Leticia y Benita 12 (el anterior Leticia y Benita 12 está mal publicado) perdonen, lo siento mucho.

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 Benita ya se disponía a poner en marcha el Mp3 y salir andado a su casa, que estaba a unos cuatro kilómetros, cuando se acerco una chica de unos veinticuatro años con unas piernas imponentes, llevaba un pantalón vaquero negro con el talle alto, una camiseta azul clara ceñida a la piel, se notaba que estaba fuerte, tenía el cabello recogido en una cola tirante, tenía un lunar negro así de grande, ese lunar la hacía aun más atractiva ¿Cómo es posible que un lunar tenga tanto efecto? ¿Cómo es posible? ¡Ay que lunar! Se acerco y dijo:

-Hola, que pasa paya ¿te ocurre algo? te veo muy desplazada –Dijo con decisión.

-Oh, nada, nada. Gracias por tu interés. Gracias de verdad –Contestó Benita, correcta.

Estaba claro que la muchacha era gitana. Una gitana distinguida apuesta, con carácter. Cuando hablaba no podía quitar la vista de sus labios, los movía con tanto arte que, no te enterabas de lo que decía, era hipnotizador. Su silueta te imbuía al paraíso.

-Tú eres la nueva ¿no?...eres la que lleva unas dos semanas aquí trabajando ¿no es así? Ya todo el mundo te conoce, aunque tengo la sensación de que tú no conoces a nadie. Vera, yo no quiero interferir en tus asuntos paya, pero me gustó mucho la reacción que tuviste con la sabandija del encargado, aunque a otras muchas no le hacha gustado un pelo tu descaro, paro a mi si me gusto paya, a mi si, a mi me encanto –Dijo la gitana con la espalda resta y el cuello estirado.

-¿Cómo te llamas? Parece muy simpática. Yo me llamo Benita Martin, es un placer conocerte –Dijo Benita dándole una calada al cigarrillo.

-Me llamo Carmen, al menos, eso es lo que dicen mis padres –Contestó sonriendo. Una sonrisa que  deslumbraba y te hacía pequeñito, ese color de cara deliciosa y esa boca grande y ancha, daba luz al lugar más oscuro del mundo ¡ay que boca! ¡Señor, señor!

-Mira Carmen, no suelo tener largas conversaciones con nadie, pero agradezco tu interés y tu condescendencia eres mu…

- Tu –Carmen le cortó en seco- condes…qué –Dijo arrugando la frente. Hasta eso le quedaba bien, le hacía todavía más imponente.

-Nada mujer, me refiero que me tratas con afecto y cariño, perdona Carmen si lo has entendido malamente –Dijo serenamente Benita, que parecía que todos sus males se le habían ido de inmediato.

-Ah, vale, vale. No tenía ni la más remota idea de que esa palabra existiera, conseden…

-Condescendencia Carmen, condescendencia…no quiero parecer pedante, pero significa amabilidad, empatía. Aunque muchas personas la utilizan en un sentido negativo, de superioridad hacía otra persona –Dijo Benita con confianza- ¿Quieres una –Prosiguió Benita- manzana, Carmen? Tengo unas cuantas.

-No quiero paya, o si no, no como, y después cualquiera escucha a mi novio. Bueno chica, cambiando de tema ¿Qué haces aquí sentada? –Pregunto Carmen.

-Ha desaparecido mi bicicleta con la que voy y vengo al trabajo, me disponía a caminar hacía mi casa – Contestó como si no hubiera pasado nada.

-¿Queda muy lejos tu casa? ¿Dónde vives? –Pregunto Carmen.

-A cuatro kilómetros más o menos de aquí. En la carretera Las Palmeras.

Ah, vale perfecto. ¿En esa carretera, no hay un bar llamado “Sin Tonterías”?.

-Exacto, si, si. Es un bar en donde únicamente sirven un plato de grandes dimensiones con; patatas fritas, huevos fritos, chuletas fritas y, un vino con alta graduación que hacen los propietarios, que te pone como una moto. Ah, perdona, y también sirven si se te apetece agua del grifo. De ahí el nombre “Sin Tonterías” –Dijo Benita, con gracia.

-Ah ¡Mira! ¡Mira! que originales –Dijo con socarronería-. Venga Benita, paya, que te acerco en un pis-pás. ¿Cómo te vas a ir andando después de haber trabajado todo el santísimo día? Venga mujer, que te llevo en mi coche Fiat en un momento –Dijo en un tono superluminal (esta palabra “superluminal” no existe en el diccionario, pero define muy bien la brillosa y deslumbrante cara de Carmen).

Así que se montaron en el coche y emprendieron el pequeño trayecto hacia la casa de Benita. El coche era un Fiat Stilo negro del 2007 en muy buen estado, tenia los asientos forrado de cuero color beis claro, junto con el techo interior, encima del salpicadero justo encima del airbag había una estampa de Jesucristo que lo cubría todo, en unas rejillas que hay en la zona de la radio, ahí tenia don ambientadores que olía a jazmín (daba la sensación que estaban en el profundo bosque). Carmen conducía, Benita observaba perpleja, hacía cuatro años que no se montaba en un vehículo a motor, en el último vehículo a motor que se montó fue en un autobús blanco y azul de Damas, cuando fue a recoger el titulo de educación infantil en la ciudad de Huelva. Carmen tenía un pendrive introducido en la radio, mientras conducía iba pasando de canción con el dedo índice, en absoluto silencio, concentrada en lo que estaba haciendo, Benita observando con los ojillos en movimientos, parecía un camaleón en una rama verde de la marisma, cuando comenzó a sonar una canción que decía:

Sentada en la calle sin tene na que ace

esperando a que vuelva, que pase otra ve

derrepente aparece con sus primo Juan

viene cantando fiesta, le hacemos el compa

juerga empieza a ronear, la niña de la trenza

ya esta colorá…ay ayyy como ronea como ronea

delante el novio pa que la vea.

Mientras sonaba la música, Benita le iba indicando a Carmen por donde tenía que coger para llegar a su casa. Ya habían entrado en la carretera “Las Palmeras”. El aire entraba en el coche, había calor, el campo estaba de un verde delicioso, las flores tenían un color que alegraba la vista, el horizonte estaba lustroso, era una gloria coger aire en esos momentos, la música seguía sonado:

Ay que wapa viene y así sabe que la mira

sa puesto el vestio que ya sabe que le gusta

lleva ella en el pelo 4 florecillas blancas

la tiene lokita el niño de sus entrañas

como ronea como ronea delante el novio

pa que la vea.

Cuando llegaron a la cancela de la casa de Benita, la yegua corría detrás da la alambrada de la casa, resoplando, bufando, pataleando, alegrándose de ver a Benita, que tanto la había cuidado ¿Cómo no la iba a querer? Si la cogió en una cuneta, en una carretera apenas transitable ¡ay Dios mío…ayyy! Toda en carne viva, nadie creía que sobreviviría e incluso Benita era pesimista a que la yegua sobrevivirá, cuanta fatiguita, cuantos dolores ¡con la carita como la pared! Ahí tirada en las sabanas sin poderse levantar, con la piel abrasada… ¿Cómo no se iba a alegrar al ver a la persona que la cuido? Qué inteligencia mas grande, la de los animales, cuanta percepción, cuanta honestidad, cuantos sentimientos…la yegua “Leti” se revolcaba en la tierra presumiendo, a ver a la persona que la cuido y la mimó ¡Cuánto amor! 


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