Ven y cógeme

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El hombre al que deseé desde siempre por fin está conmigo. Aquí estás. Tu piel blanca, firme; tus manos fuertes y ojos que me inspiran el deseo de ser tuya.

La noche llegó y llena de emociones cada parte de mí. ¿Lo sientes? mis manos tiemblan delicadamente cuando tus dedos tocan mi cintura; mi boca se mueve con deseo de sentir tu lengua al contacto con la mía; la humedad de tus labios sólo me recuerda la humedad de mi vagina.

Mi vagina gotea deseo, ¿quieres tocarla? ¿la sientes? Húmeda, tibia, esperando tu verga dentro.

Me arrojas a la cama 
¿Qué haces?

No me dejas moverme, tu fuerza me tiene pegada a la cama. Me quitas con brutalidad los tacones negros, sientes mis pies y rápidamente los lames. Trato de moverme, pero cada intento es inútil. Quieres hacerme tuya. Lo sabes. No me sueltas.

Deseo que me hagas tuya. No me sueltes aunque tenga miedo...


Tus manos tocan firmente mis piernas. Subes mi vestido y lo quitas de mi cuerpo. Me sientas frente a ti y te quitas los jeans y tus calzones que me separaban del paraíso. No me preguntas, sólo llevas mi rostro hasta tu dura verga. Me obligas a abrir los labios y a dejar entrar en mi boca a tu viril miembro. Es tan duro, quiere ahogarme, quiere estar hasta lo más profundo de mi boca. Mi lengua se mueve con dificultad entre su pene erecto. Me ahogo, pero a ti no te imponta, sólo sientes y sientes y arrojas en mí esa preciosa eyaculación que como, que siento, que escurre en mi rostro...
 

Sabes que te deseo, lo sabes al ver mis ojos y mi rostro lleno de semen. Mis ojos parecen asustados, pero sabes que mi vagina te espera. Abres mis piernas con fuerza y con decisión, las bragas que llevo son arrancadas y metes tus fuertes dedos en  mi cavidad de deseo. No puedo dejar de sentir un ardor caliente como fuego que recorre mi vagina, la sacude. Tus dedos en mí me hacen exclamar y abrir mi boca. Ves mi boca abierta e itroduces tu lengua. Me ahogo, no puedo hablar.  De mi boca gotea saliva tuya, la mía, la nuestra. Tus dedos siguen en mí; entran y salen, sacuden mi vagina, tocan mi clítoris.

Estás sobre mí. Tu verga se alza y entra decididamente en mi vagina. Exclamo. Tu fuerza puede romperme ¡Rómpeme! ¡No saques nunca tu verga de mí! ¡No la saques nunca!


Esa verga entra en lo más pronfundo. Tu cuerpo y el mío son uno. Tus manos tocan mis senos firmemente; los presionas y sus formas ahora pertenecen a tus manos.

¡Sigue penetrándome! ¡Duro, duro, muy duro...!


Me volteas, estoy boca abajo. Puedes ver mis nalgas redondas esperándote. Penentras mi vagina con fuerza, tanta que grito.

Mis gritos son tus orgasmos, y tus orgasmos son mi deseo.

Mientras me penetras boca abajo, tocas mis nalgas, las golpeas una vez, y otra, y otra y otra, pero mis nalgas quieren más y mi vagina húmeda reclama tu pene erecto.

Ya no puedo, pero insistes. Mis pernas están aún abieras y mi vagina está roja. Mis nalgas tienen huellas de tus manos, y semen aún se mantiene en mi cara.


¡Ven y cógeme!
¡Cógeme! ¡Cógeme siempre! ¡Cógeme!
¡Deja mi vagina roja hasta que ya no pueda más y cuando no pueda sigue dándome!
¡Entra en mi boca y ahógame con tu semen!
¡Siente mis senos y juega con ellos!
¡Mira mis nalgas, golpéalas y mete tu pene en mi ano!
¡Toma mi cuerpo y siente el orgasmo...!

¡Dame!
¡Dame!
¡Dame...! 


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