Masturbándome por primera vez

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Desde que me había despertado aquella mañana sentía ardores intensos en mi interior y llegó un momento en el que no pude más y decidí hacer una llamada. Quedamos a las nueve en mi piso. Él no tenia ni idea de lo que le esperaba y lo único de lo que estaba segura yo es que iba a ser una noche de la cual nunca se olvidaría.
Son las nueve menos cuarto, acabo de ponerme mi conjunto nuevo de lencería; un tanga y un sujetador de encaje negro junto a un liguero y sus medias a conjunto. Coloco una silla frente a la cama y oigo el timbre. Me miro al espejo una última vez y voy a abrirle.
Le sonrío picaronamente mientras veo como, plantado en la entrada todavía, se empieza a poner rojo y al bajar la mirada me doy cuenta de que algo crece en su pantalón. Estaba claro que esa nueva versión de mí le gustaba y excitaba.
Le tiro de la camisa hacia dentro y le siento en la silla. Me pongo encima suya y empiezo a besarle, a lamerle los labios, el cuello y las orejas. Puedo notar como su erección crece bajo mi sexo ya húmedo.
Me quito de encima suya, le desabrocho los vaqueros, bajo sus calzoncillos blancos y doy un beso a su sexo. Me siento en la cama.
-Quiero que me mires.- le digo mientras empiezo a acariciar mi pecho. Él, solo asiente con la cabeza.
Tengo una mano en mi pecho y la otra en el cuello. Voy bajándola poco a poco hasta mi pecho, suavemente, acariciándome. Los estrujo con mis manos y me quito el sujetador para que él pueda disfrutar mejor del espectáculo.
Mis manos vuelven hacia mis pechos, los acarician hasta llegar a mis pezones erectos. Me llevo dos dedos de la mano derecha a la boca, los chupo y los llevo de nuevo a mi pezón que se pone aún más duro. Luego hago lo mismo con los de mi mano izquierda.
Le miro. Veo lo grande y duro que está su pene, me muero de ganas de llevármelo a la boca, pero decido seguir jugando. Él, se muere por venir a echarme una mano, pero no le dejo.
Dejo mi mano izquierda en mi pecho, acariciando y pellizcando mi pezón. La otra, en cambio, empieza a bajar suavemente, paseándose hasta llegar a mi sexo, jugando por encima de la tela.
Tengo la boca entreabierta, por primera vez me estaba dando placer a mí misma. Estaba seca pero no era el caso de mi sexo, aún a través de la ropa podía notar su ardor.
Restriego mi mano, me toco a través de mi tanga de tela fina, aprieto mi dedo y voy haciendo movimientos circulares.
Él sigue ahí enfrente, sentado en aquella silla, con la polla cada vez más dura y gruesa y los ojos abiertos como platos. Quiere tocarse, pero no le dejo.
Me vuelvo a llevar los dedos a la boca, me los lamo y meto hasta el fondo mirándole, divertida. Los llevo hasta mi sexo, aparto el trozo de tela y busco mi clítoris. Me noto húmeda, empapada, y me excito cada vez más. Lo encuentro, me pongo a jugar con él como si llevara toda la vida haciéndolo, haciendo circulitos, cada vez más rápidos, más fuertes. Gimo, me retuerzo, tengo la piel de gallina. Me imagino que es su lengua la que juega con él.
Bajo el ritmo y me dirijo hacia la entrada de mi vagina, de mis entrañas.
Empiezo introduciendo un dedo, hacia dentro y hacia fuera, despacito. Poco a poco introduzco el segundo y aumento el ritmo. El placer invade aún más mi cuerpo y mi otra mano estruja más fuerte mi seno izquierdo.
Me masturbo. Sí, me masturbo por primera vez en mi vida y me encanta, me vuelve loca. Meto mis dedos en mí, una y otra vez, más y más fuerte, más y más rápido. Mis gemidos también aumentan y se aceleran. No puedo más, noto mi piel de gallina, mi pierna que tiembla y me corro. Mis jugos chorrean de mi sexo, mojándome entera y yo me siento mejor que nunca.
Me acerco a él y le meto los dos dedos que habían estado en mi vagina en su boca, haciendo que los chupe.
Le levanto de la silla, me bajo el tanga, me siento en ella y acerco su cabeza a mi sexo. No hizo falta más para que lo entendiera. Pasa la lengua por él y lo lame, bebiéndose todo el jugo de mis entrañas.
Sigue lamiendo, mordisqueando, chupando y estirando mi clítoris. Su lengua empieza a dar golpecitos sobre él y me vuelvo a correr con un gemido estremecedor, esta vez, directamente en su boca.
Le levanto por la camisa y le tumbo en la cama. De un tirón le arranco los botones y se la abro. Empiezo lamiéndole el cuello y bajo por su pecho, mi lengua juega con sus pezones duros. Sigo mi recorrido, cada vez más hacia abajo y noto como le dan espasmos.
Llego a la base de su pene y la beso, subo por el lamiéndolo despacito, jugando.. Alcanzo el glande y me lo meto en la boca, entero. Oigo un gemido y como se acelera su respiración y se la chupo, de arriba a abajo, cada vez con más ganas, con más énfasis. Él, con su mano, atrae mi cabeza aun más hacia él, para que entre hasta el fondo. Alcanzo un ritmo nunca visto, él gime y se corre en mi boca. Yo, me tumbó en la cama satisfecha mientras saboreo sus jugos, mientras lo saboreo a él, sin desperdiciar ni una gota..


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