Gol (parte II)

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El primer partido que jugaría el Norwich sería contra el Tottenham, por la primera fecha de la Premier. Estaba en mis cálculos no ser el titular, lo idea que no cruzó por mi mente es no ser siquiera convocado para ese partido. Eso me devastó, sobre todo porque ya había marcado un par de goles en las prácticas y estaba seguro de haber visto sonreír al técnico. Nathan tampoco fue convocado pero no le sorprendía. Me dijo que en el primer partido de la temporada, siempre ponían lo mejor. “Es algo así como una estrategia de marketing, el coach pone a los nuevos jugadores y aun así se pierda, la gente apoyará porque éste es sólo el inicio”.

Las palabras de Nathan, que estoy seguro, buscaban reconfortarme, lograron preocuparme aún más. Si en el primer partido siempre incluían a los nuevos elementos, entonces yo debía estar ahí. Es decir, yo soy un nuevo elemento. En fin, el resultado fue un dos a uno en contra. Y lo vi desde el palco de los jugadores no convocados. Shame on me!

No había más que hacer. Era borrón y cuenta nueva. Debía recuperarme de esa decepción y esforzarme más en las prácticas, pero no era nada fácil. Garrido podía compartir gustos gastronómicos conmigo, hablar el mismo lenguaje y compartir una cultura similar. Pero ya estaba en la tercera base, la última en el fútbol. Y no iba a arriesgarse a perder el prestigio de ser titular por ayudar a un peruanito que recién se está adaptando al medio europeo. Eso lo tenía claro, es más, lo comprendía.

En pocas palabras, estaba solo otra vez. Nathan aún estaba en proceso de formación, igual que yo, la única ventaja que tenía sobre mí era su condición de nativo. Quizá exageraba en eso, en el proceso de adaptación. Pero no puedo ocultarlo, siempre fue así, desde pequeño, cuando mi madre me cambió de salón de clase. Tardé un año entero en adaptarme, un año entero para sentir que al fin encajaba en un nuevo grupo, y es que al “sobrevivir” ese año escolar, ya no se referirían más a mí como el “nuevo”.

Y así fueron esos días en Norfolk, nostálgicos. Recordando la infancia, los primeros partidos en la esquina del barrio, con pelotas desinfladas, de papel, de trapo, de plástico, todo valía. Qué más da si esto sólo es un juego. Regresando a la escuela, cuando me cambiaron de salón y sólo hice tres goles en todo el año escolar. Para el próximo, luego de haber jugado todo el verano, marcar esos tres goles solamente en el primer partido. Y fue ahí donde encontré mi motivación, desempolvando recuerdos felices de la infancia, escarbando en las esquinas más recónditas de mi memoria. Fue ahí donde decidí no rendirme y seguir para adelante, porque esto es lo que elegí, porque en esto creo y con esto me consagraré, quizás no hoy, quizás no mañana, pero tarde o temprano así será.


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