo abrazó  y le dijo: - Te engañe tontín.-  Y siguió riendo un poco más para reanudar su frase: - No has de preocuparte, en serio, mañana todo será como antes, no ha pasado nada, salvo haber tenido un sueño real. No voy a crearte ningún conflicto ni incomodidad, no pretendo cambiar tu vida. En el fondo te he utilizado estos días para mi placer y a cambio he intentado dártelo a ti y creo que hemos gozado los dos como hace tiempo que no hacíamos.   

Era casi medianoche, Raúl quería madrugar inquieto por conocer el resultado de su idea en el funcionamiento del prototipo. Se tumbaron en la cama abrazados  mirando la tele y pronto el sopor del sueño los invadió a los dos.

Raúl se levantó temprano para ir a la fábrica. Antes de salir le dijo a Diana:  --Si todo va bien a media mañana vengo a buscarte y nos vamos. Vale?—

--Vale contestó adormilada  Diana—

Puso Raúl un beso en la boca de la chica y se encaminó al trabajo.

Eran las once de la mañana cuando Raúl la llamó: --¿Nos vamos a casa?—

--Nos vamos!—contestó Diana.

--Ahora mismo paso a buscarte. Todo ha funcionado a la perfección. Luego te cuento.—y tras despedirse del personal de la fábrica se encaminó al hotel para recoger y emprender el viaje de regreso.

Diana lo esperaba con la bolsa de viaje preparada, Raúl hizo la suya, pasaron a liquidar por recepción, subieron al coche y comenzaron el viaje.

Raúl estaba contento, casi eufórico, por el buen resultado de su idea en el autómata, si bien por momentos un rasgo de preocupación aparecía en su rostro. Diana lo adivinó y se esforzaba por tranquilizarlo pero no pudo evitar que lo que comenzó como una aventura para Raúl se iba tornando en enamoramiento, mientras el principio enamorado de Diana se tornaba en aventura, en un “trofeo” más para su vitrina de amores: Tienes que recuperar tu familia—Le decía—Busca la manera de alegrar la casa, de recuperar la mujer que querías y que aún quieres, encuentra la manera de hacerla rejuvenecer…

Hablaron y hablaron, pararon a comer en la mitad del viaje, siguió la charla y tras un viaje bastante ameno llegaron a casa.

Diana se apeó junto a su casa, Raúl se fue a la suya donde le esperaba su familia. Saludo a todos con los  besos y abrazos y risas de siempre. No advirtió una chispa de brillo en los ojos de su mujer que por alguna razón acababa de intuir la aventura de su marido…

Por su parte, Diana tenía un "Un trofeo más en su vitrina".

Raúl otra por continuar o tal vez por rehacer.

(Continuará) 


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