Las apariencias engañan (11ª parte)

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Javier llevaba poco tiempo esperando, seguía bastante afectado por la resaca del día anterior, pero se sentía tan culpable que necesitaba disculparse con Lucía lo antes posible, Carlos le había comentado que Lucía solía ir a correr cada mañana y cuando Carlos volvió a casa Javier le acompañó con la intención de verla, aunque cuando llegó hasta el portal decidió no subir, no se vio con fuerzas de enfrentarse a la charla que seguramente les metería la madre de Carlos por las horas de llegar.

Al ver llegar a Lucía, creyó morir, ella iba con la cabeza gacha, ensimismada en sus pensamientos y visiblemente triste. Con la ropa de deporte se podía ver perfectamente su cuerpo, había adelgazado muchísimo mas de lo que pudo apreciar el día anterior con aquel vestido, se le marcaban los huesos de las caderas mucho casi no parecía la misma chica que el tenía en su memoria. Estuvo tentado a irse ya que no sabía muy bien que decirle sin descubrir sus sentimientos, cada vez le era más difícil disimular, pero se armó de valor y la llamó.

-       Lucía – le gritó desde atrás, ella iba ensimismada en sus pensamientos, cabizbaja. El grito la asustó y se giró enseguida, sin saber muy bien que pasaba, al ver a Javier se quedó petrificada.

-       Hola Javi- Alcanzó a decir con un hilo de voz, sin poder mirarle directamente a los ojos, aún le resbalaban algunas lágrimas por su mejilla y se avergonzó por su aspecto. Empezó a temblar, no podía controlarse, los nervios se apoderaron de ella.

-       ¿Estás bien?- Preguntó Javier preocupado al verla en ese estado, no se esperaba esa reacción. -tranquila, no te voy a hacer nada… no te asustes de mi, por favor – Dijo angustiado, ¿qué le había hecho para que estuviera así?, se preguntó. 

-       Estoy bien – susurró Lucía, pero los nervios le traicionaron, tenía demasiadas cosas en la cabeza, demasiada pena retenida, demasiados acontecimientos inesperados, no podía controlar su cuerpo y le empezaron a caer lágrimas de los ojos, ella intentaba por todos los medios no hacerlo, pero era incapaz de parar, su respiración era cada vez más rápida, sentía muchísima ansiedad y no podía escapar. 

-       Lucía no llores por favor – le pidió Javier suplicante, visiblemente preocupado – No llores- le dijo acercándose un poco mas.

Lucía no podía decir nada, solo le miraba y se intentaba secar las lágrimas para que el no las viera, se avergonzaba, estaba paralizada frente a el y las lágrimas le estaban empapando, sentía pánico a lo que el le pudiera decir después de la pasada noche.

Javier no soportaba verla así, sentía como se le encogía el corazón, no soportaba ser el responsable de esas lágrimas, no soportaba verla sufrir y necesitaba calmarla de alguna manera. Sin pensarlo demasiado, se acercó a Lucía y la abrazó todo lo fuerte que pudo, apretándola contra su cuerpo para intentar sosegarla y a la vez calmarse el también, notó como el corazón de Lucía latía desbocado, como su cuerpo temblaba, como su respiración se aceleraba cada vez más.

 

-       Perdóname Por favor- Le susurró Javier al oído, ansioso por reconfortarla -ayer me comporté como un idiota, bebí más de la cuenta y no me supe comportar, Lo siento mucho Lucía. Por favor perdóname.

-       Tranquilo – consiguió decir Lucía también en un susurro, con la cabeza apoyada en el pecho de Javier, no podía pensar o decir nada, estar en los brazos de Javier era lo que había soñado desde niña y ahora estaba ocurriendo, tal vez su sueño se haría realidad, tal vez si era posible pensó unas décimas de segundo, pero por desgracia la mente de Lucía no le permitía soñar demasiado, pasó muy poco tiempo, tal vez décimas de segundo, hasta que los miedos de Lucía la sacaron de esa falsa ensoñación. -Ella no era merecedora del amor de el ni el de nadie, ella no era nada y seguro que el lo único que quería era disculparse para quedar bien con su hermano y con su familia, ella no le importa a nadie… - se empezó a repetir mentalmente Lucía mientras intentaba separarse de Javier, estar entre sus brazos no le dejaban pensar con claridad. – No te preocupes Javi- Dijo separándose de el aún alterada- estoy bien.

-       ¿Seguro?- Le preguntó Javier sin querer soltarla, verla tan mal le estaba destrozando y se sentía tremendamente culpable.- ¿podrás perdonarme?- le preguntó levantándole la barbilla con su mano delicadamente para conseguir que ella le mirara a los ojos.

-       Segura, no te preocupes, -le contestó agachando la mirada bruscamente y apartándose de el, le daba la sensación de que si el la miraba a los ojos podría saber todo lo que sentía por el y tenía muchísimo miedo a que eso sucediera. –Javi, no te preocupes, todo está olvidado- Añadió intentando aparentar tranquilidad – Puedes estar muy tranquilo.

-       Pero no lo estoy- Le contestó alterado – Te veo mal y no me gusta…- Javier calló lo que quería decir, no quería que ella se diera cuenta de lo que sentía en realidad- no me gusta hacer daño a la gente Lucía y necesito que todos me perdonéis – dijo al fin.

-       Estoy bien y voy a seguir estándolo Javi – Contestó Lucía sacando fuerzas de donde no las tenía, esas palabras le confirmaban que debajo de esta súplica no había nada mas que la intención de calmar su propio sentimiento de culpa, ella no significaba mas que cualquier otra persona – Lo que pasó ayer para mi ya es historia – siguió intentando aparentar frialdad- y si a ti te parece bien, lo olvidamos y listo, no hace falta darle mas vueltas- dijo secamente.

 

Lucía intentaba por todos los medios terminar la conversación con Javier, necesitaba salir de allí, no podía contener mucho tiempo mas las ganas de llorar que le oprimían el pecho y no se podía permitir que el volviera a verla de aquella manera.

-       Está bien, lo olvidamos… espero que no me guardes rencor, te prometo que jamás volverá a pasar algo semejante.- Dijo Javier con unas ganas terribles de volver a abrazarla, deseaba mas que nada volver a notarla entre sus brazos.

-       No te guardo rencor- Contestó mirándole todo lo fríamente que pudo a los ojos y alejándose en dirección al portal de su casa- y discúlpame, voy a ducharme que he quedado para comer – Mintió con la intención de salir de esa situación lo antes posible, la presión del pecho casi no la dejaba respirar.

Lucía se giró rápidamente en dirección a la escalera, no quería verle mas, necesitaba desaparecer de allí, ni siquiera esperó al ascensor, empezó a subir las escaleras de su casa corriendo.

Javier quiso correr tras ella, pero una mano sobre su hombro lo paró.

-       Creo que no es buena idea - dijo alguien a sus espaldas.

 


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