Mano Negra. - Capítulo 15

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La puerta de la sala se abrió y apareció Amanda.
- Amanda, ¿qué es todo este montaje?
- Silencio, aquí las preguntas las hago yo.
- ¿Cómo? No te entiendo.
- Cuéntame cómo conociste al doctor.
- Me fui a hablar con él como paciente para tratar un asunto...
- ¿Qué asunto?
- Pues... no creo que sea relevante.
- Dímelo Will.
- El robar.
- Ok, ¿qué te dijo él?
- Me acogió en su casa.

- ¿Así por las buenas?
- Sí...
- Continúa.
- Me dijo que me iba a presentar a un amigo suyo que me daría trabajo y este lo que hizo fue meterme en un grupo de ladrones.
- ¿Qué amigo era?
- Louis Kare. El chico negro fallecido.
- Una vez entró en el grupo, ¿qué es lo que hiciste?
- Un par de robos por la noche a dos tiendas. Luego, el doctor me comunicó que debía marcharme a Madrid porque me reclamaban otro grupo de ladrones allí.
- ¿Otro grupo? ¿Sabe cuántos hay en total?
- No lo sé, pero es algo grande.

- ¿Cómo sabes que es algo grande? ¿Averiguaste algo?
- Sí, al volver de Madrid, me encontré con Louis que perseguía a tu amigo y cuando los dos... murieron, me fui a casa del doctor y él me dijo que iba a recoger el cuerpo de Louis. Entonces, de casualidad, descubrí un pasadizo y ahí fue donde encontré una sala oculta llena de objetos y junto a ellos estaba esto.
En ese momento, Will sacó de su chaqueta el portátil.
- Dios, un portátil. Will, ¿pudiste ver qué es lo que tiene dentro? 
- Claro, por eso lo traje hasta aquí.

- Si no te importa, me lo llevaré para poder investigarlo a fondo. ¿Pudiste leer algo que tuviera relevancia?
- Sí... Ya lo verás.
- ¿De qué se trata? Necesito que me lo digas para saber si lo que me dices concuerda con lo que hay en el ordenador.
- Hay una carpeta que se llama Colaboración A-Q, dentro de ahí hay un documento que tiene su mismo nombre y en dicho documento se habla de una colaboración de los grupos de ladrones con Al Qaeda...
- Me cercioraré para ver si es cierto. Ahora tengo que marcharme. En seguida vuelvo.

Amanda abandonó la sala y Will se incorporó y se puso a dar vueltas por la habitación. No sabía a lo que se dedicaba Amanda, pero seguro que era policía.

Mientras tanto, Amanda salió de la habitación y cogió un pasadizo secreto y llegó hasta la sala donde se encontraba su jefe.
- Boss, ¿ha visto el interrogatorio?
- Por supuesto.
- ¿Le cree?
- Sí. He investigado un poco sobre él y he podido averiguar que llegó a la ciudad procedente de Virginia y alquiló un piso del que lo echó el casero por moroso. Dicho casero desapareció por razones que aún se desconocen hará casi un año y no se ha encontrado todavía. Tras eso, lo echaron también de su trabajo y ahí se le pierde la pista hasta que se le volvió a ver en el aeropuerto con destino Madrid. Volvió hace dos días, justo la misma tarde de la muerte de Eddie. Este Will no miente.
- Tienes razón. ¿Qué podemos hacer ahora?
- Debemos investigar el ordenador que nos ha proporcionado, ya que las acusaciones que ha formulado son muy serias. 
- ¿Y con Will?
- Pues nada, que se vaya a su casa, pero le tendremos vigilado, por si es un cebo.
- Entendido jefe. 

Amanda volvió a la sala donde estaba Will y comenzó a hablar.
- Will, ya nos has sido suficientemente útil. Puedes marcharte, pero no desaparezcas porque seguramente necesitaremos tu ayuda más tarde.
- ¿Marcharme? ¿Dónde?
- A tu casa.

- ¿Qué casa? La única casa que tenía me encargué yo mismo de quemarla. Tú lo viste Amanda. Vuelvo a no tener domicilio. ¿Vosotros no me podríais ayudar?
- Eso ya no está de nuestra mano. Lo siento Will.
- Espero que cuando me volváis a necesitar me podáis reconocer, ya que ser un vagabundo tiene sus consecuencias...

Tras despedirse de Amanda, salió de la sala y de la comisaría. Una vez fuera, observó la ciudad detenidamente.
- Vuelta a empezar Will,-se dijo a sí mismo-; después de todas las vueltas que has dado, de viajar a Madrid y de vivir en un apartamento, regresar a Nueva York y volver a ser un vagabundo...

Will caminó tranquilamente por las calles de la ciudad, observando cómo la gente iba y venía. Toda esa gente tenía una meta, un trabajo, una familia. ¿El? Sobrevivir... Sin embargo, al pararse en un semáforo, alzó la cabeza y vió que estaba frente a su primer trabajo. 
- Acabo de tener un dejavu, acabo de volver de donde salí: Eugi's.

Entró en el bar y bajó por el ascensor. Al salir, se reencontró con su antiguo jefe.
- Ricky, me alegro de volver a verte.
- Perdone pero no logro acordarme de quien es usted.
- Déjate de formalismos y dame un abrazo. Soy yo, Will.
- ¿Will? ¿William Hudson?
- El mismo.

- Dios mío, cómo has cambiado en este tiempo. ¿Cómo te va todo?
- No me he podido quejar demasiado.
- ¿Tienes trabajo? 
- Hasta hace 4 días estuve viviendo en Madrid.
- ¿En Madrid? ¿A ti que se te ha perdido allí? 
- Eso digo yo, pero al volver aquí supe que he perdido mi casa y mi trabajo.
- Joder tío, qué mala suerte colega.

- Ya tío. 
- ¿Ahora qué vas a hacer?
- Pues buscaré trabajo por algún lado, un piso que poder alquilar que sea barato... Lo típico vamos.
- Bueno, pero por eso ahora no te preocupes. ¿Tienes sed?
- Un poco, ¿por?

- Te invito a una copa Will.
- ¿De verdad? Muchas gracias Ricky.
- De nada hombre, para eso estamos los ex-jefes agradecidos con sus antiguos trabajadores.

- ¿Sigue viniendo gente por aquí?
- Lo normal, ya sabes, unos días más que otros.
- ¿Gente nueva?
- Desde hace unos días vienen dos chavales que nunca había visto por aquí. Mira, precisamente por ahí llegan. ¡Hola chicos!
- ¡Hola Rick!-contestaron ambos chicos al unísono-.

Uno de los chicos que acababa de entrar se sentó junto a Will.
- Buenas tardes. ¿Cómo es que no te había visto por aquí antes?
- He estado ocupado,-contestó Will-.
- ¿Trabajo?
- Pues sí.
- Hoy en día es una suerte tener trabajo. Tal como están las cosas en el mundo... Cada vez está más loco.
- Y que lo digas.

Los minutos pasaban y el local se estaba empezando a llenar y los chicos seguían en la barra charlando animadamente con el ex-jefe de Will.

- Me llamo Alan,-comentó el chico pelirrojo-.
- Yo Will, encantado.
- Lo mismo digo.
- ¿Eres de aquí?
- Llevo viviendo tiempo aquí pero nací en Virginia.
- Ah. Bonito lugar.
- Sí, lo echo de menos...


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