Caronte

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- No estés triste,...sé que ha sido una pérdida dura, pero hablar de ello siempre ayuda...

- No estoy triste y no ha sido una pérdida sino un préstamo que, a decir verdad, voy a recuperar muy pronto.

- Vamos joven no seas ingenuo ja ja ja, no es a mi a quien debes engañar, pues yo no tengo la culpa de nada. Vender tu alma al diablo es siempre algo duro de afrontar y por mucho que te hayan prometido, terminas siendo conciente de que en el fondo nunca es un buen trato; por aquí estamos todos igual,...- Dijo el barquero al tiempo que su huesuda mano se apoyaba en mi hombro con una delicadeza que, en aquella situación, resultaba a la par desagradable e incómoda.

- ¿Por qué demonios te empeñas en presuponer lo que pienso cuando pocas personas lo saben? No tengas las pretensiones de un profeta siendo únicamente el barquero de una Laguna Maldita. Mi pérdida no ha sido tal, pues no lo considero así. Sé que mi alma estará a buen recaudo y que me uniré a ella tarde o temprano. Ese no es el motivo de mi tristeza, precisamente porque no estoy triste, por mucho que ansíes verlo así para consolar tu propia pesadumbre.

- Engáñate el tiempo que quieras - Respondió con el aire altivo del que se cree en poder de la verdad absoluta - pero está claro que si estuvieses alegre, no tendrías ese aire alicaído del que lo ha perdido todo y nada espera del porvenir.

- Puede que mi actitud sea esa porque detesto estar en este barco lleno de cadáveres en pena, que navega sobre unas aguas de alquitrán infestadas de inmundicias y de almas descarriadas. O tal vez sea porque no me gusta que me interrogue quien debe limitarse a cumplir con su trabajo. En cuanto pise la orilla te desvanecerás en mi recuerdo y no serás más que una neblina disipada por el tiempo.

- Tal vez estés en lo cierto - Dijo bajando inapreciablemente su cabeza envuelta en una capucha negra -. Cuando tu vida es tan monótona como lo es la mía, lo único que te queda es raspar virutas de las vidas que por aquí pasan de soslayo e intentar que alguna de ellas guarde un grato recuerdo del viejo barquero, que les condujo un día a la desesperación eterna,...o a la libertad que a ti parece que te espera.

Fin del trayecto, disfrute de su estancia.


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