La chica de la limpieza

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Eran las dos de la tarde y mis compañeros habían salido a comer. Normalmente comíamos en la oficina, donde había nevera y microondas. Cualquier otro día hubiese ido con ellos, pero hoy tenía cita semanal con mi vecina y quería terminar el informe cuanto antes. Ni estábamos enamorados ni compartíamos gustos o conversación. A decir verdad, solo tenía una cosa en común con ella, el no tener pareja con la que poder practicar sexo.

********************
Mi vecina Laura era una mujer nerviosa que se pasaba el día mascando chicles de fresa. Un día coincidimos en una reu de vecinos y acabé en su casa tomando unas cervezas. Recuerdo que hablamos de los atributos físicos de alguna famosa del corazón que tanto le gustaban.

- ¿Cómo podrá mantener ese culo arriba... y nada de celulitis? - dijo indignada.

Yo me limité a asentir y como se quedó mirándome como para que dijera algo añadí.

- No la conozco.

- ¡No me digas! ¿De qué isla desierta te has escapado?

Y levantándose fue a por una revista y me enseñó a la chica en cuestión.

- Sí, tiene una buena delantera. - comenté.

- Ya, no como yo. - respondió Laura.

- Bueno, tu trasero está bien. - dije

Me miró durante unos segundos y luego se echó a reír.

- Eres sincero. Oye, tú ahora no estás con nadie verdad. - dijo en lo que era más una afirmación que una pregunta.

Asentí.

- Yo tampoco y es aburrido... ¿Qué te parece si nos enrollamos?

Y sin esperar respuesta plantó sus labios en mi boca. Yo respondí con pasión. No era el amor de mi vida, pero hacía mucho tiempo que no disfrutaba del calor de otro cuerpo.

************************

El móvil pitó sacándome de mis pensamientos. Era un mensaje de Whatsapp de Laura cancelando su cita de hoy. Un fastidio, siempre podía hacerme una paja pero no era lo mismo. 

- Juan, ¿hoy trabajar? - me preguntó Monika.

Monika era la chica letona que limpiaba la oficina. Llevaba varios años en el país y su español era bastante bueno. Era una chica afable que saludaba a todo el mundo y trabajaba muy bien. Los lunes y los jueves solíamos coincidir y hablábamos durante unos minutos de su país, su idioma y nuestras vidas. Tenía un novio, pero lo habían dejado hace poco y ahora estaba detrás de otro chico. La gustaba bucear. A veces me preguntaba cosas y la había ayudado a buscar info en Internet. 

- Sí, hoy me toca trabajar. Por cierto...

- Sí, hoy a las siete y media. He escrito. - me dijo.

Tenía pendiente limpiar la terraza del piso a fondo y el primer nombre que me vino a la cabeza fue el suyo. Trabajaba bien y parecía una buena chica. Y sí, me resultaba atractiva. Tenía piel blanca, pelo corto, rostro agradable y redondo con coloretes y ojos azules. Para limpiar solía usar camisetas blancas, pantalones vaqueros y zapatillas de deporte. Tenía bastante más pecho que mi vecina, algo de tripita que a veces quedaba al aire cuando se estiraba y un trasero redondo que no dejaba indiferente. 

- Perfecto. - añadí.

********************

Monika se presentó puntual en mi casa. Traía una bolsa de tela con ropa y utensilios de limpieza y llevaba puesto un vestido. Se quitó los zapatos nada más entrar.

- ¿Quieres tomar algo? - le dije.

- No gracias. Traigo botella agua y ropa. ¿Dónde está el baño para cambiarme?

- La segunda puerta a la derecha. - Le indiqué. 

Al pasar a mi lado pude oler la colonia que usaba.

Cinco minutos después, vestida con vaqueros y camiseta, estaba trabajando a buen ritmo, quitando la suciedad pegada. Yo por mi parte me senté en el sillón con el portatil y revisé distraído algunas páginas web mientras miraba de vez en cuando a la chica.

