Rohir (Segunda Parte)

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Pasaron dos días desde la terrible noticia y las aguas volvieron a su cauce .  Las pequeñas criaturas  se olvidaron rápido de Metzacal, la terrible Raposa, e hicieron como si nada pasase, volviendo a sus quehaceres diarios. El otoño penetraba en Valle  y el ambiente cada dia era más gélido .El bosque parecía ir cayendo en un profundo sueño y la lluvia visitaba de vez en cuando las copas doradas de los árboles. Apenas se oía un crujido salvo el del viento frio sobre las ramas.

Aquella tarde Lizzy , la hija del molinero,  salía a hurtadillas de su madriguera. Su pelaje blanco resplandecía en la penumbra creciente. Había muchísimos motivos para no corretear solo por el bosque en aquellos momentos (vosotros ya los sabeis)  y menos aun cuando la luz dorada de la tarde se retiraba ya y la negrura descendía sobre los caminos. Pero Lizzy tenía una poderosa razón para arriesgarse así: estaba enamorada. Durante aquella tarde tumultuosa en la Hojarasca de hacía dos días, no pudo evitar fijarse en aquel ratoncito viajero que provenía de la capital y que no paraba de preguntar sobre Rohir. No sólo era apuesto, sino que además resultó ser un galán. Cuando ella se acercó tímidamente a él , no tardó ni un segundo en caer en sus brazos. Si su madre lo supiera le daría un ataque , pero la anciana dormia y Lizzy había aprovechado para acudir al lugar de la cita en lo profundo del bosque. Reor le había dicho que le tenía una sorpresa guardada, ¡y a ella le encantaban las sorpresas!.

Llegó al lago donde habían quedado con la lengua casi fuera. Con una pequeña antorcha en la mano, y arrebujada en su capa temblando de frio, empezó a llamar a su amado.

-¡Reor!

Las aguas permanecían tranquilas y oscuras,  y sus sensitivas orejas sólo captaban el silencio alrededor. El miedo empezó a reemplazar a amor ciego. De pronto sintió que algo le agarraba por la cintura y soltó un grito. Se giró y vio al ratoncito viajero partido de la risa.

-¡Tonto! !Me has dado un susto de muerte!

-Lo siento amor mío, no he podido evitarlo. !Pero…no te enfades!

Lizzy permanecía con los brazos cruzados con el ceño fruncido.

-¿No quieres ver tu sorpresa? – dijo Reor juguetonamente.

Una sonrisa iluminó la cara de Lizzy otra vez.Reor la cogió de la mano y la internó en la espesura. A los pies de un gigantesco olmo seco, entre sus raíces, apareció un mantelito a cuadros  al lado de una hoguera crepitante. Reor se había esmerado en que la escena tuviera la apariencia más romántica posible y al parecer funcionó, porque Lizzy emitió un gritito de alegría.

-¡Qué  bonito!

Permanecieron un rato abrazados , cobijados por la hoguera, mirando al lago en silencio, hasta que Lizzy habló.

-Tienes que conocer a mis padres, les vas a encantar.

-No sé yo, ¿no es un poco pronto? – Reor no tenía  en realidad ninguna gana de conocer a los padres de ella.

-Tal vez..- dijo Lizzy no muy convencida.

El profundo silencio y la negrura que iba devorando al lago fue haciendo crecer el temor en la ratoncita:

-Deberíamos irnos –propuso

-¿Por qué?¿No estas agusto?.

-No es eso amor mío – respondió Lizzy dándole un beso en la mejilla a su amado- Es que no se oye absolutamente nada, y la oscuridad…

-No tienes nada de lo que preocuparte cielo

-¿Vosotros creéis? – dijo una voz ronca sobre sus cabezas

Ambos ratones miraron hacia arriba y vieron unos colmillos sonreír burlonamente.

-¡Corre Lizzy! –grito Reor.

La ratoncita empezó a gritar sin poder controlar su pánico. Reor tiro de ella tratando de ocultarse fuera de la luz de la hoguera, pero una enorme zarpa, rápida como un rayo, le arrebató a Lizzy de su mano y le hizo caer de bruces en la oscuridad. Se giró con rapidez y por primera vez vio a Metzacal. Supo que era ella al instante. Su pelaje pardo grisáceo brillaba al lado de la hoguera y su ojo ciego, surcado por una cicatriz horrible, le miraban intensamente . Lizzy se había desmayado del golpe y la zorra la sujetaba por la cola haciéndola balancearse juguetonamente.

-Vaya, vaya. Mira que me he encontrado por aquí. Y yo que pensaba que esta noche me iría a la cama con el estómago vacío- rió la raposa.

-¡Suéltala! – exigió Reor reuniendo todo el valor posible, sin embargo sus patas temblaban inconteniblemente.

-¿Soltarla? Hum…no sé. ¿Por qué debería hacerlo?

De repente la zorra dio un brinco terrible y su morro se detuvo apenas a unos centímetros de la cabecita de Reor. Podía oler el aliento a carne podrida a través de los colmillos de la bestia, que no paraba de salivar.

-¿A caso estas en posición de exigir nada?-pregunto amenazadoramente

El ratoncito empezó a llorar, muerto de miedo. Metzacal reía , y su risa hacia que las criaturas del bosque se escondieran más aun en sus madrigueras. Presa de la desesperación soltó:

-Buscaré a Rohir y te dará una lección, como la última vez.-

-¡Rohir! – la voz de la raposa sonó como un trueno. Con rapidez letal  tumbo al ratón bajo su zarpa, apretándole contra el suelo.

-Rohir…!maldigo ese nombre! –dijo escupiendo. Y  después de pensar un segundo  dijo sonriendo:

-¿Tu sabes donde esta Rohir? ¿Verdad?

-Sí..si..

-Pues vas a ir a buscarle y le vas a convencer de que venga a mi madriguera. Él sabe dónde está. Entonces posiblemente no me coma a esta ratoncita.

-Bien..bien – respondió desesperado el ratón.

-Aunque probablemente acabe devorando a los tres. ¡Tú tráeme a ese asqueroso ratón y ya veremos! ¡Ahora corre! Tienes hasta el amanecer.

Y el pequeño ratón viajero corrió hacia la Hojarasca como alma que lleva al diablo. A su espalda oía como crujían los dientes de Metzacal y como la raposa reía complacida.

 

 


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