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Salí a fumar un cigarrillo al patio cuando oí, en la casa de adelante, que un hombre le decía a la costurera lo que quería que le hiciera a una ropa, y antes de irse le preguntó cuánto era y a qué hora estaría listo.
Trescientos cincuenta pesos y para eso de las siete puede venir a buscarla, le dijo la señora.
¿Trescientos cincuenta y a las siete?, ok, dijo el hombre. Después oí cerrar la puerta de un automóvil y el arrancar de un motor y luego alejarse. Dos minutos después oí un automóvil estacionar delante de la casa y a un hombre llamando a la costurera, era el mismo.
¿Cuánto dijo que era el trabajo?, le preguntó a la costurera y ella inmediatamente le respondió que eran ciento cincuenta pesos. "Qué descarada", pensé.
Ah, me parecía, dijo el hombre y añadió, porque con trescientos cincuenta compro uno nuevo.
¡Nooo!, cómo le voy a cobrar tanto, dijo ella. Eso es a lo que yo llamo razonar velozmente.
Fin.
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