Después del trabajo. Mi vecina. (Parte 2:En su casa)

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Aquel martes salí de la oficina a las seis. De camino a casa paré en una farmacia para comprar preservativos. Había condones de todo tipo, con sabores, con lubricante, con texturas. Me decanté por un modelo tradicional fino.

Había quedado para cenar fuera con mi vecina. Pensar en Laura me ponía de buen humor. Deseaba poder volver a disfrutar de su conversación y de su compañía. Después de la cena ya veríamos. Bueno, yo al menos iba preparado para lo que pudiera surgir. 

La velada en el restaurante fue de lo más agradable y por si eso fuera poco, a la salida, el tiempo acompañaba por lo que decidimos dar un paseo junto al río. El cielo, ya oscuro, lucía traje de gala todo lleno de estrellas. Casi sin querer, por puro instinto, nos cogimos de la mano. En ese momento una especie de corriente eléctrica subió por mi brazo. Podía notar el calor de su mano, la caricia de ese dedo juguetón que dibujaba círculos en la palma de mi mano. Creo que es una ley de la termodinámica, me refiero a eso de que el calor se expande. El caso es que, bajo los pantalones, por la zona de la ingle, notaba como la temperatura subía. ¿Tendría ella sensaciones parecidas?

********************

- Hoy toca en mi casa. - dijo mi vecina cuando llegamos a nuestro piso.

Entramos, nos quitamos los zapatos y las prendas de abrigo y después de darnos ese beso que no podía esperar, me senté en el saloncito y cogí de la mesa una revista de arte. 

- Son cuadros japoneses. - me dijo.

- Ya veo. - dije observando el famoso lienzo "La Gran Ola" 

Pase página y Laura se acercó.

- Aquí se pone interesante. - dijo señalando una escena costumbrista donde se llevaban a cabo actos sexuales.

- Ya veo. ¿Y este? - pregunté señalando uno donde aparecían hombres y mujeres con el trasero al aire lanzando lo que parecían ser ventosidades capaces de derribar jinetes de sus caballos.

- Periodo Edo. Se llama "Competencia de Pedos". - dijo Laura.

- Vaya. - dije

- Tiene pinta de ser algo en plan reivindicación social.

- Pobres. - repuse.

- Bueno, voy un minuto al cuarto de baño. Pórtate bien y si se te escapa alguno abre la ventana por favor. - dijo haciéndome sonrojar.

- Y tú mantén el volumen de los tuyos bajo que tengo que concentrarme en la lectura. - contrataqué.

Los dos reímos. 

************

La chica que salió del cuarto de baño solo llevaba puesto un tanga. Los pechos al aire, el cabello suelto. Se acercó, despacio, contoneando su figura.

- ¡Levántate! - me ordenó.

Obedecí.

Sin más preámbulos desabrochó el cinturón de mis pantalones y de un tirón me bajó los calzoncillos dejándome con el pito al aire. Yo por mi parte me quité la camisa y la camiseta quedándome en cueros.

- Date la vuelta. - me susurró al oído. 

- Me gusta tu culo. Luego nos ocuparemos de eso. Pero primero te quiero dentro de mí. ¿Compraste preservativos verdad?

Saqué del pantalón un par de condones finos y rasgando el envoltorio de uno de ellos me lo coloqué.

- Listo. - dije.

La chica se bajó el tanga dejando a la vista sus partes. La mata de vello que tenía ahí parecía haber ido a la peluquería, presentando un acabado entre salvaje y civilizado. Sin poder resistir un minuto más palpe su sexo con los dedos notando su humedad mientras besaba su boca. Luego, posicioné el pene en la entrada de su vagina, la cogí por las nalgas y la penetré. Gimió de placer.

- Vamos a la cama. - Me dijo visiblemente excitada conduciéndome de algún modo a su dormitorio.

La cama y las cortinas eran de color rosa pálido y olía a colonia de mujer. Se tumbó boca arriba y yo me puse encima y la penetré de nuevo mientras con las manos jugaba a despeinarla.

************

Varios minutos después, estábamos uno al lado del otro, boca arriba, recuperando el aliento.

- ¿Qué tal? - me preguntó.

- Bien. Solo verte me excita. ¿Y tú? ¿lo has pasado bien? - dije recordando como su cuerpo perdía el control.

- Muy bien. Creo que he estado en lo máximo un par de veces. Pero tú te has quedado a medias. -

- Para nada. He disfrutado mucho. -

- Ya. Pero mereces algo más. ¿Has oído hablar del masaje de próstata? ¿No? Pues hoy es tu día de suerte. Te voy a meter el dedo en el culo. No, no me mires con esa cara, verás cómo te gusta. Y si no pues nada, a otra cosa mariposa.

Siguiendo sus indicaciones me tumbé de lado mientras ella se acomodaba junto a mí de tal manera que podía acceder con facilidad a mi ano y a mi pene. Impregnó un dedo con vaselina y lo introdujo lentamente en mi culo. La sensación era extraña, quizás algo molesta. 

- Estás segura de esto. - dije

- Calla y confía en mí. Mejor ponte a cuatro patas. Eso es. Relaja el ojete.

Seguí sus instrucciones. El dedo hurgaba allí dentro con total libertad y pronto una sensación placentera comenzó a anular todo prejuicio. Cuando me quise dar cuenta estaba soltando pequeños grititos. En ese momento quise tocarme el miembro, pero ella me lo impidió dándome un azote.

- Quieto. 

La excitación iba en aumento. Nunca antes había sentido algo así y tras un minuto de intensidad en el que retuve el semen, me dejé ir, mis piernas temblando, incapaz de sostenerme y el semen disparado dejando su huella por todos lados.

Miré a Laura.

- Menudo especta-culo. ¿Qué tal? - dijo sonriendo.

- Bufff - respondí con la cara todavía colorada.

Fin


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