- ¿Te gusta mirar a mi? - dijo una vez que me pilló observándola.

- Sí, me gusta la belleza. - respondí.

- ¿Te molesta que te mire? - dije poco después.

- No... pero a lo mejor tienes que pagar más. - 

- Claro, claro... he oido algo del tema. Pero eso es cuando la chica hace sus labores en ropa interior. - sugerí

Ella no dijo nada y continuó trabajando.

Pasó el tiempo realmente rápido y la voz de la muchacha me cogió por sorpresa.

- Ya está. - dijo.

- Ya, ¡qué rápido!

Monika sudaba y tenía manchas negras en la camiseta. La terraza parecía nueva.

- Eres una profesional y el que paga descansa. - dije dándole el dinero.

- Me das mucho. - protestó.

- Quedamos en esto. - respondí

- Ya, pero he tardado menos. Solo sería... -

Era terca, así que no insistí.

- Bueno. Lo que tu digas. Por lo menos date un baño antes de irte.

- Tu lo que quieres es que desnude y espiar. Me querías dar dinero para limpiar en bragas.

Me puse rojo como un tomate y le aseguré que de ninguna manera. Que era solo por hablar y que jamás, jamás le propondría algo así a una dama.

- De verás. En serio, puedes bañarte y así ir limpia a casa o irte o lo que prefieras. Yo solo quería ser cortés.

- Hoy estabas un poco triste en oficina. ¿Qué pasaba? - preguntó.

- Ah, eso. Nada. Que mi vecina no podía venir. 

- La del chicle.

- Sí, esa. Como sabes no tenemos nada en común... pero... esto... pero los martes voy a su casa y... bueno, nos hacemos compañía... íntima, ya sabes.

- Hacéis amor.

Asentí. 

- ¿Y lo de bonita lo decías en serio?

- Sí, eso iba en serio. 

- Vale. - dijo y acercándose me besó en la boca.

- Monika. - dije

- Juan. - respondió

Repetimos beso.

- Voy a bañarme. 

- Vale. -

Al poco rato oí el chapoteo de agua en la bañera y lo que parecía una canción en otro idioma.

- ¡Juan! ¿Puedes venir? - me llamó poco después.

- Sí. - dije parándome en el dintel de la puerta.

- Entra. - me invitó.

Dentro del cuarto de baño, en la bañera, estaba Monika cubierta de espuma.

- Hola Juan. - dijo y riéndose me lanzó espuma.

- ¿Qué haces? - reaccioné.

- Jugar, esto es aburrido... por qué no te bañas conmigo... hay hueco para los dos.

Tragué saliva.

- Vamos, no seas tímido.

El mensaje era claro y sin más titubeos comencé a desnudarme hasta quedarme en pelotas. Luego me metí en la bañera sentándome frente a la chica.

Ella se puso de pie unos segundos después. El agua resbalando por sus tetas y el coño rasurado, totalmente expuesto. Luego se dio la vuelta con cuidado de no resbalar. Pude ver su culo durante un instante, lo que tardó en apoyar sus posaderas en el fondo y sumergirse en el agua dándome la espalda. Seguidamente, se deslizó hasta pegarse a mi cuerpo, de tal modo que pude notar el contacto de sus tiernas nalgas contra mi crecido miembro.

- ¿Te ha gustado mi tipo? - preguntó con sensualidad.

- Sí. - dije con la imagen del pálido y contundente trasero en mi retina. 

- ¿Puedo? - pregunté abrazándola y sujetando sus pezones con los dedos pulgar e índice de las manos.

Lanzó un gemido anticipando el placentero masaje.

En un momento dado volvió el rostro, sonrió y me beso mientras su mano buscaba el "plátano" que crecía en mi entrepierna.

- Eres increíble. - dije centrándome en descubrir su punto G.

Su espalda se arqueó y sus ojos se cerraron mientras paseaba su lengua a lo largo de sus labios disfrutando de la intensidad del momento.


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