La historia de los guardianes: La Reina Oscura[2]

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CAPÍTULO I 

Recuerdos en las profundidades del mar

Sabrina despertó diez minutos antes de que sonará la alarma como todos los otros días, la gran ventaja de despertar diez minutos antes, es que podía organizar las actividades que debía realizar durante el día y hacer un mapa mental de las cosas que tenía y no tenía que hacer. Pasados los diez minutos se levantó y entró al baño, generalmente las duchas eran muy largas a pesar de que ya estuviera atrasada y siempre cuando llevaba más de quince minutos bajo el agua su padre golpeaba la puerta para decirle que se apurará y que idealmente las duchas debían ser de cinco minutos. Siempre la misma observación. 

Sabrina era la típica chica de secundaria, de aquellas que no poseían grandes atributos como para resaltar, pero no era tan poco agraciada como para sufrir de bullying. Para ella era el estatus social perfecto para poder vivir una vida en secundaria “normal”. Tenía sus amigas y amigos como cualquier otra chica de su edad, y a pesar de que no tenia interés de ningún chico en particular, siempre habían chicos dispuestos a complacer las necesidades que una chica de su edad podría presentar. 

Cuando llegó a la sala de clases, la profesora ya se encontraba sentada en su escritorio esperando el tiempo límite para cerrar la puerta. Ella entró discretamente y se sentó junto a su amiga Alison como es costumbre. Alison miró a Sabrina y rapidamente exclamó

-Sab, los miércoles no son para salir de parranda

-Cómo se te ocurre que voy a salir un miércoles, es mitad de semana.

-Entonces qué estuviste haciendo en la noche que tienes esa cara de no haber dormido en día

-Precisamente eso Ali, casi no dormí anoche

Sabrina ya le había comentado a Alison que cuando era más pequeña, solía tener pesadillas que no la dejaban dormir, y que su mamá preocupada la había llevado a un terapeuta que le receto medicamentos para poder suprimirlos y sacarlo de su mente. 

-Bueno, el sueño ha vuelto - le dijo Sabrina - Yo no sabia exactamente de que sueños tenía cuando era pequeña, ya que mi mamá tenía prohibido decirme pero cuando le conté hoy que no había podido dormir por culpa de este, me preguntó de que trataba  y luego me dijo que era el mismo sueño que tenía cuando era menor.

Alison no comprendía la gravedad del hecho, para ella solo parecía un sueño más. No tenía nada inquietante, ni fuera de lo común.

-Sabrina, entonces tú misma tienes la respuesta. Tienes que hacer lo mismo que hiciste antes, ir al terapeuta.

Justo en ese momento la profesora comenzó la clase, por lo que no pudieron seguir hablando del tema. Durante el día Sabrina estuvo muy distraída pensando si lo que le había dicho su amiga sería realmente una buena solución, quizás este sueño tenía alguna intención, quizás su inconsciente quería decirle algo y ella lo estaba ignorando. 

La casa estaba sola cuando llegó de la escuela. Fue directamente a su habitación y se tendió en la cama, necesitaba pensar en todo lo conversado hoy con su amiga y tomar una decisión sobre lo que tenía que hacer. Se encontraba cansada y con mucho sueño, por lo de la noche anterior, por lo cual no era de esperarse que pronto se quedará dormida. No llevaba más de diez minutos con los ojos cerrados, cuando se encontró a si misma nuevamente en la habitación blanca, pero esta vez había algo distinto. A diferencia de el sueño anterior, los otros niños no se encontraban en la habitación, ni la mujer adulta; miró hacia las paredes y en una de ellas había un detalle que no estaba en la oportunidad anterior, un espejo. Caminó hacia el espejo y se observo, no notaba nada raro en su rostro, sin embargo se encontraba con una ropa muy extraña, era un vestido azul bordado con hilo dorado, en el pelo llevaba un cintillo con forma de olas de mar, también dorado con azul. También tenia un collar con una perla azul que brillaba. Se observó en el espejo mucho tiempo, se sentía hipnotizada por el brillo de la perla.

Repentinamente, sucedió algo que hizo que perdiera la atención en el espejo. Un fuerte sonido invadía la habitación, desde el techo unas grandes grietas comenzaban a romper las paredes, el techo también comenzaba a romperse. Buscando una salida en medio de aquel caos, miro a la esquina opuesta, en ella había una sombra, Sabrina sabía que en esa sombra había alguien o algo escondido. Comenzó a sentir miedo por aquella sombra, ahora con mayor urgencia necesitaba una salida de ese lugar. Iba a buscando la forma de salir de aquel lugar, cuando de la sombra se extendió una mano blanca como la nieve y con las uñas pintadas de un negro tan oscuro que brillaba. La mano se extendió metros y metros hasta donde ella se encontraba y la agarró del cuello. Sabrina comenzaba a respirar con dificultad mientras intentaba sacar la mano de su cuello. Ya no tenía fuerzas para seguir de pie, sus ojos se comenzaban a cerrar, no podía pensar en nada. Antes de perder el conocimiento pudo ver una mano, muy distinta a la que se encontraba en su cuello, apenas esta mano tocó el largo brazo pálido que la atacaba, éste bruscamente se retiró dejando rasguños en su cuello con sus uñas y volviendo a las sombras. Sabrina cayó bruscamente al suelo, su cuello sangraba profusamente debido a los rasguños. Cuando miró hacia arriba descubrió que aquella mano salvadora era de la mujer que contaba el cuento en el sueño anterior. Intentó agradecerle, intentó pararse pero no tuvo las fuerzas suficientes. 

-Estás a salvo - dijo la mujer

Era una voz llena de bondad y muy pacífica. Sabrina pensó en su madre cuando escucho a esa mujer hablar, se sintió a salvo. 

Recordó lo que estaba pasando con la habitación antes de ser atacada, tenía que salir de ahí.  Sin mirar a su alrededor para ver en que estado estaba aquella construcción, intentó parase una vez más. Sin embargo, aún no tenia fuerzas suficientes y volvió a caer bruscamente al suelo, golpeando su cabeza y perdiendo el conocimiento. 


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