Rohir (Tercera Parte)

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A medianoche una terrible tormenta se desató sobre Valle. Los vientos cayeron ululantes sobre los embarrados caminos y las hojas y las ramas volaron por los aires. La fría lluvia se derramaba como una densa cortina y los relámpagos estallaban en el cielo resquebrajando las nubes oscuras.

En la planta superior de La Hojarasca Rohir y Mesalina dormían arrebujados el uno en el otro. Se oía crujir la madera y el vendaval azotaba las ventanas. Sin embargo , allí dentro el ambiente era cálido y acogedor y las ultimas brasas del hogar brillaban rojizas en un rincón.

De pronto alguien empezó a  golpear la puerta de la posada en la planta de abajo con inusitado fresesí. ¡Pom! ¡Pom! Rohir  y Mesalina se despertaron sobresaltados.

-¿Quién demonios llama a estas horas? ¡Santa Ratona!, ¿por qué no para de aporrear mi puerta?– gruño sacudiéndose las legañas el posadero.

Bajaron la escalera de madera envueltos en las sábanas. Mesalina llevaba un candil en la mano.

¡Pom! ¡Pom!

-¡Ya va! ¡Maldita sea! ¡Va a tirar mi puerta abajo!.

Cuando abrieron , en el umbral apareció un ratoncito calado hasta los huesos. Tenía los ojos muy abiertos de espanto y los dientes le castañeaban sin cesar. Cayó de rodillas exhaustosobre el suelo de la posada.

-La va a devorar…la va a devorar..la va a devorar- no paraba de musitar temblando.

Rápidamente Mesalina le arropó con la sábana y le acercó hasta la chimenea. Echo una preocupada mirada a su marido:

-¿Quién es?- susurró

Rohir, que se había quedado petrificado, reaccionó:

-Es..ese raton viajero..¿cómo se llamaba? Ah si, Reor, viene de la capital creo.

El recién llegado rompió a llorar.

-Voy a preparar un cuenco de sopa caliente, eso le tranquilizará – dijo Mesalina y se metió a la cocina.

Rohir le paso un brazo por encima y le dió unas palmaditas:

-Tranquilo jovencito. Aquí estas a salvo.

Con los ojos enrojecidos el ratoncito respondió histérico:

-¿Es que no lo entiendes? ¡La va a devorar! ¡dijo que si no vas va a comérsela!

Rohir agarró fuertemente por los hombros al muchacho:

-¿Quién dijo eso? – le pregunto zarandeándole.

El ratoncito con lágrimas en los ojos musitó:

-¡La zorra! ¡Metzacal!

Mesalina, que salía de la cocina en aquel momento, se quedó pasmada y dejo caer el cuenco de sopa con gran estrépito.

-Metzacal…- susurró apretando los dientes Rohir mirando hacia la ventana.

-¡Tienes que ir! – dijo con voz chillona Reor

-Tienes que tranquilizarte muchacho, cuéntamelo todo, ¿a quién ha atrapado la zorra?

Frotándose los ojos cansados, el ratoncito comenzó a relatar que sucedió:

-Fue culpa mía. Nos enamoramos. Entonces yo preparé aquel picnic en el Lago Grande . Era muy tarde y estaba muy oscuro , pero había encendido una hoguera así que mirábamos hacia el lago abrazados. Ella tenia miedo. De repente oímos una voz riendo, como de una vieja,  estaba sobre nuestras cabezas. Yo corrí pero la zorra fue más rápida y la atrapo. ¡Pobre Lizzy!

Mesalina se llevó las manos a la cabeza:

-¿Lizzy? ¿La hija menor del molinero?

Rohir se levantó de la silla y agarro por la solapa al joven ratón con virulencia:

-¡Cabeza de chorlito! ¿Cómo se te ocurre llevarla  al Lago sola y de noche? ¡La culebra te lleve!

-Lo siento..!lo siento tanto!– y arrancó a llorar otra vez , entre sorbos añadió: …dijo que tenías que ir a su madriguera antes del amanecer o… se la comerá.

Mesalina se acercó a su marido y agarro con sus manitas blancas su cara:

-¿No estarás pensando en ir?

-No tengo otra opción Mesalina.

-¡Te matará!

 Rohir se levantó de la silla apartándose de su mujer y la miró con severidad:

-¿No le has oído?. Es culpa mía, ¡la zorra me busca a mí! Por eso cruzó el Paso y volvió a Valle..para vengarse. ¿Qué voy a hacer si no? ¿Quedarme aquí? ¿Dejar morir a la pequeña Lizzy?

-No eres un héroe.. simplemente tuviste suerte- respondió entre sollozos Mesalina.

-¿Crees que no lo sé querida? Si no hubiera sido por el viejo Topo hubiera muerto aquel día, ven aquí.. – y Rohir atrajo a sus brazos a su mujer y la apretó fuertemente.

Le dio un beso tiernamente y la apartó con delicadeza:

-Tengo que buscar mi armadura..

-¡Iré contigo! – dijo de pronto la ratona.

-¡No! Tú te quedarás aquí. Y tú también – añadió señalando a Reor- bastantes problemas has causado ya esta noche.

Y dando media vuelta  subió las escaleras con paso resuelto hacia la habitación de arriba.

-lo siento de veras- dijo Reor un poco más entero.

Mesalina, con los brazos cruzados y el ceño fruncido, miraba hacia la escalera por la que acababa de subir su marido. En el exterior, las ramas agitadas por el viento golpeaban el ventanal.

-No lo sientas tanto muchachito. Voy a seguirle sin que se dé cuenta, ¡y tu vendrás conmigo! Pero hasta que no salgamos no digas ni una palabra. ¿Entendido?

Reor estaba tan asustado que no dijo ni “mu” cuando Rohir volvió a bajar las escaleras

 

 

 

 

 

 

 

 


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