Un triángulo y un globo aerostático

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   En mi tediosa rutina, soportaba diariamente a niños subiendo y bajando, nerviosos e insoportables, de mi globo aerostático a pesar de ser un gran ingeniero industrial. Mi única evasión era conversar a través de un chat de una web completamente desconocida para solteros exigentes con una persona también anónima.

   Al comienzo, sólo quería charlar así que la busqué en el punto diametralmente opuesto del globo terráqueo a mi situación para evitar algún contacto que implicara bien que no me gustase o que yo no le gustase. Es decir, en Nueva Zelanda. Fue un error que no medí porque me enamoré perdidamente y era imposible conocernos. Por un lado, nuestras vidas y costumbres en nuestros respectivos países y, por otro, el dinero.
 
    Una noche, después de otro monótono día en mi vida, me espatarré en el sofá y encendí la tele. Estaban dando "Up", una película de animación para niños de un anciano que pone a su casa globos de helio para vivir una aventura; y me dije - ¡coño! ¡Pero si tengo un globo aerostático! - y sí, hice exactamente lo que estáis pensando. Preparé el petate e hice una rigurosa lista con lo más necesario (comida, brújula, ropa de abrigo, preservativos, hilo dental, paraguas,...).

    Sin esperar más, a la mañana siguiente emprendí el vuelo. El viaje fue muy tranquilo pero se me acabó la comida y descendí en algún lugar de Etiopía. Mal sitio para reponer alimentos y agua. No sé bien cómo pero lo conseguí y reanudé el viaje. Eso sí, con un bronceado divino.

    Sobrevolaba el océano cuando una fuerte tormenta me alcanzó. Intenté mantener la calma y aseguré mis provisiones con todas las cuerdas que pude. Tenía que descender aunque llegará al mar, tenía un bote salvavidas y eso podría ser mi salvación. Comencé a soltar lastre y creo que por una fuerte sacudida, me golpeé en la cabeza perdiendo el conocimiento.

     Desperté en una playa paradisiaca con el globo hecho pedazos pero, afortunadamente, pude recuperar algunas de mis pertenencias. El mapa estaba inservible y emborronado por lo que debía buscar personas en aquel lugar para saber dónde estaba. Por suerte vi a una pareja tomándose selfies y resultaron ser de Albacete. Me dijeron que estaba en Phuket, Tailandia. Es decir, me había desviado muchísimo y ahora no tenía medio de transporte ni dinero. Me tomé unas fotos con ellos para el facebook y me acompañaron a la policía de inmediato. Frente a la comisaria nos despedimos y nos dimos los face para hacernos amigos y que me pasaran las fotos.

     Lo primero que me pidieron allí fue mi pasaporte. Sí, lo olvidé en España. No pensé que lo necesitara. Me encerraron pero me permitieron hacer una llamada. Llamé a mi amada, Mariana Elisabeth, en, supuestamente, Nueva Zelanda, pero me contestó una voz sensual diciendo - Óyeme papito, quizás hemos llegado demasiado lejos, tú sabes. Llevas semanas sin conectarte y han pasado tantas cosas desde que no estás... No fui del todo sincera, no soy neozelandesa. No puedo ayudarte, mi amor. Además estos días he conocido a un japonés en la web, tú sabes. Creo que estoy enamorada. Cuídate. Besos -.
   
      Después de innumerables líos diplomáticos, me deportaron. Ya han pasado algunos meses de esto y he conseguido recuperarme emocional y económicamente. Un momento, me llaman al móvil - Dígame -.

- Konnichiwa. Soy japonés pescador de tu amor. Yo en prisión El Salvador. Ven rescatarme porque yo dulce en boca de lobos. Remé y remé pero barca japonesa no soportar tempestad. Yo olvidar pasaporte por prisas -.

- ¿Qué tal, Hiroshi? ¿Cuánto tiempo? Ya decía yo que no te conectabas y han pasado tantas cosas desde que no estás... No fui del todo sincero, no soy sudafricano. Espero que lo entiendas. Suerte y hazte tatuajes, tal vez parezca que perteneces a las maras. ¡Ánimo! Te mando un abrazo -. Ya colgué.

        ¡Qué curiosa esta llamada! A ver si va a ser el japonés de Mariana. El mundo es un pañuelo. Pues lo dicho, que ya estoy bien y disfruto enormemente de mi trabajo en el McDonalds a pesar de todo.


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