Una pequeña hoja en un viejo arbol

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Una pequeña hoja, en un viejo arbol.El viento soplaba fuerte. Las ramas estaban apunto de quebrar. El invierno se hacía notar en la tierra. Y solo una única y solitaria hoja quedaba en aquel viejo árbol. Estoica aguantaba contra las fuertes y gélidas embestidas de las inclemencias del tiempo. Como un estandarte de lo eterno. Como si fuese posible aguantar contra el mundo entero.

Lentamente sus rodillas tocaron el suelo. Sus ojos clavados fijamente en aquella hoja. Ignorando todo lo demás. Como si el hielo que sentía en sus huesos no existiera. Durante un rato, el silencio se hizo mas ameno. En ese breve momento, nada importaba. El tiempo no pasaba, la muerte nunca llegaba. El dolor no existía pues durante un suspiro, solo existía aquella hoja, agarrada a la rama del viejo árbol.

Y aquel segundo lo guardo en su alma, como un tesoro. Pues aunque por poco tiempo, vio como algo tan frágil como una hoja, aguantaba a la monstruosa fuerza de la naturaleza. Ajena a la imposibilidad de su hazaña. Desentendiéndose de toda lógica, desafiando a la misma muerte.

Y ahí estaba el. Un simple espectador de un autentico aunque diminuto milagro. Sin poder decir nada, pues incluso el se había rendido ante aquella hoja.

El suelo se teñía de rojo poco a poco. Ya no podía retener la sangre que ávida se escapaba de su cuerpo. La herida era mas grave de lo que parecía. Y el frío no mejoraba la situación. Lo que iba a pasar estaba claro. La muerte llamaba y el tendría que responder tarde o temprano. No podría ocultarse eternamente.

Una ráfaga de viento soplo fuertemente y la hoja de aquel árbol salio volando. Parecía que en venganza el viento se la llevaba para despedazara por tener la osadía de haber intentado plantare cara. Y como aquella pequeña hoja el tendría que rendirse tarde o temprano. Pero quería resistir, como ella, contra el mundo entero. Como si la lógica no existiera. Aunque el no era aquella pequeña hoja.

La muerte estaba frente a el. Erguida silenciosa y paciente. Sabia que su victoria estaba cerca. Expectante ante lo que estaba por ocurrir. Sin ningún motivo concreto la miro a los ojos. Ojos vacíos como la mas oscura noche. La sonrío amablemente y ella le miro confundida. No podía entender como alguien al borde de morir estaba tan tranquilo. Pero eso daba igual. Pues igual que el no comprendía como podía aguantar aquella pequeña hoja.

Una hoja viajo lejos, muy lejos. El viento la mecía suavemente. Mientras un cuerpo cubierto de sangre se quedaba estático a los pies de un viejo árbol. Ahora sin hojas, aunque volverán a crecer. Pero aquel hombre nunca volvería a la vida. Una enigmática sonrisa se asomaba en su rostro. Como si acabase de ver algo maravilloso, un pequeño milagro. Como si durante un segundo nada hubiese importado, salvo una pequeña hoja en un viejo árbol


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