Mi realidad

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Mi realidad

 

Escribo porque me gusta y es la única satisfacción que puedo darme, con ello mi mente viaja hasta lo más recóndito de la realidad que vivo, afloro cuanto me sucede, surge la inspiración adecuada y expreso mi sentir.

 

No es que lo que me sucede sea extraordinario, es como me llega, como lo interpreto y como me trasciende. Al externarlo y compartirlo, estoy aligerando mi carga crucial, esperando al menos que el eco me regrese respuestas que me ayuden a entender y aceptar que no estoy siendo receptivo de lo que creo que debiera sucederme; cuando así fuera, podre seguir aun reacio este camino que me viene colmado de turbulencias y que cada vez lo resuelvo menos.

 

Me reflejo en situaciones ajenas, mis ilusiones se agrandan, doy forma a mis fantasías, las disfruto por unos momentos y me duele el despertar a mi tiempo.

 

Mi impotencia obligada me conduce al sentimiento injusto, observo y mejor cierro mis ojos para no acelerar los latidos, ni tensar mis músculos, no puedo aunque quiero hacer más de lo que estoy haciendo, mi circunstancia está perfectamente diseñada para mi persona y cuando intento alterar o modificar mis cánones preestablecidos, al parecer estoy siendo sancionado en la medida que me es más difícil  llevar a cabo mis propositos.

 

Mi fe no logra mover montañas y no es que sea poca, más bien presenta cuarteaduras provocadas por su inconsistencia a raíz de los seguidos movimientos bruscos a los que ha sido sometida hasta donde me ocupo.

 

Mi paciencia se ubica en los niveles más bajos de mi historia, ha sido agotada por la angustiosa espera de todo lo que no me ha sido dado en tiempo y forma y me siento incomodo por lo que he recibido y no se ajusta a mis requerimientos.

 

En ocasiones quisiera obrar a conciencia, pero mis principios me lo reprochan, estoy en la mira de lo irregular frecuente, es como remar contra la corriente al no haber mejor alternativa y, esta obligación complica más el propósito que me dispongo.

 

En el entendido que hacer buenas obras trae consigo la obtención de indulgencias, amanece y en mi mente programo, que debo lograr el mayor número de ellas a fin de menguar las culpas que voluntaria e involuntariamente me han sido adjudicadas; el esfuerzo aplicado me desgasta y me debilita hasta el grado de optar por la graciosa desertación y ocuparme de lograr lo similar pero por otros medios.

 

En mi conciencia entera existe la sensación de corresponderme todo lo original para lo que está constituida mi humanidad, sin embargo solo percibo y recibo de forma indirecta aquello que mínimamente logra mi erguidez.

 

Mi entorno me ofrece toda clase de incongruencias, me obligo a aceptar la mayoría de ellas en la medida que debo mantenerme con forma y carácter, pero en el sentido extremo de la inconformidad y al no tener mejor ocasión de elegir.

 

Dada mi circunstancia, he reusado de lo que no aplica a mi persona, sacrificando aun aquello que directamente me es esencial e indispensable, con el único propósito de no declinar ante lo irremediable y lograrme la meta propuesta.

 

Mi honestidad no ha sido suficiente para navegar en medio de las adversidades, algunas de ellas añejas y otras nuevas que no me ha sido posible superar,  haciéndome más estrecho el camino por donde habré de pasar para lograr el otro lado.


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