El núcleo primigenio

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El viajero en su estancia improvisada a la Vila, dejó volar su imaginación y se imaginó como era la vida en épocas primigenias. El asentamiento más antiguo lo constituyó un castrum romano, recinto rectangular rodeado por una muralla primitiva que originariamente se cobijaron unas guarniciones militares destinadas a la protección de este lugar estratégico dentro de la influencia del poder político de Colonia Iulia Urbs Triumphalis Tarraco.

Posteriormente, y con la llegada de súbditos del ámbito rural la población fue creciendo de manera descontrolada, transformándose el recinto provisional en un núcleo de población más importante que tuvo que adaptarse a un terreno relativamente llano, bajo la protección de la montañas de la sierra de las Torretes y entre las aguas de los ríos Llobregat y Anoya.

Una muestra clara de la importancia del dominio del Imperio romano en la Hispania Citerior fue en este enclave; la fundación de la ciudad de Ad Fines, y la edificación de un excelso puente en el extremo nort-oriental de la ciudad, con la construcción de un arco triunfal con la inscripción en el frontón que da la bienvenida a los visitantes.

Aparte de la puerta situada junto al puente del Diablo, existía otro acceso a la ciudad en el nordeste, en la suave pendiente del arrabal junto al río Anoya, donde existía una puerta lateral de casi cuatro metros de anchura para transeúntes. En las proximidades del arrabal, lugar abierto y desprotegido, solían actuar con cierta impunidad numerosos timadores y descuideros de lo ajeno, hasta el punto de haberse producido varios atracos, y hasta un homicidio para hacerse con la recaudación de un comerciante. El acceso principal a la ciudad para las bestias y carruajes que portaban mercaderías se encontraba algo mas arriba, en lo alto del altozano denominado portal de Anoya, y de donde partía la vía romana que llevaba a la ciudad romana de Barcino.

En aquella época se encontraban los edificios públicos, y del funcionamiento político y las construcciones de mayor envergadura; templos, basílicas, mercados de aprovisionamiento, baños y letrinas públicas. Además, la ciudad contaba con una red pública que distribuía el agua a la infraestructura, y fuentes públicas y una extensa red de alcantarillado. El abastecimiento de agua potable lo aportaba un acueducto construido en la fundación de la colonia desde el río Llobregat. En el lado septentrional, se encontraba el arrabal que proliferó a extramuros de la ciudad, gentes que sobrevivían en casa hacinadas y chabolas de madera. Subsistían del saqueo y la rapiña, y los más honrados del cultivo de los huertos próximos al río.

Aun en la actualidad, el casco viejo todavía conservaba la fisonomía de la antigua ciudad. Por el lado del arrabal, se podía apreciar varios lienzos de la antigua muralla, y también era visible la vía principal o decumenus en la que se articulaba la vida social de Martorell.


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