Familia política

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Me gusta jugar, es un hecho. 

Recuerdo una nochebuena, en casa del que por entonces era mi novio. Tenía un tío, al que llamaremos M, que era igual de juguetón que yo. Recuerdo que nos hacíamos bromas, con segundas, permanentemente. Era un hombre de unos 42 años, alto, guapo y muy canoso. Siempre estaba moreno, y olía de muerte.

Aquella nochebuena coincidimos en casa de los abuelos y cenamos al lado del otro. Las bromas estuvieron presentes toda la noche, pero en petit comité, para no escandalizar al resto de comensales.

Al terminar la cena, yo me fui a una habitación con uno de los niños a ayudarle a armar uno de los juguetes que le había traído Papá Noel. Me tumbé boca abajo en la cama, mientras intentaba con toda la pericia posible poner unas pegatinas en un microcoche sin que pareciese penoso.

Él entró y con el niño delante (pequeño, de unos 3 años) me dijo que con esa postura dejaba poco a la imaginación. Recuerdo más o menos el diálogo. Yo llevaba un vestido negro, escotado y al estar en esa postura faltaban unos milímetros para dejar ver mis pezones (no llevaba sujetador).

-Pues será tu día de suerte,M- le dije.

-Tienes razón, con ésta -su mujer-, que está otra vez con dolor de cabeza, en un rato me tendré que ir a casa... 

-Vaya, con lo bien que lo estábamos pasando -dije yo con una media sonrisa en la cara.

- Y con lo guapa que estás, da pena irse... vamos, me quedaría toda la noche contigo.

Sonreí.

Y tuvo que irse, como había pronosticado. Su mujer, una pija de tomo y lomo, puso punto final a una noche que prometía. Al despedirse noté cómo hacía con su dedo unas formas en mi espalda...

Volvimos a vernos el día de Reyes. Tuve que subir a su casa a por unas cajas mientras mi novio me esperaba abajo con el coche en doble fila. Estaba solo en casa y le hice una mamada. Así de sencillo. No le dije nada, ni le dí un beso, simplemente me acerqué a él y le bajé los pantalones del chándal muy despacio. No me detuvo. Le hice sentarse en un sofá y me incliné sobre él. No me tocó, se agarraba con las manos a los cojines, entre tenso por si alguien aparecía y excitado. Se corrió rapidísimo. El semen le manchó el pantalón,la camiseta, el suelo, el sofá... Después de eso me incliné sobre él, le cogí la mano, la puse en mis tetas y le metí la lengua hasta la campanilla. Me devolvió el beso con pasión. Me giré, cogí las cajas y me fui.

No le volví a ver, unas semanas después lo había dejado con su sobrino que, por cierto, era un imbécil.

Más relatos como este.. y fotos.. y vídeos en: memoriasheladas.blogspot.com


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