El relato del Diablo

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Eran las 3:00 de la madrugada. Iván, un joven escritor en busca de su gran historia, deambulaba perdido por una carretera de Cologny, Suiza, buscando algún lugar donde pasar la noche.

       Al salir de una curva le pareció ver a una figura humana andando por el arcén. Se acercó y aminoró la marcha para asegurarse de que la somnolencia no le estaba jugando una mala pasada. No, era una mujer. Una mujer joven, de gran belleza, vestida con una camisa blanca y unos tejanos ajustados. Paró el coche y la invitó a entrar.

-Por dios, ¿qué hace sola por esta carretera en estas horas de la noche?, Entre –le dijo

       Ella le sonrió. Era realmente muy bella y su mirada le inspiró un amor y una paz infinita que dejaron a Iván como poseído.

-Caminaba hasta el lago que hay junto a villa Diodati –dijo con una voz dulce

-¿Villa Diodati? Dijo Iván sorprendido

-¿No es esa la casa donde Polidori, Lord Byron y María Shelley crearon sus famosas novelas sobre El vampiro y Frankenstein

-Si, así es, fue la noche del 16 de Junio de 1816, pero había más gente con ellos de la que cuenta la historia

-¿más gente? ¿Quién más?

-Uno de los escritores convocados esa noche era el diablo. Se hacía pasar por la hermanastra de M Shelley, Percy Shelley

      Iván se quedo helado. Se mantuvo en silencio esperando que su misteriosa acompañante siguiera con el relato

-Fue Ella, mejor dicho Él quien inspiró a los poetas sus terroríficas historias….pero Él también escribió la suya. Cuando se reunieron en el salón de la casa para leer lo que cada uno había escrito advirtió a todos que su relato no se podía contar porque quien lo conociera perdería la vida. Sus compañeros se rieron de ella, exigiéndole que leyera su historia. Cuando empezó el relato todos empezaron a encontrarse muy mal y Lord Byron cayó sobre la alfombra. Rápidamente Polidori, que era su médico personal le socorrió y consiguió salvarle la vida. Al cabo de unos minutos recuperó la consciencia, pero, el terror por lo que había pasado allí se apoderó de todos. Ordenaron a Percy Shelley ( El diablo) que se deshiciera de su manuscrito y la echaron despavoridos de la casa.

      Cuenta la leyenda que escondió su historia en la cabaña que hay junto al embarcadero del lago Ginebra, y que allí sigue escondido, sin que nadie se haya atrevido jamás a leerlo.

      Iván se había quedado sin aliento. Se sentía absorbido por la belleza de su acompañante pero la historia que le acababa de contar le heló la sangre. Aquella historia es lo que buscaba.

-¡Vayamos a la cabaña! –dijo nervioso

-No es una buena idea – contestó la chica. No hay que tomar esas leyendas en broma

      Iván no contestó. Apretó el acelerador hasta llegar a las cercanías del Lago Ginebra. En lo alto de un peñasco adivinó la silueta de una cabaña que parecía abandonada desde hacía mucho tiempo

-No vayas, Iván, te lo advierto. Recuerda que quien conozca la historia perderá la vida. Dijo la muchacha temiendo por la vida de su compañero.

-¡Voy a ir!, ¡por su puesto que voy a ir!. No me pierdo una historia así por nada del mucho.

     Cogió a su acompañante por la mano y subieron los dos por el montículo hasta alcanzar su objetivo. Abrieron la puerta destartalada, con cuidado de no resbalarse, pues, a pocos metros de allí, el montículo caía en picado hasta el lago.

       Rebuscaron por todos los rincones sin encontrar nada, hasta que cayeron exhaustos al suelo.

-¡Aquí no hay nada! Dijo Iván, ¡esa historia es mentira!, pero entonces sintió que algo cedía en el suelo. Sacó con las manos parte de la tierra y sintió algo duro. Apresuradamente continuó con su labor, hasta que quedó al descubierto una caja de madera, algo mayor que un folio. Estaba cerrada por un enorme y antiguo candado, pero la madera estaba en mal estado y con un golpe de zapato se rompió. Apareció un montón de hojas amarillentas cosidas por uno de sus lados. Iván excitado por la emoción alumbró con su linterna mientras pasaba con las manos apresuradamente todas las hojas del manuscrito. La letra estaba algo borrada pero con paciencia se podía entender. Se sentó en el suelo y, jadeante y con las manos temblorosas por la emoción, empezó a leer:

       

  “Cuenta la historia que una noche del verano de 1816 lord Byron, M. Shelley, y Polidori Se encerraron en villa Diodati para escribir cada uno una historia de terror, pero lo que nadie sabe es que con ellos esa noche también se encontraba el diablo que escribió su propio relato..

       Iván se apartó de repente del manuscrito y miró a su acompañante con semblante perplejo.

-Pero… ¡esto es lo que tú me has dicho!. ¿Cómo sabías…? ¿Cómo sabías….?

       Siguió leyendo unos párrafos más abajo

“Todo aquel que conozca la historia perderá su vida…”

      Iván empezó a temblar. La respiración le fallaba, se levantó, miró a su acompañante y con una expresión de terror se dirigió a ella

-Entonces, tu…tu…, tu eres….

-La mirada de la mujer se volvió roja como un hierro candente. La temperatura del ambiente cayó en picado hasta helar el aliento de Iván que, con la mano tendida, retrocedía preso del espanto. Ella se acercó despacio sin dejar de mirarle fríamente. Iván soltó un grito de terror y corrió hacia la salida huyendo apresuradamente de la cabaña sin darse cuenta de que se encaminaba al precipicio.

 

       Su cuerpo se estrelló contra las rocas del litoral. Su cabeza quedó destrozada, con la boca abierta y los ojos sin vida.

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