Reencuentro sorpresa II

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Lleva viviendo toda la vida en ese barrio y NUNCA lo había visto. Esto es muy raro ¿Le habrá seguido? No le ha visto en el autobús. Pero, ¿cómo? ¿Y cómo sabía que iría a aquella hora al parque con Nova?

No sabe qué hacer. Si darse la vuelta, salir corriendo y llamar a la policía o ir a preguntarle directamente.

Ambos se miran desde los pocos metros que les separan. Finalmente es Germán quien se acerca.

-          Hola Katia. ¿Cómo te encuentras?

Su voz es suave. Delicada. Habla con calma y dulzura. Y pese a intentar hablar con tono tranquilo, Katia se altera y habla unos cuantos tonos más alto que él. Le habla de forma exacerbada.

 

-          ¿Me estás siguiendo?

-          No.

-          ¿Cómo que no? Tú no vives aquí.

-          Ahora sí.

-          ¿Desde cuándo?

-          Hace dos meses.

-          Mentira.

-          No.

-          Dime en qué calle vives.

-          En la calle Santoña número 14.

Katia abre los ojos de forma ostentosa. Arden. Como ella. Como su furia.

-          ¡Qué coño dices! Ahí vivo yo. ¿Estás loco? Voy a llamar a la policía chalado de mierda.

-          Katia. Cálmate y no grites. La gente te está mirando.

-          ¿Qué no grite? ¡Grito si me da la gana! Que todo el mundo se entere de que eres un pirado pervertido y acosador. Tengo un tío guardia civil. Te vas a enterar.

-          Deja de mentir. No te queda nada bien. Tu tío es farmacéutico.

-          ¿Cómo sabes eso? ¿Desde hace cuánto me espías?

-          Yo no te espío. Pero lo sé todo sobre ti. Por favor, vamos a sentarnos y hablar.

-          ¡No! No pienso ir contigo a ningún sitio. ¿Tan imbécil me crees? ¡Que te den!

Y tras esas palabras da media vuelta y echa a andar lo más rápido posible sin parecer una loca. Pero la verdad, es que está aterrada y es lo único que quiere hacer.

-          ¡Mamá! ¡Mamá!- Grita nada más llegar a su casa. Pero nadie le contesta.

Empieza a mirar en todas las habitaciones pero sin mucha suerte hasta que oye el sonido del agua de la ducha.

Golpea la puerta dos veces.

-          ¡Mamá! ¿Estás ahí?- Espera. Nada. ¿Mamá?

El grifo de la ducha se cierra y se oye movimiento. Alguien se acerca a la puerta y abre.

-          Katia, ¿qué sucede cariño? ¿Por qué lloras?

-          Papá, me están siguiendo.

-          ¿Qué? ¿Qué dices Katia? ¿Quién?

-          Un chico. Le conocí en una fiesta de la universidad. Luego esta mañana en clase y nunca antes le había visto en ella y ahora en el parque cuando sacaba a Nova. ¡Y él no vive aquí como dice! Sabe cosas de mí. De nosotros. De la familia. ¿Dónde está mamá? Llámala. Dile que venga a casa corriendo. Que no esté sola por ahí. Quizás ese loco la atrape y le pueda hacer algo. Hay que ir a la policía papá. Por favor. Llama a mamá corriendo.

El padre mira perplejo a su hija mientras escucha sus palabras. Su hija está muy nerviosa. Casi histérica. La lleva a su habitación y hace que se siente.

-          Cariño, relájate. Todo va a estar bien.

El padre acaricia el cabello de su hija con todo su amor pese a estar aterrado por las palabras que ésta le ha dicho.

-          Voy a por un vaso de agua y enseguida vuelvo.

Cuando vuelve con el vaso de agua lo hace también vestido y arreglado para salir.

-          Toma. Bebe.

-          Estas vestido. ¿Vamos a denunciar?

-          Sí Katia. Venga vamos. Será mejor que vayamos lo antes posible. Por… seguridad.

-          Y ¿has hablado con mamá?

El padre asiente.

 

 

-          Papá esto es el hospital.

-          Lo sé. Quiero que antes de ir a la policía los médicos te examinen.

-          Pero si no me ha hecho nada papá. Te prometo que no me ha tocado.

-          Te creo cielo. Pero será mejor llevar un informe médico.

Allí los médicos le sacan sangre y le hacen diversas pruebas y preguntas.

Una vez tienen todos los resultados se reúnen con padre e hija un par de doctoras. La doctora que habla es joven pero se la ve muy capaz y profesional.

-          Hola de nuevo Katia. ¿Cómo te encuentras? ¿Menos nerviosa?

-          Bueno, un poco.

-          ¿Sigues teniendo miedo?

-          Claro. Un chico me está acosando y mi madre aún no ha llegado al hospital con nosotros. Temo que ese loco le haya podido hacer algo.

La doctora se muerde el interior de sus mejillas antes de volver a hablar. Es una chica tan joven…

 

-          Katia, sé que esto que te voy a decir, te va a costar creerlo y decirlo, es muy duro, pero tu madre falleció hace 3 meses.

 

Pronuncia las palabras lo más lenta y tranquilamente que puede. La deja un momento para asimilarlo. Comienza a ver como Katia empieza a tener una lucha interior. Está confundida. Se pone nerviosa. Su respiración se acelera. Mira a su padre al que le cuesta contener las lágrimas.

-          Papá…

Éste le da la mano y después la abraza.

-          Lo siento cariño.

Es lo único que puede decir.

Las doctoras  miran incómodas a aquél padre con su joven hija que parece tener un brote psicótico. Aún no saben si es breve o crónico. Si el detonante habrá sido la muerte de su madre y que sea ahora cuando se están manifestando los síntomas.

Presenta bastantes síntomas:

-          Ideas delirantes

-          Alucinaciones

-          Comportamiento catatónico

-          Alteración de la memoria reciente

 

Katia mira a las doctoras confundida.

-          ¿Y el chico?

-          ¿Germán?- Pregunta la otra doctora. Katia asiente. – No existe. Creemos que es fruto de tu imaginación.

La doctora sigue hablando pero Katia ya no escucha nada. No es capaz de asimilar tanta información.

¿Es ella la loca?

 

 

Hace más de una semana que Katia dejó la medicación por su cuenta. Está aburrida ya de ella y se encuentra bien. De hecho, se encuentra mejor que nunca. Nota que no tiene la cabeza tan embotada y ahora que se acercan los exámenes mejor sentirse bien.

El problema es, que si está viendo a Germán mirándola con aquella quietud pasmosa que le caracteriza, es que no está bien. Aún no está curada y quizás nunca lo esté.

Gracias por leerlo. Espero que les haya gustado. Éste es mi último relato del año 2013. Que el 2014 traiga mil relatos más.


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