Mi guardián

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Hace eones un ser sin igual llegó a la Tierra. Su corazón era puro y el brillo de sus ojos hacían que el mundo perdiera la cabeza. Su belleza era tal que todos volvían la cabeza a su paso, y el mundo entero se disputaba aunque solo fueran unas horas de su presencia. Príncipes, nobles mendigos y soldados. Todos ellos se disputaban el honor de quedárselo para sí como si de un trofeo se tratara.

  Este ser tan lleno de luz se horrorizaba de esta realidad en la que había aterrizado, y asustado procuraba esconderse entre la multitud intentado pasar desapercibido, pero el brillo de su corazón era tal que era imposible mantenerlo oculto. Por muy lejos que escapara su efecto en la gente era inevitable, desatando la locura allá donde pasara. Ante tanto caos este ángel sin alas se propuso un objetivo: Tenía que encontrar a su guardián. Un guardián al que poderle entregar su corazón sin reservas y que él lo protegiera de este mundo frío y loco al que se enfrentaba.
  Afortunadamente mientras perseguía su objetivo iba protegido por su buena estrell, y pasaron varios años sin que nadie pudiera hacerle daño, huyendo de las multitudes y escondiéndose en pequeños poblados. Aun así siempre acababa llamando la atención y debía huir allá donde estuviera. Su agotamiento empezaba a ser notable: Noches sin dormir por miedo de que alguien pudiera hacerle daño durante la noche, durmiendo en la intemperie mientras el frío se colaba entre sus huesos con el fin de alejarse de los seres humanos, y cautivo de la decepción ante cada encuentro que tenía con las personas que poblaban este mundo.   El tiempo seguía pasando y su corazón se marchitaba infectado por la realidad de este mundo lujurioso y falto de valores. Con su alma dañada y su brillo opacado por la cruda realidad, este ser empezó a enfermar.  Solo en medio de la naturaliza salvaje suspiraba por ese guardián que le protegiera y con quien sentirse seguro para siempre.... y empezaba a pensar que no existía tal ser legendario. El desánimo se hacía más palpable en sus entrañas y su corazón empezó a endurecerse pensando que el único que podía protegerse de los demás era él mismo.   El calor de su interior se desvanecía al tiempo que la esperanza se esfumaba de su interior. Completamente hastiado de un mundo donde lo único que hacía era correr y escapar para evitar las heridas que su cuerpo no terminaba de curar, su corazón no fue lo único que se endureció. Paulatinamente se sentía más pesado. El aire se hacía irrespirable y su cuerpo dejó de responder. Su cuerpo se convertía en piedra.   Desgraciadamente lo inevitable pasó. Esta maravilla de la Creación se convirtió en una estatua perenne a la orilla de un lago olvidado. La maleza invadió su cuerpo y su leyenda quedó relegada al olvido. Dicen los pocos relatos que circulan acerca de él que una parte de su alma todavía permanece encendida luchando por no morir definitivamente. Esta última esperanza sigue siendo su protector. Ese caballero de blanca armadura que deposite su escudo bajo su estatua y le jure la fidelidad que tantos años había anhelado. "Algún día".  

http://unpoetaenunbanco.blogspot.com.es/


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